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Capítulo I Preocupación Desregulada.
Alteraciones en el mecanismo de la ansiedad

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Para comprender el mecanismo de la ansiedad, analizaremos brevemente el funcionamiento del Sistema Nervioso Autónomo (SNA), regulador de las funciones y de los actos involuntarios del organismo. Lo pensaremos aquí como a nuestro principal “Comando de Seguridad”, dado que su delicada y calibrada función nos mantiene a salvo del peligro.

EL SNA, se subdivide en dos subsistemas: uno denominado SIMPÁTICO, cuya función adaptativa, permite la supervivencia, activándose como respuesta ante la presencia de estímulos que podrían resultar amenazantes para la vida y preparando al organismo para tres tipos de reacciones fisiológicas posibles: LUCHA-HUIDA-PARÁLISIS. El otro, denominado PARASIMPÁTICO, se encarga de restablecer el equilibrio basal.

De este modo, funciona de manera regulada y precisa, decodificando las posibles señales de peligro y activando todas las alertas disponibles, con la meta de protegernos ante cualquier amenaza a nuestra subsistencia.

La ansiedad adecuadamente regulada, se asocia a dicha función esperable del sistema simpático. Por ejemplo, si un sujeto se encuentra nadando plácidamente y detecta la aleta de un tiburón, aproximándose lentamente hacia él, probablemente note la reacción de su sistema simpático. El “Comando de Seguridad”, registrará las señales de peligro y enviará la información necesaria al sistema nervioso para que el nadador huya lo antes posible de aquel contexto. Esto se expresa a través de una serie de cambios fisiológicos como tensión muscular, aumento de las pulsaciones, dilatación pupilar, etc. En tierra firme y a salvo, percibirá que su organismo gradualmente, comenzará a calmarse, gracias a la intervención del sistema parasimpático que identifica el fin de la amenaza y desconecta a dicho comando.

El problema radica cuando inicia una respuesta de alerta, pero en ausencia de un peligro real, tal como ocurre en los Trastornos de Ansiedad. Por ejemplo, imaginemos nuevamente al mismo sujeto de la playa, en otro contexto. Supongamos que no detectó ningún tiburón. Por el contrario, ahora está tomando sol muy relajadamente en su reposera, pero de pronto comienza a anticipar negativamente, a rumiar, a preocuparse, por lo cual experimenta un gran malestar (nerviosismo, incomodidad estomacal, sudor, etc.) y un miedo intenso asociado a sus sensaciones fisiológicas. Piensa “¿y si me da un ataque ahora mismo?”.

En el ejemplo, se observa una hipersensibilidad del sistema simpático, de manera análoga a una alarma defectuosa cuya sirena suena ante una ráfaga de viento. En estos trastornos pareciera estar afectado o desregulado el mecanismo de ansiedad, activándose toda la seguridad disponible, pero ante una falsa alarma, es decir sin un peligro real sino mas bien, subjetivo.

Pues bien, ¿qué relación existe entre este mecanismo de alerta y el T.A.G.?. El Trastorno de Ansiedad Generalizada, presenta una hiperactividad del sistema simpático, que se expresa por medio de una marcada tendencia hacia la anticipación negativa y preocupación permanente, siendo ésta descontextualizada y muchas veces irracional.

En este cuadro, el contenido de la preocupación, no se reduce a una determinada área de la vida, como ocurre en otros trastornos de ansiedad. Por el contrario, fluctúa de un tema a otro (pareja, trabajo, familia, salud, futuro, inseguridad, cuestiones de la vida cotidiana, etc.).

La persona no logra regular el estado de alerta, todo pareciera preocupar por igual. Suele presentar dificultad para priorizar, para pasar a la acción, permaneciendo en una fase de evaluación de las posibles consecuencias negativas y manifestando limitaciones para resolver o tomar decisiones. O bien, puede suceder que logre enfrentarlo, pero con un costo psicofísico significativo (padeciendo contracturas, migrañas, dolencias físicas, alteraciones del sueño, molestias estomacales, agotamiento, etc.).

Asimismo, suelen manifestarse pensamientos catastróficos, pesimismo e incapacidad de disfrute y baja o nula conexión con el momento presente, lo cual afecta directamente la calidad de vida.

Dicho estado de ansiedad, al ser persistente, puede llegar a producir ataques de pánico, a modo de descarga, siendo éstos, la mayoría de las veces, el motivo de consulta.

De modo opuesto, cuando existe la capacidad de:

 Identificar un problema.

 Evaluar el grado de intervención sobre el mismo.

 Anticipar sus posibles consecuencias.

 Barajar alternativas de resolución.

 y pasar a la acción (sin angustia, ni implicando un costo psicofísico significativo), estaríamos ante una manifestación ADECUADA Y REGULADA de la preocupación.

RECUERDE:

 El Sistema Nervioso Central (SNC) está al servicio de activar nuestra ansiedad como una respuesta de defensa ante un peligro percibido.

 Genera respuestas de lucha, huida o parálisis con el fin de preservar la supervivencia.

 La ansiedad normal funciona como un mecanismo que habilita a resolver problemas, sin llegar a la desesperación o angustia.

 El organismo puede verse afectado por la hiperactividad del Sistema Nervioso Central (SNC). Esto es lo que llamamos ansiedad desregulada, donde cualquier estímulo banal, a causa de nuestra percepción, tiene posibilidad de transformarse en un peligro potencial.

 El Trastorno de Ansiedad Generalizada o “T.A.G.”, es la manifestación de un funcionamiento desregulado de la preocupación.

 En el TAG la ansiedad es permanente y la preocupación fluida. Oscila de un tópico a otro.


Preocupación desregulada. ¿Qué es el trastorno de ansiedad generalizada?

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