Читать книгу Guitarrista Sordomudo - Max Marshall - Страница 9

Como la ambulancia corrió por las calles, sus sirenas gritando gemimos lastimeramente en la noche, Xavier se aferró a la conciencia con cada fibra de su ser. Los eventos del accidente brilló a través de su mente como fragmentos de un destrozado sueño, cada momento grabado en su memoria con dolorosa claridad.

Cuando llegaron al hospital, un equipo de médicos y enfermeras saludó a Xavier con sonrisas suaves y tranquilizadoras palabras, sus caras un faro de esperanza en medio del caos. Con la practica de la eficiencia, que llevaron a él a un brillante y animado barrio, donde las máquinas sonó rítmica y voces murmuraban en voz baja.

Durante horas, Xavier yacía en el estéril de cama blanca, su cuerpo destrozado por el dolor y su mente se nubla con confusión. Pero incluso a medida que los médicos trabajaron incansablemente para reparar su cuerpo roto, una sensación de inquietud atormentaban Xavier del corazón – un silencio de terror, que le susurró de una pérdida mucho mayor que la de cualquier daño físico.

Y entonces, como las horas que se extendió hasta la eternidad, la verdad fue revelada con devastadoras claridad. Los médicos se acercó a Xavier con sombrío expresiones, sus palabras pesado con tristeza como dieron la noticia que cambiaría su vida para siempre.

– Hombre joven de ellos dijo suavemente,

– Me temo que el accidente ha causado un daño irreparable a sus oídos. Has perdido a tu audiencia.

En primer lugar, Xavier no podía comprender la magnitud de sus palabras. Se sentía como si el suelo habían sido arrancados de debajo de él, dejándolo a la deriva en un mar de silencio. Él deseaba oír la reconfortante voces de sus padres, las risas de sus amigos, la melodía de sus canciones favoritas, pero todo lo que oyó fue el vacío de sus propios pensamientos.

Como la realidad de su sordera se hundió en, Xavier sintió una oleada de dolor de lavado sobre él, amenaza con propagarse a él en la desesperación. Él lloraba la pérdida de los sonidos que alguna vez había llenado su mundo con la alegría y el asombro, la sinfonía de la vida que habían sido silenciados en un instante.