Читать книгу Tecnologías educativas para la inclusión - Matilde Bolaño García - Страница 14
El currículo como medio para fortalecer los procesos formativos
ОглавлениеLa construcción del currículo debe obedecer a una perspectiva, si se quiere profética, de lo que se espera lograr con los educandos, por lo cual el docente requiere conocer muy bien los lineamientos del MEN y el contexto de su comunidad, para así adaptar las estrategias y actividades a las características de sus estudiantes, y no lo contrario, que sean los estudiantes quienes deban adaptarse a las estrategias del docente (ver la ilustración 2).
Ilustración 2. Las TIC en el currículo escolar
Fuente: Elaboración propia.
Es decir, el docente estará formado e informado de los procesos que se vienen llevando a cabo con los educandos para poder en cierta medida garantizar aprendizajes significativos en los y las estudiantes; un currículo donde los procesos sean continuados. Por ejemplo, que se articule coherentemente un grado con el siguiente, recordando siempre el propósito preestablecido para cada nivel. En Colombia, existen los estándares por niveles de grados, donde se indica lo que precisan saber cómo mínimo todos los estudiantes del país, y, con base en ese parámetro nacional, se evalúan todas las instituciones. Esto es algo un poco enigmático, porque en el interior del país existen regiones divididas en subregiones que forman diferentes comunidades, donde cada una cuenta con particularidades diferentes. Por ello, en el momento de evaluar los desempeños de los escolares, deben examinarse factores como su cultura, su lengua y su ubicación geográfica. ¿Puede usarse el currículo como medio para fortalecer el aprendizaje y la cualificación académica? En efecto, el currículo es la mejor manera para lograr que las sociedades se desarrollen y alcancen mejores niveles de calidad de vida para sus ciudadanos. Para esto, los docentes deben elaborar y desarrollar currículos que apunten a ese propósito, haciéndose necesario atender a políticas, culturas y prácticas más inclusivas, lo cual abordaremos más adelante.
Ahora bien, haciendo énfasis en el currículo integral, uno de los aspectos con más carencia en esta nueva época son los valores, requiriendo una relación directa con las bases teóricas y prácticas para la transformación social. Generalmente, la ruptura familiar ha originado una inestabilidad emocional acompañada de una nula orientación y vigilancia tecnológica. Seguramente, ello redundará en el uso inadecuado de la tecnología y un rendimiento escolar poco satisfactorio (Parra Logroño, 2020).
Por tal motivo, se abordará una de las tendencias, no solo educativas sino culturales y sociales de la actualidad: las TIC y la necesidad de vincularlas eficientemente en este proceso educativo.
En el curso del tiempo surgen nuevos modelos que traen como resultado avances y mejoras a nivel educativo. A continuación, se hablará del modelo disciplinar y el modelo integral. El modelo tradicional está basado en contenidos orientados bajo una asignatura y que excluyen por completo el aprendizaje fuera del aula; en este modelo no hay un aprendizaje significativo o situado, los alumnos aprenden de los contenidos dados por los docentes, pero no son guiados al aprendizaje a través de las experiencias. Por tal razón, comienza a tomar auge, aun con los fundamentos del modelo tradicional, la globalización curricular propia del modelo disciplinar, el cual es el que predomina hoy día en las escuelas; este modelo es caracterizado por la rigidez del tradicional, por el currículo y los contenidos tomados del texto, los cuales deben ser abordados por el profesor en el aula de clases.
Siendo sus bases tan similares a las del modelo tradicional y en busca de óptimos resultados, se fundamenta el modelo integral, el cual da un giro a la educación. Este aparece bajo el nombre de modelo integrador, caracterizado por actividades que van enfocadas al contenido, que tienen en cuenta las capacidades, habilidades y destrezas propias de la etapa y el tema tratado, pero en el momento necesario para resolver un problema planteado o para llevar a cabo un proyecto determinado; además, plantea un seguimiento disciplinar durante el proceso, el cual hay que realizar al comienzo y al final del proceso de enseñanza-aprendizaje con el fin de dar solución a los problemas que se presenten. Este modelo no se fundamenta en los resultados, se fundamenta en la práctica de dicho aprendizaje.
Si se establecen diferencias entre estos dos enfoques, se podría decir que son muchas. La principal diferencia es que en el modelo tradicional el aprendizaje y la actividad del alumno giran alrededor de los conocimientos de las distintas disciplinas, mientras que en el integrador lo importante es la elaboración de la tarea encomendada. En el primero, los estudiantes no son capacitados para poner sus conocimientos en práctica, solo estudian para no reprobar la materia y pasar al siguiente nivel; en el modelo integral, se capacita al estudiante para abordar los asuntos que le plantea la vida.
El modelo disciplinar se caracteriza por las habilidades y destrezas que el estudiante debe dominar. Aunque se maneja desde la perspectiva interdisciplinar, el aprendizaje se dará teniendo en cuenta los contenidos y los objetivos que estos deben alcanzar. En cuanto al enfoque integrador, este reconoce las competencias y los conocimientos que tenga el estudiante sobre los temas que serán tratados, los cuales, a su vez, serán utilizados para resolver problemas que se presentan en el proceso educativo, esto significa que todo lo que se trabaja y se aprende está sustentado sobre unas bases fijas, lo que se conoce como aprendizaje situado. En el proceso educativo es necesario que el estudiante esté en una constante utilización de las herramientas tecnológicas, puesto que estas permiten incorporar conocimiento del exterior al interior del aula de clase y hacer una transversalidad entre las asignaturas, para estimular un planteamiento interdisciplinar; la conexión de los aprendizajes aislados será fundamental, así como la funcionalidad y significatividad que para los escolares represente el tema dado dentro del aula de clase.
Por otro lado, el modelo globalizador o integrador parte de un problema concreto o un proyecto que se debe ser cercano a los estudiantes, de modo que, a medida que vayan dándole solución a este problema, adquieran nuevos conocimientos y destrezas para conseguir el objetivo propuesto. Esta es una manera de llegar a la malla curricular establecida de una manera inductiva, desde la experiencia hacia los contenidos. El modelo logra integrar las herramientas tecnológicas al proceso educativo manteniendo unidas la acción de la escuela y la sociedad. Este modelo curricular se corresponde con lo que García Castaño y Carrasco (2011) denominan el trabajo integrado en educación.
En concordancia con Barros del Río et al. (2020), Riverón Rodríguez et al. (2020) y Sauleda (2020), la escuela tiene que llevar a efecto una actividad en la cual integre y dé respuesta de manera conjunta a los diferentes actores educativos sobre la cualificación integral de sus educandos, apoyándose en métodos telecolaborativos en los que hace uso de las tecnologías, crea entornos virtuales y propicia la colaboración intercultural y nuevas maneras de aprender. Por ende, se hace necesario implementar tendencias, metodologías y recursos TIC para la enseñanza y el aprendizaje.
Con la efectiva relación familia-profesorado, se procura obtener excelentes oportunidades de aprendizaje para los estudiantes, ofreciéndoles un contexto familiar coherente y consistente con el clima escolar y las estrategias acordadas, con metas comunes, con la integración de los representantes de las familias en la toma de decisiones, con el fomento de la asociación de madres y padres de familia, para considerar sus puntos de vista y hacerlos partícipes del proceso (Sauleda, 2020).
No hay que olvidar que, para trabajar el cambio de actitudes, se hay que poner en práctica el derecho que todo ser humano tiene a una educación de calidad, respetando la diversidad en entornos inclusivos, haciéndose necesario poner en marcha programas de sensibilización (Barros del Río et al., 2020).