Читать книгу Aportes de la biología del suelo a la agroecología - Marina Sánchez de Prager - Страница 15
2.1. Conceptualización del suelo
Оглавление2.1.1. El suelo desde escuelas afines a la revolución verde
Hay intereses subyacentes en el fondo de los acercamientos al concepto de suelos a pesar de estar rodeado, aparentemente, por un lenguaje científico y tecnológico. Se pueden distinguir claramente dos corrientes de pensamiento: una que ha servido de marco referencial a la revolución verde y otra que retoma la agroecología a partir de la construcción colectiva de comunidades, ciencia y tecnología.
Las conceptualizaciones han estado a cargo especialmente de pedólogos y edafólogos. Los primeros conceptualizan el suelo como cuerpo natural en constante evolución, resultado de cinco factores: material parental, clima, topografía, organismos y tiempo (Hernández et al., 2006, p. 16; Sánchez de Prager et al., 2007, p. 33; Towhid, 2013, p. 17). Los edafólogos, antes que en los componentes, enfatizan en la producción de cultivos: consideran el suelo como sustrato de soporte, «manto estructural proveedor por ejemplo de agua, como reactor, como sitio de reciclaje» y, en menor escala, como cuerpo complejo (Ibáñez, 2005; Zinck, 1995, p. 35).
Dentro de esta última escuela, en la Base Referencial Mundial del Recurso Suelo en Europa (WRB, por sus siglas en inglés) (2007) se incluye tecnosuelos, urbisuelos, sedimentos someros de lagunas y lagos, entre otros (Ibáñez y Manrique, 2015; IUSS, ISRIC y FAO, 2007, p. 94).
Por su parte, USDA Soil Taxonomy y el servicio de Conservación de Recursos Naturales (USDA y NRCS, 2014), dentro de contextos mencionados por Ibáñez (2006, 2010), han acuñado el concepto de zona crítica terrestre y ampliado la conceptualización de suelo a «todo el material desde la zona de contacto con la atmósfera hasta las aguas subterráneas, incluyendo regolitos, zona vadosa y acuíferos etc.» (Ibáñez, 2010, p. 20). En la portada de la versión en inglés de USDA Soil Taxonomy y NRSC (2014) se ilustra con el perfil de un suelo antrópico resultante de diferentes materiales (p. 1).
Se ha incluido como suelo a los regolitos extraterrestres «como elemento de la litosfera, emergida o no, de cualquier cuerpo planetario de tipo “terrestre”» (Ibáñez, 2010, p. 20; Targulian et al., 2010, p. 4), a partir de discusiones planteadas en diferentes encuentros científicos internacionales, como el primer Simposio del Congreso Mundial de Suelos en Brisbane, Australia, publicado en Soil Science Australia (2010) y en el vigésimo World Congress of Soil Science, realizado en Corea (2014), en el cual se conmemoró el nonagésimo aniversario de International Union of Soil Sciences (IUSS) - Soils embrace life and universe. En Río de Janeiro, Brasil, se celebró su versión vigésimo primera (agosto de 2018), tomando como punto de partida conceptualizar el suelo (World Congress of Soil Science, 2018).
Dentro de estas evaluaciones íntimamente ligadas a revolución verde se puede observar que su énfasis radica en aspectos físicos y químicos del denominado material parental procedente de la tierra como tal y/o actividad antropocéntrica, por ejemplo, al ser nutrido externamente en forma permanente. Desconocen la historia de la tierra y centran la definición del suelo como sustrato que soporta un cultivo y este se suplementa con productos de síntesis petroquímica. La dimensión ambiental está ausente y ambas tienen connotaciones altamente extractivistas.
2.1.2. El suelo desde la escuela agroecológica
A diferencia de las escuelas anteriores, desde la agroecología, el suelo constituye la piel de la Tierra con todas las connotaciones inmersas en el concepto de piel: tejido resistente, sensible, red flexible, dinámica, en continuo movimiento, que emerge, se transforma, recubre y protege la tierra, a partir de diferentes estrategias solo explicables desde lo colectivo (Sánchez de Prager et al., 2012, p. 31)
Los investigadores de la biología moderna y del pensamiento sistémico: Ilya Prigogine, Hermann Haken, Manfred Eigen, James Lovelock, Lynn Margulis, Humberto Maturana, Francisco Varela, Ludwig von Bertalanffy, entre otros, analizados por Capra (1998, 2003), establecen unas características de los sistemas vivientes en las cuales se enmarca el suelo vivo:
a) El suelo posee un patrón organizativo en red, de naturaleza altamente no lineal, que ha llevado al desarrollo de la matemática de la complejidad para poder explicarla. b) Se estructura y constituye un sistema abierto y cerrado, en una especie de contradicción que se expresa en complementariedades y donde la termodinámica clásica se queda corta en explicación. c) Lleva a cabo procesos metabólicos que le permiten retroalimentarse, autoorganizarse y ser autopoiético —capacidad de reproducirse—. d) Los procesos de regulación y autorregulación ocurren en un equilibrio fluyente que asegura su homeostasis. e) Fuera de ello, el suelo tiene mente que le permite acumular información y generar respuestas a través de diferentes estrategias, por ejemplo, mediante bucles metabólicos de retroalimentación (Capra, 1998, p. 122; 2003, p. 38; Morin, 1996, p. 47; Sánchez de Prager, et al., 2017, pp. 254-257).