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Capítulo 02 Las reglas del juego Aquella autopista al sexo sin límites

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He fallado más de 9.000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 juegos. 26 veces han confiado en mí para realizar el tiro que ganaba el partido y lo he fallado. He fracasado una y otra vez en mi vida y es por eso que he triunfado.

Michael Jordan

Jugar es aprender una habilidad. De esta forma crecemos y aprendemos a caminar, a hablar e incluso a sociabilizar. En los primeros años de vida, gran parte de nuestra experiencia se construye jugando. Este proceso de aprendizaje lúdico comienza a perder importancia y efectividad cuando (tanto en la educación formal con en la no formal) se nos inculca que sólo es significativo ganar. La realidad es otra. El concepto de ganar lleva consigo el de perder; la única forma de capitalizar la derrota es lograr aprender de ella: eso nos acerca un paso más a la victoria.

Así es que, mientras juega, el jugador de fútbol se entrena para obtener la habilidad suficiente y asestar el tiro siguiente con mayor elegancia y en una dirección más acertada que los anteriores. ¿Cuántas veces puede equivocarse un hombre? No hay siquiera una vez que sea igual a la precedente.

Una analogía con el videojuego

Pertenecemos a la generación del videogame, que conoce perfectamente este concepto. Crecimos rodeados de la posibilidad de aumentar skills (habilidades en los videojuegos) en base a la repetición de patrones, y recibir el correspondiente premio a medida que superamos distintos niveles. A diferencia del modo en que se opera comúnmente en el terreno social, en el videojuego no se descarta totalmente al perdedor, sino que se le da la posibilidad infinita de recomenzar hasta convertirse en un gran jugador, un maestro del juego. Sólo la falta de persistencia en este objetivo puede amenazar su consecución. El game over es siempre una posibilidad de empezar nuevamente y eso es lo que hacemos, siempre que el juego aún nos parezca divertido.

Nosotros jugamos el juego de la seducción

Como en cualquier juego, hay variables que hacen de la seducción una experiencia lúdica y gozosa. Siempre se juega por placer; nunca se toma el mando de una consola con la intención de pasar un mal rato. Incluso si la inexperiencia en un juego determinado nos llevara a desarrollarlo mal, a perder o a dar con obstáculos muy difíciles de superar, jamás pensaríamos en buscar una ventana para arrojarnos por ella. Sabemos que se trata de un videogame y que podemos recomenzarlo tantas veces como queramos. Lo mismo sucede en cualquier venue1 (una discoteca, por ejemplo): nos ofrece enormes posibilidades de desarrollar la habilidad, de jugar y, en particular, de disfrutar de todo el proceso de aprendizaje.

Si comenzamos a practicar, nos acercamos a una mujer, intentamos nuestro primer opener y éste no funciona, en lugar de pensar en saltar por la primera ventana disponible, recordaremos que se trata tan sólo de un juego. A partir de ese momento, analizaremos cuáles pueden haber sido los motivos del rechazo en ese primer intento (a lo largo de los capítulos que siguen identificaremos varias causas posibles y también sugeriremos alternativas de acción). Como hacemos con los videojuegos, en lugar de perder tiempo lamentándonos, inmediatamente pulsaremos restart para recomenzar el juego y volver a poner a prueba nuestra habilidad, sólo que esta vez lo intentaremos con otra mujer.

Tal vez sea difícil de percibir en ese instante, pero en esta segunda oportunidad habremos desarrollado nuestros skills en base al análisis y la experiencia y, de ese modo, dispondremos de una gran cantidad de información y de recursos relevantes que nos permitirán superar con eficacia el siguiente desafío.

Con esa misma lógica funcionan también los videogames. Para poner un ejemplo típico, recordemos el archiconocido Super Mario Bros2: una vez terminada la primera pantalla, nos topábamos con el primer monstruo con su disfraz de Rey Koopa; sólo al superarlo podíamos acceder al siguiente nivel. ¿Cuál era el desenlace más frecuente en los primeros intentos? Más allá de la excelencia con que hubiéramos atravesado los desafíos previos del nivel, ese último obstáculo nos sorprendía sin los recursos necesarios para superarlo y, en consecuencia, perdíamos.

Después de acceder varias veces a esta última pantalla, el recuerdo de los movimientos del enemigo y nuestro perfeccionamiento en el uso del personaje animado nos permitían pasar de nivel sin mayores dificultades y enfrentar nuevos obstáculos en el siguiente, donde probablemente volvía a suceder lo mismo. A lo largo de todo el juego se repetiría la dinámica de jugar hasta toparnos con una dificultad en principio infranqueable, que nos obligaba a perfeccionar nuestras habilidades. Ése es el funcionamiento de prácticamente todos los videojuegos y de gran parte de los juegos analógicos en los que siempre intervinimos (tanto un partido de fútbol como una partida de ajedrez).

La habilidad hace al jugador

Al poner el foco en el desarrollo de la experiencia y la habilidad, perderán importancia los pequeños desafíos del comienzo y los posibles errores que cometamos. Así podremos concentrarnos en aprender este arte hasta llevarlo a la perfección. Para eso, en un principio, no procuraremos atraer la atención de una mujer en particular. Lo más importante será, en cambio, aprender de nuestras posibilidades y superarnos en ellas; conocer y dominar las técnicas, los recursos y las herramientas fundamentales para que, cuando lleguemos al nivel adecuado, podamos elegir y seducir a las mujeres con más clase y atractivo del lugar.

Sí, nuestro objetivo es ganar este juego. Pero sólo es posible lograrlo realmente si disfrutamos de todo el proceso y, especialmente, si aprendemos a perder. Terminar un juego en el quinto puesto puede parecer una derrota, pero si el día o el mes anterior ocupábamos el vigésimo cuarto lugar, será más justo considerarlo una gran victoria. Un nuevo escalón hacia lo más alto del podio.

Cualquier deportista ganador avanza paso a paso, para que su habilidad siempre guarde relación con el esfuerzo que está a punto de realizar. Así proceden los grandes campeones.

Con el seductor ocurre algo similar en lo que respecta a mujeres, sexo y amor. La buena noticia es que en el arte de la seducción siempre podremos llegar más lejos, pues eso depende sólo de nuestra voluntad, esfuerzo y práctica.

La estructura detallada en el capítulo anterior es una guía resumida de los distintos niveles que deberemos superar para obtener la maestría en este estilo de vida tan placentero.

El único modo de alcanzar el último nivel del juego (en este caso, la fase final S3) consiste en superar con solidez cada una de las etapas anteriores. El enfoque actual se centra en salir y practicar A1, pero siempre con la mira puesta en A2. Luego vendrán las fases siguientes. Éstas, por cierto, llegarán solas a medida que ganemos experiencia en el campo.

Como ya lo mencionamos, en el aprendizaje de la seducción no hay límites. Apostemos a avanzar siempre que podamos y consideremos que cada paso resulta vital para poder dar el siguiente. En menos tiempo del que imaginamos, estaremos disfrutando las mieles de ser nosotros los que ponemos las reglas del juego. Y, sin duda, éste será uno de los más divertidos de nuestras vidas.

1 Cualquier espacio donde se produzca una interacción y se desarrolle el proceso de seducción. Ver Glosario

2 Videojuego de plataformas producido por la compañía Nintendo en 1985.

A jugar Breves reglas para hacerlo y divertirse:

1. Lo que importa es el proceso de aprendizaje. Es muy valioso también el resultado, pero como consecuencia de disfrutar del aprendizaje (y de hacer disfrutar a los demás).

2. Nada es realmente tan importante. No hay razón para preocuparse por pequeñas caídas o rechazos. Al sentirse perdido, lo mejor es visualizar todo como si fuera un videojuego y trazar una nueva misión a cumplir.

3. Practicar la sonrisa. En este juego, siempre gana el que mejor la pasa. Hay que ir con intenciones de romper la noche y probar cosas nuevas para lograr que cada salida resulte una aventura interesante. Que esto sea así depende exclusivamente de nosotros.

4. Crecimiento exponencial. Cuánto más se practica, mejores resultados se obtienen. Buenos resultados provocan más deseos de practicar. La práctica hace al maestro.

5. Romper las reglas. Todo lo aprendido y aplicado en los próximos meses/años constituirá una guía para nuestra realización como seres humanos (lo que incluye ser exitoso con las mujeres). Una vez asimilados los lineamientos necesarios para ser efectivo, cada uno construirá su propio método, una forma original y única de jugar el juego.

Field Report --> Diego. El juego. En este FR Diego disfruta de la interacción aplicando el timing correcto y las rutinas necesarias para realizar un correcto cambio de fases.

Pelea en el ring con la chica top del gimnasio

«Para ser sincero, hay muy pocas chicas que practiquen boxeo y menos aún que sean lindas, pero siempre hay excepciones.

Esta chica hace tiempo que viene al gimnasio, aunque cada tanto deja un par de meses y después vuelve a aparecer. Se nota que mis hermanos menores y yo la atraemos (a veces viene antes de que empiece la clase y mira cómo entrenamos).

Dentro del gimnasio, tengo la ventaja de ser uno de los mejores boxeadores y, además, el mayor de mis hermanos (liderazgo y protección de los seres queridos). Pero en realidad nunca se dio una situación de diálogo con ella (bah, muy pocas veces), además de que entrenamos en lugares separados.

En la última clase, ella llegó con su hermanito mientras yo entrenaba con la bolsa. Nos saludamos con un “hola” y seguí con la mía. La bolsa está cerca de donde la gente se puede sentar para ver las clases, por lo que ella estaba a menos de dos metros y se me ocurrió que era hora de empezar a jugar, ¡a ser un Aven 24 horas!

Fui para el baño, pasé cerca de ella, tomé agua y al volver le pedí que me registrara el tiempo de tres minutos con la bolsa. Accedió y para medir el tiempo sacó su teléfono del bolso.

Quise hacer esto para que estuviera invirtiendo tiempo en mí, como cuando le das tu sombrero a una mujer dentro del venue y queda pendiente de vos. En este caso, también me daba la oportunidad de poder hablar con ella mientras entrenaba. La tuve unos cuatro rounds, con un minuto de descanso de por medio (un total de 16 minutos) y en los primeros tiempos de descanso le hablaba un rato.

Después la dejé ahí y no pasó nada hasta el final de la clase. Mientras cada uno guardaba sus cosas, nos quedamos hablando y la desafié a una pelea. Me dejé perder y me dijo que otro día hacíamos la revancha. Necesitaba una forma de contactarla para que la interacción no quedara ahí. Entonces, como sabía que estaba con el teléfono con el que me había cronometrado, le pregunté si estaba conectada al Facebook, y le sugerí que me agregara, así coordinábamos la siguiente pelea. Sin más, me buscó y me agregó. Si era un boliche la besaba, jajaja.

Fue un buen set, todo fluido. Hacía tiempo que quería jugarla: la típica chica linda del gimnasio con la que cuesta arrancar. Ahora ya la tengo en mi Facebook. Falta trabajo, pero es un paso necesario. De hecho, ninguno de mis compañeros de box tiene este ontacto, así que corro con ventaja. ¡Próximamente, novedades!»

El juego de la seducción

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