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Adoración y duda, fe y entendimiento

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Mateo describe a los discípulos de Jesús como seguidores falibles que, a pesar de sus fracasos, están destinados a convertirse en apóstoles de la iglesia; en efecto, se sentarán en tronos y juzgarán a las tribus de Israel (19:28). El sobrenombre de Jesús para sus discípulos en este Evangelio es oligopistoi, «gente de poca fe» (6:30; 8:26; 14:31; 16:8; 17:20; se usa en otra parte solamente en Lucas 12:28). Ellos están llenos de dudas (14:31; 28:17) y miedo (8:24-26; 14:30; 17:6), y frecuentemente no logran satisfacer las altas expectativas que Jesús tiene para ellos (p. ej., 16:21-23; 17:14-17; 19:13-15). Aun así, Jesús indica que «poca fe» es todo lo que se requiere para que la gente logre lo que Dios espera de ellos (17:20). Además, las dudas y los temores de los discípulos están acompañados de adoración; en efecto, esos fenómenos aparentemente incongruentes están entrelazados en este Evangelio de manera que la adoración, la duda y el temor se dan juntos (14:30-33). Incluso al final de la historia, los testigos de la resurrección responden con una mezcla tanto de temor como de adoración (28:8-9), y la comunidad que recibe la Gran Comisión se distingue tanto por adoración como por duda (28:17).

Sin embargo, más allá de todos estos fenómenos hay un énfasis especial en el entendimiento. En este Evangelio, la semilla que cae en el buen terreno en la parábola del sembrador se identifica como «el que oye la palabra y la entiende» (13:23; cf. Mr. 4:20; Lc. 8:15). De los discípulos de Jesús, a pesar de su duda y poca fe, se dice que crecen en entendimiento a medida que la narración avanza (véase 13:11-15, 51; 16:12; 17:13). El Evangelio de Mateo sostiene que el entendimiento es algo que Dios debe dar (11:25; 13:11; 16:17), y frecuentemente se dice de los discípulos que no entienden a Jesús hasta que él les explica lo que tienen que saber. El propósito exacto de este hincapié en Mateo no es claro, pero él puede estar subrayando la importancia de lo que ahora llamamos «educación cristiana»: los grandes apóstoles de la iglesia eran personas comunes y corrientes que, cuando Jesús les enseñaba recibían el entendimiento que les permitiría producir fruto (13:23; cf. 13:19). En efecto, ellos pudieron ir al mundo y enseñar a otros (28:19-20).

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