Читать книгу Manual de psicoterapia emocional sistémica - Mercedes Bermejo Boixareu - Страница 19

3.2 Proliferación de las primeras escuelas de terapia familiar

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Para la cibernética, el objeto de estudio son las operaciones que se dan en un sistema para mantener una organización concreta, y el cibernetista, el encargado de observar dichas operaciones. Esta observación se realizaba bajo la premisa de que el cibernetista es un observador externo, ajeno al sistema y todas sus recursividades; por lo tanto, dados sus conocimientos, imparcial.

Los psicoterapeutas sistémicos adscritos a la primera cibernética aplicaban estos principios al considerarse a sí mismos observadores externos ajenos a la familia sobre la que hacían intervenciones desde el rol de expertos.

A continuación revisaremos las principales escuelas que surgieron tras la aparición de la terapia familiar y que se circunscribían en la denominada «cibernética de primer orden».

3.2.a Escuela Intergeneracional: Las investigaciones y estudios de Ivan Boszormenyi-Nagy y sobre todo de Murray Bowen, dos psiquiatras psicoanalistas, que tienen lugar en los años sesenta, dan forma a esta escuela que mantiene que los problemas de los pacientes provienen de la historia familiar. Dichos problemas se heredan en forma de lealtades, mitos o creencias y tienen una fuerte influencia sobre el funcionamiento familiar, el de pareja, el individuo en su problemática actual.

Murray Bowen introdujo el concepto de «diferenciación» (Bowen, 1991) a partir de los estudios realizados a pacientes con esquizofrenia y a sus familiares. Utilizó este concepto para referirse al grado de individualidad que las personas mantienen frente a la pertenencia a un sistema relacional. Personas poco diferenciadas de su familia de origen son especialmente reactivas a nivel emocional a los mandatos, lealtades, expectativas que provienen de sus familias de origen, alterando el proceso de individualización y permaneciendo en una relación de fusión que Bowen describe como una misma piel emocional.

Otros autores, como Nagy y James Framo, continuaron esta línea de investigación, muy influenciada por la terapia familiar orientada al insight de Nathan Ackerman. El objetivo se centraba en acompañar a los pacientes a ser conscientes de estas herencias intergeneracionales y realizar cambios en las relaciones familiares que facilitasen procesos de individuación para protegerse de las lealtades familiares (Boszomenyi-Nagy, 1986) o las triangulaciones y lograr un crecimiento personal.

3.2.b Escuela Estratégica: Uno de los aportes más relevantes de esta escuela, instituida a partir de los estudios de J. Haley, reside en la afirmación de que el problema de los pacientes está en los intentos de solución que siguen al problema y que se dan en la familia o en el sistema relacional al que pertenece el paciente identificado.

Así pues, los problemas son las tentativas de solución, que no solo no funcionan para cambiar, sino que perpetúan y sostienen la problemática, obteniendo de este modo más de lo mismo. Estas tentativas representan el elemento central y obligan al terapeuta a realizar una profunda anatomía de las secuencias interaccionales que acompañan al síntoma y a intervenir sobre ellas estratégicamente para romper el círculo vicioso y alterar el procedimiento instaurado en la familia y el paciente.

Desde esta escuela, pierde importancia el origen del problema y su conformación, y recobra valor el proceso por el cual se retroalimenta, bajo la máxima de que el comportamiento que sigue al comportamiento problemático perpetúa el problema (Haley, 1987).

Más adelante, de la convivencia de Haley con Minuchin y el enfoque estructural, se creará la visión de que la jerarquía en la familia es uno de los elementos que interviene sobre el problema. Cómo está repartido el poder dentro de un sistema familiar constituye, para esta escuela, un elemento directo sobre el mantenimiento de la problemática.

3.2.c Escuela Estructural: Gracias al trabajo que Salvador Minuchin realizó en Filadelfia, en la Clínica de Orientación familiar, en los años sesenta se conformó la Escuela Estructural. Es una de las escuelas más relevantes, dentro de la sistémica, que aporta una descripción de las características estructurales de las familias de los pacientes.

Para esta escuela, el problema está en la estructura de la familia, ya que su rigidez le impide adaptarse a las necesidades de sus miembros.

El objetivo está en construir un completo mapa familiar que incluya todos los elementos descritos por Minuchin y que conforman la estructura de la familia, como por ejemplo los mitos familiares, los subsistemas, el tipo de familia (aglutinada o desestructurada), el tipo de límites (flexibles o rígidos), el reparto de poder dentro del sistema familiar, o las alianzas y coaliciones que existen entre los miembros que lo componen (Minuchin, 1984).

Todos estos elementos de la estructura son objeto de intervenciones directivas por parte del terapeuta. El síntoma es un mecanismo de adaptación a dicha estructura, de la que el paciente forma parte.

Sobre esta escuela, realmente relevante, se han realizado multitud de trabajos e investigaciones y sirvió para facilitar una guía a los terapeutas que les permitía objetivar su trabajo y saber qué estaba mal y qué estaba bien en la estructura de la familia, fomentando una evaluación y una intervención concreta y observable.

3.2.d Escuela de Milán: Para esta escuela, de fuerte influencia psicoanalítica en sus comienzos, y comandada por autores como Mara Selvini o Luigi Boscolo, el problema del paciente es, en realidad, una solución a otros problemas que existen en el sistema familiar, pero que permanecen latentes u ocultos. Estos autores, además, especifican que estos problemas subyacentes son de carácter intergeneracional: pasan de padres a hijos.

Desarrollaron el término «juego familiar» para describir las secuencias interaccionales que se dan en la familia en torno al síntoma. Estas secuencias son, en realidad, un funcionamiento familiar donde el síntoma o problema del paciente es un elemento más del juego y cumple una función en él (Selvini, 1990).

De esta forma, el síntoma o problema se concibe como la adaptación de un individuo a unas secuencias interaccionales que se dan en la familia y que se mantienen a partir de una mitología y unas normas rígidas. El síntoma contribuye al mantenimiento del juego familiar, canalizando todas las tensiones irresueltas que permanecen ocultas y protegiendo a la familia de estas.

A lo largo de su existencia, la Escuela de Milán ha optado por un abordaje diferente de estos juegos. En un primer momento optó por modelos comunicacionalistas que entremezclaban la naturaleza psicoanalítica de los auto-res con las aportaciones de la Escuela de Palo Alto y específicamente con la Teoría de la Comunicación. En seguida se intervino mediante prescripciones directivas para alterar el juego; sin embargo, más adelante, estas prescripciones se sustituyeron por estilos de intervención paradójicos (Selvini, 1988) que ayudaban a sortear las fuertes resistencias de las familias.

Ya en la década de los ochenta se modifican los procesos de entrevistas al interpretar que el proceso de obtención de información es un elemento igual o más importante que la técnica empleada para lograr el cambio (Selvini et al., 1980); para ello se fomentan la circularidad en las preguntas planteadas, la neutralidad en la relación terapéutica y la hipotetización como instrumento de trabajo.

La Escuela de Milán entiende que el paciente es el que se sacrifica, a través de su síntoma, por la familia para evitar que surjan esas problemáticas que amenazan la estabilidad del sistema familiar.

Gracias al rigor científico de los miembros de esta escuela, se realizaron aportes realmente significativos para la sistémica. Ejemplos de estos son las preguntas circulares, las prescripciones paradójicas, la prescripción invariable o el trabajo con equipo terapéutico.

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