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Capítulo Cuatro
El Entendimiento de la Esposa
Acerca de las Relaciones

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El Modelo de Dios

(Los conceptos de este capítulo han sido adaptados con permiso del material escrito por Stuart Scott, Pastor y Profesor del Seminario Bautista del Sur, Louisville, Kentucky.)1

Al aconsejar a las damas, frecuentemente oigo la queja, “Tengo un problema con una relación” o “Necesito ayuda para saber qué hacer sobre una relación en particular.” Su “problema” relacional puede ser con su madre, su hermano, su hijo, su amiga, su Pastor, su compañera de trabajo o su esposo. Como consejera, busco ejemplos de las Escrituras que ayuden a la esposa a ver un modelo piadoso que ella puede seguir. El mejor ejemplo que tenemos es el que encontramos en la Trinidad. Los miembros de la deidad son ejemplos vivientes para nosotros de una relación perfecta.

A Dios le importan las relaciones. Él caminó con Adán en lo fresco del día, se llevó a Enoc para estar con Él, dio a Noé Su favor. Comió, habló, e hizo un pacto con Abram. Consoló a Agar en el desierto y le dio esperanza. Providencialmente trajo a José a Egipto y lo preparó para un día futuro. Hasta dejó que Moisés viera su gloria de una manera especial. Hizo de David un rey y le dio un corazón completamente dedicado a Dios. Y proveyó la manera para que el hombre pecaminoso pudiera ser reconciliado con Él, por medio de la obra expiatoria de Jesucristo en la cruz.

Poco tiempo antes de su arresto y crucifixión, Jesús oró al Padre por aquellos quienes, eventualmente, pondrían su fe y confianza en Él. Basó su oración en la obra que estaba por hacer a favor de ellos en la cruz y cómo el Padre se glorificaría en ello. Pidió en oración a Dios, “Santifícalos en tu verdad,” y también pidió que los creyentes estuvieran unidos con Dios para que “todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti , que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste” Juan 17:21 (énfasis añadido).

Jesús también oró para que los creyentes tuvieran unidad perfecta y completa entre ellos. “La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado” Juan 17:22,23 (énfasis añadido).

Todo creyente tiene, de forma sobrenatural, la unión y posición por la cual Jesús oró en Juan diecisiete. Si son marido y esposa, también están unidos por Dios en “una carne” (Génesis 2:24). La palabra hebrea para “uno” es echad que quiere decir “uno, igual, completo, o de una vez.” La misma palabra es usada en Deuteronomio 6:4 para decir “el Señor es uno.”2 En otras palabras, de alguna manera Dios hace del marido y de la esposa “uno” como en la Trinidad, una unidad compuesta.

La unidad que Dios desea que Su pueblo tenga en sus relaciones sólo es posible por medio de Jesucristo. Mucho de lo que se perdió en la caída del hombre puede ser recuperado por la unión con Cristo, pues solamente en Cristo, la relación entre el esposo y la esposa puede ser piadosa, bondadosa y verdaderamente íntima.

La relación entre la deidad es nuestro modelo para toda relación. Desde la eternidad pasada, Dios (la Trinidad) ha establecido el modelo a seguir en todas nuestras relaciones. La relación dentro de la Trinidad es íntima y cercana. Así como hay armonía en la Trinidad, también puede haber armonía en la relación matrimonial. Dios tiene como propósito que tengamos esa experiencia. Tenemos que ir a Dios para ver este plan perfecto.

Dentro de la Trinidad hay ciertos ingredientes que se combinan para hacer que su relación sea perfectamente íntima y armoniosa. Estos ingredientes son las cualidades del carácter piadoso que cada miembro de la Trinidad posee desde siempre. Dios deseó que la humanidad tuviera muchas de estas mismas características. Pero desgraciadamente, el hombre pecaminoso ha pervertido cada característica piadosa dada originalmente a Adán y Eva. Al estudiar el siguiente cuadro, podrá ver fácilmente como la relación entre las personas se dañan.

Como puede ver, la Trinidad tiene unidad y armonía perfectas. “De hecho, los tres miembros de la Deidad están tan interrelacionados que parecen ser una sola persona, cuando en efecto, son tres.”3 Ya que los tres miembros de la deidad son nuestro ejemplo perfecto, tome un poco de tiempo pare leer con cuidado la siguiente explicación de cómo se relacionan los miembros de la Trinidad.

La Trinidad es una relación en la cual tres personas eternas (siendo cada una perfecta en carácter y totalmente igual en su ser, poder, y gloria) se revelan, se conocen y se aman bondadosa y perfectamente para el bien del otro dentro del contexto de un compromiso eterno. Cuando deciden proponer y lograr una meta, con el propósito de que haya orden y economía, Dios el Hijo y Dios el Espíritu se someten voluntariamente a Dios el Padre para que todo funcione de acuerdo con sus planes perfectos. Al trabajar juntos, están totalmente unidos en deseo, pensamiento y acción hasta que la meta se complete. Son una pluralidad dentro de una unidad.4

Características de la Trinidad

(resulta en armonía e intimidad perfecta)

1. Bondadoso, compasivo y misericordioso.

2. Abierto y transparente.

3. Muestra bondad hacia el otro al glorificar al otro.

4. Amor – actos de sacrificio para el otro.

5. Comunicación perfecta entre ellos.

6. Honesto y verdadero, comprometido a una norma justa.

7. Conocimiento y entendimiento perfecto entre ellos.

8. Confiable y fiel en sus relaciones.

9. Cuando trabajan en una obra, hay orden, un propósito, y subordinación voluntaria del Hijo y del Espíritu al Padre. (No hay intención de demandar sus “derechos.”)

Características del Hombre Caído

(resulta en una falta de armonía e intimidad)

1. No gentil, sin misericordia y cruel.

2. Cerrado, privado, y protector de sí mismo.

3. Muestra malicia haciendo pedazos al otro por edificarse a sí mismo.

4. Egoísta – los actos son para sí mismo.

5. Herirse entre ellos por no comunicarse bíblicamente.

6. Engañoso, mentiroso, y dedicado sólo a sí mismo.

7. Conocimiento y revelación limitada entre ellos.

8. Incierto, infiel, y falto de confianza, debido a que todo en su relación está condicionado. (“Si tú lo haces, entonces yo lo hago también…”)

9. Probablemente va a manipular con enojo, lágrimas, y amenazas para poder salirse con la suya. (Quizás se apega desesperadamente a sus “derechos.”)

Los esposos y esposas harían bien si aprendieran del patrón de Dios y se propusieran lograr (por la gracia de Dios) estas mismas características . De nuevo, ésa es la meta y deseo de Dios para nosotros (Efesios 5:22-23). Observe cuan grande amor hay dentro de la Trinidad. También, note la humildad. Aunque son seres iguales, el Hijo y el Espíritu se someten voluntariamente al Padre. Se comunican íntimamente entre ellos. No hay confusión, sólo armonía y unidad perfecta. La unidad perfecta es la norma de Dios dentro de la Trinidad.

¿Cuál, entonces, es la norma de Dios para la humanidad dentro de sus relaciones?

La norma de Dios para el hombre dentro de sus relaciones es de ser y conducirse como el Señor Jesucristo. Ya hemos visto que Jesús oró en el jardín de Getsemaní que “todos (creyentes) sean uno, como tú, oh Padre en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotrosJuan 17:22-23 (énfasis añadido). Las oraciones de nuestro Señor para nosotros no han cesado. “por lo cual también puede salvar perpetuamente a los que por Él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hebreos 7:25).

Para que usted sea perfeccionado en unidad, tiene que dejar de hacerse preguntas como “¿Qué hará por mí? O “¿Qué voy a sacar yo de esto?” o “Cómo va a satisfacer mis deseos (necesidades)?” En cambio, pregúntese “¿Cómo podemos glorificar a Dios?” o “Cómo podemos andar en una manera agradable a Dios, disfrutando al hacerlo?” Deje que su ambición sea como la de Pablo, la cual fue “serle agradable” (2 Corintios 5:9). Además, Pablo consideró tan importante el asunto de agradar a Dios que describe su propósito entero en la vida con las palabras “el vivir es Cristo (Filipenses 1:21).

Por naturaleza nos exaltamos, y cuando lo hacemos somos como el Rey Belsasar de Caldea a quien Dios dijo por medio del profeta Daniel, “Sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecidoy al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste” (Daniel 5:23). Poco después de esta advertencia, Belsasar miró con terror mientras una mano enviada por Dios escribió una inscripción en la pared. La inscripción explicó el fin inminente del reino de Belsasar. Esa noche, Belsasar fue asesinado. ¿Fue un insulto peor que el Rey Belsasar no glorificara a Dios o que nosotros no lo hagamos? Por supuesto que no. Dios quiere que nosotros le glorifiquemos y le sirvamos, que pensemos y nos conduzcamos como Jesucristo lo hizo, y que participemos activamente en el proceso de ser “conformados a la imagen de su Hijo” (Romanos 8:29).

Dios quiere que dejemos de vivir para nuestro ser, que dejemos de destruir relaciones, y que empecemos a vivir para Él. Pablo escribió a la iglesia en Corinto diciendo, “…para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos” 2 Corintios 5:15 (énfasis añadido). Es fácil vivir para una misma, pero al final no trae satisfacción y lo deja a una vacía. Tal vez esté pensando, “Estoy dispuesta a esforzarme para tener una relación más íntima con mi marido, pero él no.” Si él no está dispuesto a comunicarse o es cruel y usted aún le responde de forma piadosa, entonces sufre a causa de la justicia y Dios va a suplir sus necesidades. (Para más información acerca del pecado de un marido, véase el Capítulo Catorce).

Cuando usted acude a Dios y desea tener una relación normal con su marido, tiene que llegar a ser como Jesús y portarse como Él (Para más información acerca de cómo llegar a ser más como Jesús, véase el Capítulo Cinco) y Para ser como Cristo, tiene que pensar y actuar como Cristo. Para llevar a cabo esta meta, su motivación debe cambiar de “¿Qué puedo sacar yo de esto?” a “¿Qué puedo dar?” (Leer 1 Corintios 13:5; Filipenses 2:2-3). Por tanto, no debe esperar agradecimiento ni reconocimiento, sino saber que está cumpliendo su deber mínimo con Dios. Jesús nos comparó al esclavo quien solamente hizo lo que debía:

A sí también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos. / Lucas 17:10, énfasis añadido

Dar de sí misma a su esposo no es hacer más o ir más allá de su deber, sino cumplir su deber. Debe ser bondadosa con su marido y ser abierta, transparente, y honesta con él. Quizás luche con ser abierta, transparente y honesta y, si es así, la razón puede ser porque una persona pecaminosa:

...busca aislarse.

...busca estar en control.

...busca protegerse de ser herida/del dolor.

...busca esconderse.

...tiene la tendencia a enfocarse en sí misma.

Porque nuestra tendencia natural es hacia “nosotros mismos”, es importante estar diariamente en la Palabra de Dios que es “viva y eficaz” y “discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12). El Espíritu Santo usará la Palabra Sagrada de Dios para convencerle al nivel más profundo, para que su motivación en su relación con su marido sea para la gloria de Dios en vez de para sí misma.

En su relación con su marido, Dios quiere que se comunique con amor y que experimente una intimidad piadosa a través de compartir pensamientos, deseos presentes y futuros, aspiraciones, metas, luchas, y lecciones espirituales. Él quiere que usted sea abierta, honesta y transparente. Sus palabras deben ser edificantes, sus actos sacrificiales y su motivo debe ser la gloria de Dios. Acuérdese de que su modelo para la unidad es la Trinidad. Él quiere no solamente que sea como Jesús, sino que también ayude a su esposo a ser lo más semejante a Jesús. Su propia transformación en ser más y más como Jesús es el proceso de santificación progresiva. Cuando usted y su marido cristiano se ayudan mutuamente a ser más como Jesús, eso es el proceso de santificación mutua. La santificación progresiva y la santificación mutua serán explicadas en el próximo capítulo.

La esposa excelente

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