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Capítulo 2
Falsas pistas y buenas ideas
Pulgar o chupete: ¿a favor o en contra?

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«¿Le has dado un chupete? No sabes lo que haces, ¡te costará quitárselo!», «¡Hay que evitar que se chupe el pulgar, o tendrá dientes de conejo!»… El chupete y el pulgar tienen sus partidarios y sus detractores, tanto desde el punto de vista de los bebés como del de los especialistas en desarrollo infantil.


¿Por qué son útiles?

El reflejo instintivo de succión ya existe antes del nacimiento. Son numerosas las ecografías que demuestran que en el vientre de la madre el bebé ya se chupa el pulgar. Así, este reflejo puede desarrollarse desde el quinto mes de gestación, con motivo del roce de los labios con el dedo. Tras el nacimiento, este reflejo le resulta muy útil al recién nacido, pues le permite alimentarse… y sentir placer, fuera incluso de las tomas. Sin embargo, no todos los niños se chupan el pulgar. ¿Es necesario, entonces, darles este medio artificial para calmarse, que es el chupete? La respuesta es: ¿por qué no? Para un bebé inquieto o angustiado, el chupete puede tener un efecto relajante. Además, su forma anatómica parece tener poca (o ninguna) repercusión en la formación de la mandíbula, cosa que no ocurre con el pulgar. Sin embargo, ¡no se trata de que el chupete sea el sustituto de otros gestos maternales y calmantes como las caricias, y sirva de tapón al menor lloro!

El chupete, al igual que el objeto de transición, puede resultar muy útil durante los difíciles momentos de las primeras separaciones. Algunos estudios han demostrado que la succión de un chupete o del pulgar permite, gracias a la secreción de endorfinas – las famosas hormonas del placer—, disminuir el dolor causado por el pinchazo de una vacuna (aunque hoy en día hay parches antidolor que permiten mitigar el dolor de estos pinchazos, lo cual es todavía mejor).

Por otra parte, algunos niños evidencian más que otros esta necesidad de chupar. Se trata de niños que parecen tener siempre hambre. El chupete permite aquí responder a sus necesidades, sin tener que recurrir a una sobredosis de biberón, lo que podría, a largo plazo, conllevar trastornos alimentarios.


¿Demasiado apegado?

¿Considera que su bebé está demasiado apegado al chupete? No se lo quite bruscamente, sobre todo a ciertas edades (seis-ocho meses y trece-quince meses) y en momentos difíciles (comienzo en la guardería, nacimiento de un hermanito, destete…). Sin embargo, evite darle su chupete cuando acaba de comer y cuando está entretenido, y limite su uso a los momentos un poco difíciles: separación, cansancio, hora de dormir o durante la noche, por ejemplo. ¿Hay que recordarlo? Muchos niños consiguen prescindir muy bien de su pulgar y de su chupete, pero, por el contrario, ¡ninguno puede prescindir del cariño!

¿Hay que coger al bebé en brazos cuando llora? Proporcionarle tranquilidad y confianza de 0 a 2 años

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