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Los temas principales del Evangelio de Mateo La presencia permanente de Dios

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El Evangelio de Mateo hace énfasis en que Dios tiene que llegar a morar con el pueblo de Dios, y que los simples seres humanos ahora pueden experimentar la realidad transformadora de la presencia de Dios en sus vidas. Por supuesto, en cierto sentido, Dios no está presente en la tierra, sino que está en el cielo. Mateo no ha abandonado esa afirmación tradicional (6:9; 23:22), pero este Evangelio está más interesado en explorar las formas en las que Dios está presente en la tierra. Responde la pregunta «¿Dónde está Dios?» con una serie de tres proposiciones (véase el cuadro 6.3). En primer lugar, según el Evangelio de Mateo, Dios está presente en Jesús. Esto puede no parecer una afirmación radical, ya que la gente judía habría reconocido que Dios había estado presente en muchas buenas personas a lo largo de la historia: Moisés, David, una multitud de profetas, y hasta en ciertos gentiles como Ciro de Persia. Pero Mateo simplemente no quiere decir que Jesús era un agente de Dios o que Dios obraba a través de él; más bien, Mateo piensa que cuando Jesús nació, Dios entró al mundo como nunca antes: Dios ahora estaba «con nosotros» (con Israel o, tal vez, con la humanidad) en un sentido sin precedentes (1:23). De hecho, Mateo cree que es apropiado que la gente adore a Jesús. Como adulto, Jesús afirma la enseñanza tradicional de que uno no debe adorar (proskynein) a ninguna entidad, aparte del Señor Dios (4:10; cf. Dt. 6:13), pero ocho veces en este Evangelio la gente adora a Jesús y no se le reprende por eso (2:11; 8:2; 9:18; 14:33; 15:25; 20:20; 28:9; 28:17; véase también 21:15-16). Parece indicar que Dios está presente en Jesús, de una manera tal que adorar a Jesús cuenta como adorar a Dios.


Figura 6.2. El Sermón del Monte. Este fresco italiano del siglo XV representa a Jesús enseñando a sus discípulos en la cima de una montaña.

Esta afirmación de la presencia de Dios en Jesús pudo haber respondido la pregunta «¿Dónde está Dios?» para la gente que vivía cuando Jesús todavía estaba en la tierra, pero para los que vivieron después de la Pascua, la pregunta simplemente se transformaría a: «Si Dios está presente en Jesús, entonces ¿dónde está Jesús?». La respuesta de Mateo es que, en segundo lugar, Jesús está presente en la iglesia. Jesús dice en este Evangelio que él estará en medio de sus seguidores cuando se reúnan en su nombre para orar (18:20) y que estará con ellos cuando salgan al mundo a hacer discípulos (28:20; cf. 10:40). En efecto, el mundo será juzgado de acuerdo a cómo trata a los miembros de su familia, porque lo que se les ha hecho a ellos se le hace a él (25:40; cf. 10:41-42; 18:5).

La respuesta de Mateo a alguien que busca la presencia de Dios podría ser: «Vaya a la iglesia y allí encontrará al Dios que está presente en Jesús» (véase 10:40). Pero Mateo en realidad no espera que los interesados hagan eso. De allí, una tercera proposición: la iglesia está presente en el mundo. Para Mateo, la iglesia no es una institución estática sino más bien un movimiento dinámico, una asamblea de misioneros que salen al mundo como ovejas en medio de lobos (10:16) a llevar la buena noticia, curación y vida (10:7-8). Los seguidores de Jesús serán la luz del mundo y la sal de la tierra (5:13-14). El mundo quizá no los aprecie, pero será un mejor lugar debido a ellos. En efecto, la iglesia que Jesús edificará vencerá las puertas del Hades (16:18), y se desplazará triunfantemente en contra de las fuerzas de la muerte y del mal.

Hades: el inframundo, o lugar donde moran los muertos; en el Nuevo Testamento, a veces parece ser sinónimo del infierno.

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