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ACTIVISMO DIGITAL: CÓMO HACER COSAS CON REDES
ОглавлениеPara rastrear y teorizar las tácticas en red usadas por lxs activistas en Latinoamérica que promueven y sostienen la acción colectiva, Activismos tecnopolíticos explora el campo de los llamados “medios tácticos” (tactical media), la tecnopolítica y el activismo en redes sociales. Cada uno de estos campos representa diferentes aproximaciones al activismo digital como un modo de acción contrahegemónica. En nuestro viaje de exploración de los graduales entrelazamientos entre la performance corporal y las redes digitales en los movimientos sociales latinoamericanos, empezamos con la noción de medios tácticos, y las prácticas y principios de la llamada “desobediencia civil electrónica” ejemplificada por las sentadas virtuales del Teatro de Disturbio Electrónico. El Critical Art Ensemble, un grupo estadounidense fundado en la década de 1990, definió a los “medios tácticos” como un movimiento no comprometido con una forma o medio en particular, sino que emplea el medio que juzgue más efectivo para intervenir en un contexto particular.57 Esta forma de activismo mediático surgió de la creencia de que las protestas de calle habían perdido su eficacia para confrontar las configuraciones de poder contemporáneas, que son desterritorializadas e interconectadas. Rita Raley argumenta que las prácticas de medios tácticos crean procesos relacionales entre lxs artistas y activistas y sus públicos, y no un proceso de comunicación de sentido único. Amplitud semántica y contingencia son elementos clave de lo que Raley denomina “performances de medios tácticos”, las cuales perturban protocolos de uso e interacción con el fin de crear posibilidades nunca antes vistas dentro de los sistemas de comunicación.58
En el contexto sudamericano, piezas como NN-Red de Ciro Múseres y Buscar justicia del colectivo Sienvolando ejemplifican un uso táctico de internet como sitio generador de compromiso colectivo. Antes de la aparición de los filtros de Facebook para mostrar solidaridad, Múseres invitó a lxs usuarixs de MSN y otros servicios de mensajería instantánea a cambiar sus fotos de perfil y mostrar la imagen y el nombre de una persona desaparecida durante la última dictadura militar en Argentina. Concebida como una acción colectiva de Net.art o arte en red, la pieza fue lanzada el 24 de marzo de 2006, en el trigésimo aniversario del golpe de Estado.
Sienvolando llevó a cabo una acción de medios tácticos similar para exigir justicia en el caso de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, miembros del Movimiento de Trabajadores Desocupados asesinados por la policía en junio de 2002 cuando participaban de una medida de fuerza en el puente Pueyrredón, una de las vías de acceso a la Ciudad de Buenos Aires. Como parte de una campaña multilocalizada que conectó intervenciones en distintos medios, en 2008, seis años después de la masacre de Maximiliano y Darío, Sienvolando creó una acción de arte en internet a través de una página web interactiva que simulaba la interfaz de búsqueda de Google. Lxs artistas de Sienvolando reemplazaron el logo de Google con dibujos de las caras de los activistas asesinados. La imagen de marca de Google también fue modificada para incluir el nombre del lugar del conflicto: la ciudad de Avellaneda.59 En Buscar justicia los dos botones que se pueden cliquear, que son parte de la función de búsqueda de Google, sirvieron para denunciar y evidenciar la actitud del gobierno en el caso: “búsqueda de Google” se transformó en “cajoneo del gobierno”. Este botón llevaba a una lista de más de mil casos de brutalidad policial sin resolución.
Imagen 1. Buscar justicia, obra de Net.art por Sienvolando, Argentina, junio de 2008.
La opción “Me siento con suerte” celebraba el involucramiento activo de lxs usuarixs en el caso con la frase “Voy a buscar justicia!”. Al marcar esta opción, se accedía a información sobre el estado del proceso judicial. La página de Google adaptada se reprodujo offline como un mural en la calle, en el espacio de Sienvolando y en remeras, proponiendo la idea de que deberíamos ser tan activxs en nuestras demandas de justicia como lo somos en nuestras búsquedas diarias en Google.
Aunque en los noventa las publicaciones abiertas y los proyectos de activistas de medios como Indymedia no eran concebidos como “medios tácticos” per se, estos jugaron un rol fundamental en el desarrollo de los movimientos de altermundialismo, y posibilitaron prácticas de periodismo ciudadano que transformaron a las audiencias internacionales en participantes activxs de las protestas locales y globalizadas. En este sentido, como veremos en el contexto posterior a la crisis económica del 2001 en Argentina, Indymedia y otras plataformas de activismo de medios son el antecedente de la actual movilización en redes sociales, a pesar de que estas plataformas corresponden a la era de la comunicación “de unx a muchxs”.
El surgimiento de tecnologías ubicuas que permiten el acceso a internet desde cualquier lugar ha desestabilizado la noción de activismo digital que se da exclusivamente online. El mundo digital ya no es más un espacio separado al que debemos “conectarnos”. Actualmente, lo digital permea nuestras vidas, moldeando la forma en que navegamos el espacio y las relaciones sociales. Mientras que en las décadas de 1990 y 2000 lxs activistas se concentraban en cómo hacer de internet un lugar de protesta (ya sea reemplazando o complementando las manifestaciones callejeras), en la década de 2010 la movilización se dio entrelazando espacios on y offline, a través de smartphones y redes sociales. Teóricxs de los movimientos sociales como Javier Toret conceptualizan este desplazamiento paradigmático (por el cual los medios tecnológicos son usados táctica y estratégicamente en la organización, la comunicación y la performance de acciones colectivas) con el término de “tecnopolítica”. Toret sostiene que la tecnopolítica es más que el ciberactivismo porque se apropia o inventa herramientas digitales para generar acción colectiva y organización en red. La tecnopolítica no es el activismo del clic (clicktivism), sino que más bien “se basa en la comprensión masiva, intuitiva y profunda de la capacidad política de organizarnos en red mediados por las tecnologías”.60 Además, la tecnopolítica asume una forma de múltiples capas al entrelazar espacios físicos urbanos, medios de comunicación masiva y redes de personas. El ciclo de movimientos insurreccionales de 2011, como la Primavera Árabe, el 15-M español y Occupy Wall Street, son casos ejemplares de acción colectiva tecnopolítica, también teorizada como democracia descentralizada o “distribuida”.61
Cuando se analizan movimientos como el 15-M español y la Primavera Árabe, se enfatiza o se subestima el rol que juega la mediación digital en la movilización social. Algunxs, como Gerbaudo, sostienen que las redes sociales precipitan la asamblea callejera, a la cual ubica como el principal sitio de movilización hoy en día. Otrxs, como Toret, usan la noción de realidad aumentada para mostrar la yuxtaposición que se da entre ambientes físicos y digitales en los movimientos contemporáneos y cómo, a través de nuevas herramientas, las protestas de calle y online se convierten en difusos acontecimientos transmediales.
De todas formas, lxs analistas de medios de ambos lados de esta división tienden a olvidarse de los cuerpos, enfatizando modos de comunicación, cooperación e inteligencia colectiva mediatizados sin considerar los modos de su performance, es decir, los modos de acción colectiva corporizados y temporales que ensamblan formas de colaboración asincrónicas y remotas. Como muestra Zizi Papacharissi en su estudio de la relación entre racionalidad y emotividad en la política contemporánea, al acceder y compartir información sobre una protesta en una era de mediación digital ubicua no estamos simplemente “reportando sobre” sino “sintonizando” la experiencia de un acontecimiento político o mediático.62 Aunque Papacharissi usa la discursividad para explicar el activismo y el afecto en redes sociales, su trabajo se alinea con mi enfoque más orientado a la performance, como un fenómeno que configura un acontecimiento transmedia extendido que redefine las nociones de corporización, copresencia y “en vivo”.
Los recientes ataques de spams a los hashtags de activistas ponen en primer plano a las redes digitales como espacios de contienda simbólica. A la luz de estos y otros hechos, como el uso de Twitter como herramienta de gobierno, el activismo digital no debe ser desestimado rápidamente como activismo digital holgazán. Como dice Papacharissi, las redes digitales no solo son un medio para la comunicación; también moldean la manera en que intervenimos en procesos políticos y conflictos sociales, induciendo o interrumpiendo respuestas personales y colectivas. Al conectar teoría de la performance, economía política y análisis de los nuevos medios, Activismos tecnopolíticos ofrece una metodología para delinear patrones de protesta colectiva y performance activista que se apoyan en la relación sinérgica entre ambientes en y fuera de internet.