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ОглавлениеAGRADECIMIENTOS
Esta investigación es el fruto de varios años de trabajo, los que me ayudaron a crecer como investigador y persona. Pude conocer más la historia del psicoanálisis en Chile y al mismo tiempo entender una porción de la historia de mi país. Este trayecto sólo fue posible gracias a la ayuda y colaboración significativa de muchas personas, los que con su guía, aliento y apoyo fueron pilares fundamentales de este proceso. Primero, quiero dar gracias a mis dos tutores: el Dr. Roberto Aceituno, quien siempre ha sostenido una práctica y enseñanza del psicoanálisis ligadas íntimamente al campo de la sociedad y la cultura. Le agradezco mucho por auspiciar esta investigación y ayudarme a entender cómo el psicoanálisis es una práctica en permanente vínculo con los demás. Lo mismo, al Dr. Mariano Plotkin, quien estuvo siempre dispuesto, con generosidad y dedicación, a transmitir su forma de pensar la historia del psicoanálisis y su particular manera de historizarla. Le doy las infinitas gracias por abrir para mí un mundo de referencias, personas y vínculos que enriquecieron significativamente los resultados de este trabajo.
Al mismo tiempo, quiero dejar patente mi deuda y gratitud a mi familia: mi esposa Marcia Ibarra y nuestra pequeña hija Amanda. Su sostén, comprensión, amor y ternura fueron elementos fundamentales para llegar hasta aquí. Lamento mucho, eso sí, los tantos días y meses los que dediqué a mi investigación, dejándolas un poco solas. Tengo la certeza que ahora vendrán días en los que disfrutaremos mucho más juntos. Lo mismo, a mi madre Laura Honorato, ejemplo de trabajo y dedicación, su amor y cariño han sido inmensos. A mi hermano Ángel y mi sobrina Natalia, quien desde Lima, a seguido paso a paso este proceso y que a pesar de la distancia a tenido siempre una palabra de aliento y consideración. A mi abuela Laura Cordero, que siempre llevo conmigo. Su inmenso afecto y ternura hicieron mucho de lo que soy. También al resto de mi familia: Alejandra, Guillermo, Maggi, Rubén, Camilo, Benjamín, Vicente y Josefa, los que llegaron a acompañarnos en estos años de crecimiento. Gracias también a mi amigo y hermano Patricio Hernández, quien ha sido un amigo incondicional y con su fuerza me ha enseñado que todo es posible.
No quiero dejar de mencionar a mis amigos, colegas y estudiantes de la Escuela de Psicología de la Universidad de Santiago de Chile. En especial a mi gran amigo Pablo Norambuena Cárdenas, quien a través de los años siempre ha estado ahí para tenderme la mano cuando lo necesité. A María Inés Winkler que con su ejemplo personal y académico me enseñó desde temprano a dar lo mejor de mi en cada tarea. El valor que ella le da a la historia fue un impulso para iniciar este trabajo. Lo mismo que a Diana Pasmanik, Coordinadora del Proyecto Anillos de CONICYT (SOC-1110): 2013- 2015 “Iluminando un Dilema Educacional en la complejidad de un mundo multicultural: Fortalecimiento de la Formación en Ética e Interculturalidad en Estudiantes Universitarios/as y Profesionales”, en el cual hoy participo como Investigador Postdoctoral. Agradecido por su apoyo y enseñanzas. No puedo dejar fuera a mis ayudantes y hoy colegas Joaquín Carrasco Bahamonde y Camila Berríos Molina, quienes siempre estuvieron dispuestos a colaborar de manera desinteresada en mi investigación. También importantes han sido mis amigos Javier Caro Valdés y su esposa Florencia, su nobleza y cariño son un alimento para el alma. Mi querido y recordado Jorge Olagaray Ortero, profesor, amigo y maestro. Fue el primero en adentrarme en el mundo de la historia del psicoanálisis en Chile, su pérdida a sido difícil de asumir todavía. Importante ha sido también el Dr. Juan Flores Riquelme, quien siempre ha sido un sostén incondicional en varias de mis iniciativas en el psicoanálisis, su cariñosa y desinteresada ayuda me hacen estimarlo y quererlo mucho. Igual a que mis colegas y compañeros de mi formación psicoanalítica en la Sociedad Chilena de Psicoanálisis (ICHPA), con especial atención a Trinidad Coloma y Rodrigo Aguilera. Agradezco también al Magíster en Psicología, mención Teoría y Clínica Psicoanalítica de la Universidad Diego Portales, especialmente a Albana Paganini y Katherine Alvear, quienes me han dado la oportunidad de desarrollar el curso “Freud y los chilenos”, el primero en su especie en nuestro país. No puedo dejar de mencionar al Dr. Gonzalo Salas, insigne historiador de la psicología en Chile de quien he recibido su amistad y colaboración permanente. Lo mismo a mis amigos del Seminario de Historia de la Locura: María José Correa, Marcelo Sánchez y especialmente a Silvana Vetö, su generosa crítica ha enriquecido enormemente mi trabajo.
No quiero dejar fuera a mi amigo David Adasme, compañero y colega que siempre ha estado ahí con sus palabras, incondicional afecto e inteligencia, características que le reservan un espacio importante en mi vida. A mi amiga Alejandra Golcman que desde Buenos Aires, siempre ha sido un puente que me han llevado sólo a fructíferos resultados. Su calidad humana y académica son inigualables. Sumo a mis agradecimientos a mis colegas y amigos Carlos Ramírez, Antonio Letelier, Jorge Castillo, María Isabel Reyes, Andrés Albornoz, Roberto Segura, Raúl Suarez, Carolina Rivera, Antonio Fajardo quien desde pequeño me abrió el mundo de la historia y con su afecto me protegió de muchas cosas, Matías Uribe, Rodrigo Lara, Carla Galindo, Ignacio Fuentes, Andrea Pizarro, Ximena Von Bischhoffhsausen, Carmen Espina, Joel Solorza, Jorge Baños Orellana, Mauro Vallejo, Ana María Jacó, Fernando Ferrari y tantos otros.
Cierro agradeciendo a mis profesores del Doctorado en Psicología de la Universidad de Chile, todos fueron piezas significativas en mi formación. Gracias a mis profesores informantes de los que sólo recibí ayuda y críticas constructivas, el Dr. Hugo Rojas y la Dra. Adriana Espinoza. Infinitas gracias al Dr. Carlos Descouvieres, que con su trato y estímulo me permitió seguir adelante. Gracias también a Dalila Vega, su ayuda y apoyo fueron muy importantes durante estos años. Muchas gracias a todos y todas.