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Dar desde el corazón
El corazón de la Comunicación NoViolenta
Lo que quiero en mi vida es compasión,
un flujo entre mi ser y los demás basado
en un darse mutuamente desde el corazón.
MARSHALL B. ROSENBERG
INTRODUCCIÓN
Como estoy convencido de que está en nuestra naturaleza disfrutar de dar y recibir de manera compasiva, la mayor parte de mi vida me han preocupado dos cuestiones: ¿qué sucede para que nos desconectemos de nosotros mismos y de nuestra naturaleza compasiva? Y, al contrario: ¿qué permite a algunas personas mantenerse conectadas con su naturaleza compasiva incluso en las circunstancias más adversas?
Mi preocupación por estas cuestiones comenzó en mi niñez, alrededor del verano de 1943, cuando nuestra familia se mudó a Detroit (Michigan). La segunda semana después de nuestra llegada se desató una guerra racial tras un incidente en un parque público. Más de cuarenta personas fueron asesinadas en los días siguientes. Nuestro barrio estaba situado en el centro de la violencia y nos pasamos tres días encerrados en casa.
Cuando el conflicto racial terminó y comenzó el colegio, descubrí que un nombre podía ser tan peligroso como cualquier color de piel. Cuando el profesor pronunció mi apellido al pasar lista, dos chicos me miraron y murmuraron entre dientes: “¿Eres un kike?” Yo nunca había oído esa palabra antes y no sabía que algunas personas la usaban como término despectivo para referirse a los judíos. Después del colegio, esos dos mismos chicos me estaban esperando: me tiraron al suelo y me patearon y golpearon.
Desde ese verano de 1943 he estado examinando las dos cuestiones que he mencionado. ¿Qué nos empodera, por ejemplo, para mantenernos conectados con nuestra naturaleza compasiva incluso en las peores circunstancias? Estoy pensando en personas como Etty Hillesum, que siguió siendo compasiva incluso cuando estaba sujeta a las grotescas condiciones de un campo de concentración alemán. Como escribió en su diario en aquel momento:
No me asusto fácilmente. No porque sea valiente, sino porque sé que estoy tratando con seres humanos, y que debo intentar con todas mis fuerzas entender todo lo que cualquier persona haga en cualquier momento. Y eso fue lo importante esta mañana: no que un joven oficial de la Gestapo malhumorado me gritara, sino que yo no sintiera indignación, más bien una compasión real, y me habría gustado preguntarle: “¿Tuviste una infancia muy infeliz? ¿Tu novia te ha dejado?”. Sí, tenía un aspecto alterado, amargado y débil. Me habría gustado empezar a ayudarle en ese mismo instante, porque sé que los jóvenes que se sienten desgraciados como él resultan peligrosos en cuanto quedan sueltos en la sociedad.
ETTY HILLESUM EN ETTY: UN DIARIO 1941-1943
CNV: una manera de comunicarnos que nos lleva a dar desde el corazón
Cuando estudiaba los factores que afectan a nuestra capacidad para permanecer compasivos, me impresionó el papel crucial que desempeña en ella el lenguaje y el uso que hacemos de las palabras. Desde entonces he identificado un enfoque específico de la comunicación —tanto al hablar como al escuchar— que nos lleva a dar desde el corazón, conectando con nosotros mismos y con los demás de una manera que permite aflorar nuestra compasión natural. Yo llamo a este enfoque Comunicación NoViolenta, usando el término noviolencia tal como lo empleaba Gandhi, al referirse a la compasión que el ser humano expresa de un modo natural cuando su corazón renuncia a la violencia. Aunque tal vez no consideremos que nuestra manera de hablar es “violenta”, las palabras con frecuencia nos conducen al daño y al dolor, ya sea para los demás o para nosotros mismos. En algunas comunidades, el proceso que yo estoy describiendo se conoce como Comunicación Compasiva; la abreviatura CNV se usa a lo largo de este libro para referirse a la Comunicación Compasiva o NoViolenta.
UNA MANERA DE CENTRAR LA ATENCIÓN
La CNV está basada en unas habilidades del lenguaje y la comunicación que refuerzan nuestra capacidad para conservar nuestra humanidad, incluso en condiciones difíciles. No contiene nada nuevo; todo lo que ha sido integrado en la CNV se conoce desde hace siglos. La intención es recordarnos lo que ya sabemos acerca de cómo relacionarnos en consonancia con nuestra naturaleza humana y ayudarnos a vivir de manera que dicho conocimiento se manifieste en lo concreto.
Cuando usamos la CNV para escuchar nuestras necesidades más profundas y las de los demás percibimos las relaciones bajo una nueva luz
La CNV nos guía a la hora de reestructurar cómo nos expresamos y cómo escuchamos a los demás. En lugar de las habituales reacciones automáticas, nuestras palabras se convierten en respuestas conscientes con una base firme en la conciencia de lo que percibimos, sentimos y queremos. Nos guía para expresarnos con honestidad y claridad, prestando al mismo tiempo una atención respetuosa y empática a los demás. En cualquier conversación, llegamos a escuchar nuestras necesidades profundas y las de los demás. La CNV nos prepara para observar con atención y ser capaces de identificar las conductas y las situaciones que nos afectan. Aprendemos a identificar y expresar claramente lo que queremos en cualquier situación en términos concretos. El esquema es simple, y aún así poderosamente transformador.
A medida que la CNV reemplaza nuestros viejos patrones de defensa, huida o ataque frente al juicio y la crítica, llegamos a percibirnos a nosotros mismos y a los demás, así como nuestras intenciones y nuestras relaciones, bajo una nueva luz. La resistencia, la actitud defensiva y las reacciones violentas disminuyen. Cuando nos concentramos en aclarar qué observamos, sentimos y necesitamos, en lugar de diagnosticar y juzgar, descubrimos la profundidad de nuestra propia compasión. Por medio de este énfasis en la escucha profunda —a nosotros mismos y a los demás— la CNV promueve el respeto, la atención y la empatía, y engendra un deseo mutuo de dar desde el corazón.
Aunque yo me refiero a ella como “un proceso de comunicación” o “un lenguaje de compasión”, la CNV es mucho más que un proceso o un lenguaje. En un nivel más profundo, es un recordatorio constante para que mantengamos la atención centrada en un lugar en el que es más probable que encontremos lo que buscamos.
Enfoquemos la luz de nuestra conciencia allá donde sea más probable que encontremos lo que buscamos
Hay un chiste sobre un hombre que está a cuatro patas bajo una farola, buscando algo. Un policía pasa por allí y le pregunta qué está haciendo. “Busco las llaves de mi coche”, responde el hombre, que parece estar algo borracho. “¿Se le perdieron aquí?”, pregunta el oficial. “No”, responde el hombre, “se me cayeron en el callejón”. Viendo la expresión de extrañeza del policía, el hombre se apresura a explicar: “Pero aquí hay más luz”.
Me doy cuenta de que mi condicionamiento cultural me lleva a centrar mi atención allí donde es poco probable que consiga lo que quiero. Desarrollé la CNV como una manera de entrenar mi atención —hacer brillar la luz de mi conciencia— centrándola allí donde existe la posibilidad de obtener lo que estoy buscando. Lo que quiero en mi vida es compasión, una corriente que fluya entre mí mismo y los demás, basada en un mutuo dar desde el corazón.
Esa calidad de compasión, a la que yo me refiero como “dar desde el corazón”, se expresa en la siguiente canción de mi amiga Ruth Bebermeyer:
Nunca siento que me han dado tanto
como cuando tomas algo de mí;
cuando entiendes el gozo que siento
dándotelo.
Y sabes que mi dar no pretende
ponerte en deuda,
lo hago porque quiero vivir el amor
que siento por ti.
Recibir con gracia
sea tal vez el mayor regalo.
No hay forma de separar
las dos.
Cuando tú me das,
yo te doy mi recibir.
Cuando tú tomas de mí,
siento que me das tanto...
“GIVEN TO” (1978), DE RUTH BEBERMEYER
DEL ÁLBUM GIVEN TO
Cuando damos desde el corazón, lo hacemos por el gozo que brota siempre que enriquecemos la vida de otra persona voluntariamente. Este tipo de dar beneficia tanto al que da como al que recibe. El que recibe disfruta el regalo sin preocuparse de las consecuencias que acompañan a aquellos hechos por miedo, culpa, vergüenza o deseo de ganar. El que da se beneficia por el aumento de la autoestima que se produce cuando vemos que nuestros esfuerzos contribuyen al bienestar de alguien.
El uso de la CNV no requiere que las personas con las que nos comunicamos conozcan la CNV o ni siquiera estén motivadas a relacionarse de una manera compasiva con nosotros. Si nos ceñimos a los principios de la CNV, manteniéndonos motivados únicamente por dar y recibir con compasión, y hacemos todo lo posible por hacer saber a los demás que ese es nuestro único motivo, acabarán uniéndose a nosotros en el proceso y al final seremos capaces de respondernos el uno al otro con compasión. No estoy diciendo que esto suceda con rapidez. Sin embargo, sostengo que la compasión florece inevitablemente cuando nos mantenemos fieles a los principios y al proceso de la CNV.
EL PROCESO DE LA CNV
Para llegar al deseo mutuo de dar desde el corazón, enfocamos la luz de nuestra conciencia sobre cuatro áreas, a las que nos referimos como los cuatro componentes del modelo CNV.
Los cuatro componentes de la CNV:
• Observaciones
• Sentimientos
• Necesidades
• Peticiones
Primero, observamos lo que de verdad está sucediendo en una situación: ¿qué observamos hacer o decir a otros que enriquece o no nuestra vida? El truco es ser capaz de articular dicha observación sin introducir ningún juicio ni evaluación, diciendo sencillamente qué están haciendo los demás que nos gusta o no nos gusta. A continuación, declaramos cómo nos sentimos al observar esa acción: ¿nos sentimos heridos, asustados, alegres, divertidos, irritados? Y en tercer lugar, decimos qué necesidades nuestras están relacionadas con los sentimientos que hemos identificado. La conciencia de estos tres componentes está presente cuando usamos la CNV para expresar con claridad y honestidad cómo estamos.
Por ejemplo, una madre podría expresar esas tres cosas a su hijo adolescente diciendo: “Félix, cuando veo dos calcetines sucios hechos una bola debajo de la mesita del café y otros tres cerca del televisor, me siento irritada porque necesito más orden en las habitaciones que compartimos”.
Ella seguiría inmediatamente con el cuarto componente, una petición muy específica: “¿Estarías dispuesto a dejar tus calcetines en tu habitación o en la lavadora?”. Este cuarto componente se refiere a lo que queremos de la otra persona, aquello que enriquecería la vida de ambos.
Así pues, una parte de la CNV trata de expresar estos cuatro tipos de información con mucha claridad, ya sea verbalmente o por otros medios. La otra parte consiste en recibir esa misma información de otras personas. Nos conectamos con ellas primero percibiendo qué están observando, sintiendo y necesitando; entonces descubrimos qué enriquecería su vida al recibir el cuarto componente: su petición.
Al mantener nuestra atención centrada en las áreas mencionadas y ayudar a los demás a hacer lo mismo, establecemos un flujo de comunicación que va de un lado a otro hasta que la compasión se manifiesta de manera natural: lo que observo, siento y necesito; lo que pido para enriquecer mi vida; lo que el otro observa, siente y necesita; lo que pide para enriquecer su vida...
PROCESO CNV
Las acciones concretas que
observamos, que afectan a nuestro bienestar
Cómo nos sentimos en relación
a lo que observamos
Las necesidades, valores, deseos, etc.
que crean nuestros sentimientos
Las acciones concretas que pedimos
con el fin de enriquecer nuestras vidas
Dos partes de la CNV:
1. Expresión honesta mediante los cuatro componentes
2. Recepción empática mediante los cuatro componentes
Cuando usamos este proceso, podemos comenzar o bien por expresarnos nosotros o bien por recibir con empatía estos cuatro tipos de información por parte de los demás. Aunque aprenderemos a escuchar y expresar verbalmente cada uno de estos componentes en los capítulos 3-6, es importante tener en mente que la CNV no es una fórmula fija, sino algo que se adapta a varias situaciones, así como a estilos personales y culturales. Aunque yo me refiero a la CNV como un “proceso” o “lenguaje” por cuestiones prácticas, es posible experimentar los cuatro componentes sin pronunciar una sola palabra. La esencia de la CNV está en nuestra conciencia de los cuatro componentes, no en las palabras que se intercambian.
APLICAR LA CNV EN NUESTRAS VIDAS Y EN EL MUNDO
Cuando usamos la CNV en nuestras interacciones —con nosotros mismos, con otra persona, o en un grupo— nos enraizamos en nuestro propio estado natural de compasión. Es por tanto un enfoque que se puede aplicar con eficacia en todos los niveles de la comunicación y en diversas situaciones:
• relaciones íntimas
• familias
• escuelas
• organizaciones e instituciones
• relaciones terapéuticas y de asesoramiento
• negociaciones diplomáticas y de negocios
• disputas y conflictos de cualquier naturaleza
Algunas personas usan la CNV para crear una mayor profundidad y cuidado en sus relaciones íntimas:
Cuando aprendí cómo puedo recibir (escuchar), así como dar (expresarme) por medio del uso de la CNV, pasé de sentirme atacada y pisoteada a escuchar de verdad las palabras y extraer los sentimientos subyacentes. Descubrí a un hombre muy hiriente con el que había estado casada 38 años. Me había pedido el divorcio el fin de semana anterior al taller [de CNV]. Para no extenderme, solo diré que a día de hoy estamos juntos y agradezco la contribución [de la CNV] en nuestro final feliz... Aprendí a escuchar los sentimientos, a expresar mis necesidades, a aceptar las respuestas que no siempre quería oír. Él no está aquí para hacerme feliz, ni yo estoy aquí para crear felicidad para él. Los dos hemos aprendido a crecer, a aceptar y a amar, de manera que ambos podemos sentirnos realizados.
UNA PARTICIPANTE EN UN TALLER EN SAN DIEGO, CALIFORNIA
Otros la usan para construir relaciones más eficaces en el trabajo:
He estado usando la CNV en mi clase de educación especial durante aproximadamente un año. Puede funcionar incluso con niños que tienen retrasos en el lenguaje, dificultades de aprendizaje y problemas de conducta. Un estudiante de mi clase escupe, insulta, grita y clava el bolígrafo a los estudiantes que se acercan a su mesa. Yo le recuerdo: “Por favor, dilo de otra manera, usa el lenguaje jirafa” [en algunos talleres se utilizan marionetas de jirafas como recurso didáctico para enseñar CNV]. Él se levanta inmediatamente, mira a la persona hacia la que se dirige su rabia y dice con calma: “¿Por favor, podrías alejarte de mi mesa? Me siento enfadado cuando te acercas tanto a mí”. Los otros estudiantes pueden responder cosas como: “¡Lo siento! Me olvidé de que te molesta”.
Comencé a pensar sobre mi frustración con este niño y a descubrir qué necesitaba de él (además de armonía y orden). Me di cuenta de cuánto tiempo había invertido en la preparación de las clases y cómo mis necesidades de creatividad y contribución también se veían frustradas al tener que lidiar con su comportamiento. También sentía que no estaba atendiendo las necesidades de aprendizaje de los otros niños. Cuando se comportaba así en clase, comencé a decirle: “Necesito que me prestes atención”. Necesitaba decirlo unas cien veces al día, pero al final le llegó el mensaje y normalmente se involucraba en la sesión.
UN PROFESOR DE CHICAGO, ILLINOIS
Un médico escribe:
U so la CNV cada vez más en mi práctica médica. Algunos pacientes me preguntan si soy psicólogo, añadiendo que normalmente los médicos no se interesan por cómo viven sus vidas o se las arreglan con sus enfermedades. La CNV me ayuda a entender cuáles son las necesidades de los pacientes y lo que necesitan escuchar en un momento dado. La encuentro particularmente útil con los pacientes de hemofilia y sida, porque hay tanta rabia y dolor en su interior que la relación paciente-profesional de la salud con frecuencia se ve seriamente dañada. Hace poco, una mujer con sida, a quien había estado tratando durante cinco años, me dijo que lo que más la había ayudado fue que la animara a encontrar maneras de disfrutar de su vida cotidiana. Emplear la CNV me ayuda muchísimo en este sentido. Antes, cuando me enteraba de que un paciente tenía una enfermedad mortal, con frecuencia yo mismo me veía atrapado en la prognosis y me resultaba difícil animarlo sinceramente a vivir su vida. Con la CNV he desarrollado una nueva conciencia, además de un nuevo lenguaje. Estoy asombrado de ver lo bien que encaja con mi práctica médica. Siento más energía y alegría en mi trabajo a medida que me voy involucrando más en la danza de la CNV.
UN MÉDICO DE PARÍS, FRANCIA
Otras personas usan este proceso en el terreno político. Una miembro del gabinete de ministros de Francia que se encontraba de visita en casa de su hermana comentó cómo había cambiado la manera en que ésta y su marido se comunicaban y se dirigían el uno al otro. Cuando ellos le hablaron de la CNV, la ministra, alentada, mencionó que la semana siguiente tenía que negociar unas cuestiones bastante delicadas relacionadas con los procedimientos de adopción entre Francia y Argelia. Aunque el tiempo era limitado, enviamos a un formador que hablaba francés a París para trabajar con ella. Más tarde, la ministra atribuyó gran parte del éxito de sus negociaciones en Argelia a sus recién adquiridas técnicas de comunicación.
En Jerusalén, durante un taller al que asistieron israelíes de distintas orientaciones políticas, los participantes usaron la CNV para expresarse acerca del muy controvertido asunto de Cisjordania. Muchos de los israelíes que se han establecido en Cisjordania están convencidos de que con ello cumplen con un mandato religioso, y se encuentran atrapados en un conflicto no solo con los palestinos, sino también con otros israelíes que reconocen la esperanza de soberanía nacional de los palestinos en esta región. Durante una sesión, una de mis formadoras y yo hicimos una demostración de escucha empática empleando la CNV y después invitamos a los participantes a hacer turnos para dramatizar las distintas posturas poniéndose los unos en el papel de los otros. Al cabo de veinte minutos, una de las residentes de la zona declaró que estaría dispuesta a plantearse renunciar a sus reivindicaciones territoriales y dejar Cisjordania para mudarse al territorio reconocido internacionalmente como perteneciente a los israelíes, si sus oponentes políticos pudieran escucharla de la manera en que acababa de ser escuchada.
La CNV se emplea hoy en día en todo el mundo como un valioso recurso para aquellas comunidades que se enfrentan a conflictos violentos y situaciones de grave tensión étnica, política o religiosa. Me resulta particularmente gratificante que la CNV se difunda y se aplique a la mediación para resolver conflictos en Israel, Palestina, Nigeria, Ruanda, Sierra Leona y otros lugares. En una ocasión, algunos de mis colaboradores estuvieron conmigo en Belgrado durante tres intensos días, ofreciendo formación a ciudadanos que trabajan por la paz. Cuando llegué, las expresiones de desesperación estaban visiblemente grabadas en los rostros de los participantes, puesto que su país estaba entonces inmerso en una brutal guerra en Bosnia y Croacia. A medida que la formación avanzó, oímos la música de la risa en sus voces, pues llegaron a sentir una profunda gratitud y alegría por haber encontrado el empoderamiento que estaban buscando. A lo largo de las siguientes dos semanas, durante otras formaciones en Croacia, Israel y Palestina, volvimos a ver cómo otros ciudadanos llenos de desesperación en países desgarrados por la guerra recuperaban el ánimo y la confianza gracias a la formación en CNV que recibieron.
Es una bendición para mí poder viajar por todo el mundo enseñando a las personas un proceso de comunicación que les da fuerza y alegría. Ahora, con este libro, estoy contento y entusiasmado de poder compartir la riqueza de la Comunicación NoViolenta con usted.
RESUMEN
La CNV nos ayuda a conectar con los demás y con nosotros mismos de manera que aflore nuestra compasión natural. Sirve de orientación para reestructurar el modo en que nos expresamos y escuchamos a los demás, concentrando nuestra conciencia en cuatro áreas: lo que observamos, lo que sentimos, lo que necesitamos y lo que pedimos para enriquecer nuestras vidas. La CNV promueve la escucha profunda, el respeto y la empatía, y engendra un deseo mutuo de dar desde el corazón. Hay quien emplea la CNV para relacionarse compasivamente consigo mismo, hay quien la aplica para dar mayor profundidad a sus relaciones personales y también hay personas que la usan para construir relaciones eficaces en el trabajo o en el ámbito político. La CNV se emplea en todo el mundo para mediar en disputas y conflictos a todos los niveles.
LA CNV EN ACCIÓN
A lo largo de todo el libro hay diálogos encabezados con el título “La CNV en acción”. Estos diálogos pretenden transmitir el sabor de una conversación real en la que uno de los interlocutores aplica los principios de la Comunicación NoViolenta. No obstante, la CNV no es solo un lenguaje o una serie de técnicas para usar las palabras; la conciencia y la intención que comprende también pueden expresarse por medio del silencio, de una cualidad de presencia, así como de la expresión facial y el lenguaje corporal. Los diálogos de “La CNV en acción” que encontrará aquí son necesariamente versiones condensadas y acortadas de situaciones reales, donde los momentos de empatía silenciosa, las anécdotas, el humor o los gestos contribuyeron a crear un flujo de conexión más natural de lo que puede parecer en estos diálogos impresos.
“¡ASESINO! ¡CRIMINAL! ¡ASESINO DE NIÑOS!”
Me encontraba presentando la Comunicación NoViolenta en una mezquita del campo de refugiados Dheisheh, en Belén, ante un grupo de 170 musulmanes palestinos. En aquel momento, las actitudes hacia los estadounidenses no eran favorables. Cuando estaba hablando, noté de repente que una oleada de conmoción encubierta se extendía por el público. Mi intérprete me alertó: “¡Están murmurando que usted es estadounidense!”. Justo entonces, un hombre se puso en pie de un salto y, mirándome fríamente a la cara, gritó a pleno pulmón: “¡Asesino!”. Inmediatamente, una docena de voces más se unieron a él con el siguiente coro: “¡Asesino! ¡Criminal! ¡Asesino de niños!”.
Afortunadamente, fui capaz de concentrar mi atención en lo que aquel hombre sentía y lo que necesitaba. En este caso, tenía algunas pistas. De camino al campo de refugiados, había visto varias bombonas de gas lacrimógeno vacías que se habían lanzado al campo la noche anterior. Claramente marcada en cada bombona estaba la inscripción “Fabricado en Estados Unidos”. Sabía que los refugiados albergaban mucha rabia contra los Estados Unidos por proporcionar gas lacrimógeno y otras armas a Israel.
Me dirigí al hombre que me había llamado “asesino”:
MBR:¿Está enfadado porque le gustaría que mi gobierno usara sus recursos de forma diferente? (Yo no sabía si mi suposición era acertada; pero mi esfuerzo sincero por conectar con su sentimiento y su necesidad era crucial).
Hombre:¡Pues claro que estoy enfadado! ¿A usted le parece que necesitamos gas lacrimógeno? ¡Lo que necesitamos es alcantarillado, no su gas lacrimógeno! ¡Necesitamos viviendas! ¡Necesitamos tener nuestro propio país!
MBR:¿De modo que está usted furioso y agradecería algo de apoyo para mejorar sus condiciones de vida y conseguir la independencia política?
Hombre:¿Sabe usted cómo es vivir aquí durante veintisiete años, como he vivido yo con mi familia, con mis hijos? ¿Tiene la más remota idea de cómo ha sido para nosotros?
MBR:Parece que se siente muy desesperado y se está preguntando si yo o cualquier otra persona puede realmente entender cómo es vivir en estas condiciones. ¿Le estoy escuchando bien?
Hombre:¿Quiere entenderlo? Dígame, ¿tiene usted hijos? ¿Van al colegio? ¿Tienen zonas de juego? ¡Mi hijo está enfermo! ¡Juega en las cloacas! ¡En su clase no hay libros! ¿Ha visto usted alguna vez una escuela sin libros?
MBR:Le escucho: es muy doloroso para usted criar a sus hijos aquí; le gustaría que yo supiera que lo que usted quiere es lo que todos los padres quieren para sus hijos: una buena educación, la oportunidad de jugar y crecer en un entorno saludable...
Hombre:¡Eso es! ¡Lo básico! Derechos humanos, ¿no es así como lo llaman ustedes, los estadounidenses? ¿Por qué no vienen más estadounidenses aquí y ven qué clase de derechos humanos están trayendo?
MBR:¿Le gustaría que más estadounidenses fueran conscientes del enorme sufrimiento que hay aquí y valoraran en profundidad las consecuencias de nuestras acciones políticas?
Nuestro diálogo continuó, él expresando su dolor durante veinte minutos más y yo escuchando el sentimiento y la necesidad que había detrás de cada frase. No expresé acuerdo o desacuerdo con él. Recibí sus palabras no como ataques, sino como regalos de un ser humano como yo, dispuesto a compartir su alma y lo más profundo y vulnerable de su ser conmigo.
Una vez aquel hombre se sintió comprendido, fue capaz de escucharme explicar cuál era mi propósito en ese campo. Una hora más tarde, la misma persona que me había llamado “asesino” me estaba invitando a su casa para compartir una cena de Ramadán.