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Capítulo 1 Sexo fácil, consecuencias complicadas

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Hace algún tiempo, cuando escribí un artículo científico sobre cómo las actitudes desarrolladas en la etapa del noviazgo afectan la calidad y la satisfacción del futuro matrimonio, me hallé con la inmensa dificultad de encontrar publicaciones científicas acerca del noviazgo entre adolescentes y jóvenes. Me pareció extraño. Después de todo, el noviazgo entre adolescentes y jóvenes ¿no es una realidad totalmente difundida, incluso a una edad temprana? ¿Por qué no hay casi nada sobre esto? Entonces, se me ocurrió que tal vez podría ser un buen comienzo la idea de buscar algo sobre ficar, término portugués que se refiere a las relaciones informales y fugaces, a menudo de solo una noche. ¡Y me sorprendió cuando encontré mucho material sobre este tipo de relación! De hecho, no debería haberme sorprendido tanto, ya que recibo muchas solicitudes de asesoramiento de jóvenes que hacen preguntas sobre sus experiencias con esta clase de relaciones efímeras.

Y ¿qué tiene que ver esto con el hecho de que el sexo es tan común hoy en día en las relaciones prematrimoniales? Estas relaciones informales, sin componente afectivo, se caracterizan por la falta de compromiso, la brevedad de la relación y la presencia no obligatoria de un sentimiento, digamos, “serio” por parte de otra persona. En otras palabras, es una relación libre. Las dos personas involucradas no necesitan tener algún tipo de afecto mutuo (recuerda que el afecto es diferente de la atracción física o el interés; es más elaborado, más profundo, más sólido). Finalmente, en esta clase de relaciones informales, debe haber atracción física o sexual, y el deseo de satisfacer sus deseos en cuestión de minutos u horas, y puede extender esta relación por unos días, pero manteniendo las reglas de desconexión.

Más allá de esta descripción, es un tipo de relación en la que las dos personas involucradas buscan el placer a partir de la seducción, y lo que suceda a partir de allí dependerá del deseo común de los dos: besos, abrazos, “toqueteos”, caricias sexuales, o incluso sexo casual.

Cierta vez, un grupo de jóvenes definió estas relaciones informales como “la oportunidad de besarse y estimularse mediante toqueteos solo por una noche, solo para ‘disfrutar’ sin compromiso. Y luego podemos encontrarnos nuevamente para hacer lo mismo o no. Dependerá de si ‘hay química’ o si nos gustaron los ‘toqueteos’. Si no nos gustó, no hay problema. Actuamos como si nada hubiera pasado.”

“Toquetearse” sin querer tener relaciones sexuales o, al menos, estimularse sexualmente, es muy difícil. Nuestro cuerpo reacciona muy bien ante los estímulos, especialmente en zonas erógenas (senos, muslos, glúteos, órganos sexuales, cuello, etc.). Se trata de “acción y reacción”. A menudo, incluso podemos pensar que un beso en la boca no representa ningún peligro para la relación de noviazgo. Por supuesto, hay besos y besos. Pero un beso largo, “acalorado” y bien dado produce sensaciones y deseos sexuales. No es de extrañar que las relaciones sexuales generalmente comiencen a partir de un beso, que tomará nuevas proporciones hasta que la pareja tenga relaciones sexuales. Por lo tanto, es importante, de hecho, cuidar la intensidad del beso cuando la pareja decide no participar sexualmente en el período del noviazgo. De lo contrario, es como poner leña al fuego, sin querer que se encienda.

Y, si un beso puede producir reacciones físicas de placer y estimulación sexual (no es raro que los hombres tengan erecciones y que las mujeres tengan lubricación vaginal durante un beso prolongado en la boca), cuánto más si es acompañado por caricias en partes estimulantes del cuerpo. ¡No hay duda de que esto es delicioso! Pero, la precaución se hace necesaria, porque cuando se estimula el centro del placer, nuestra capacidad de razonamiento disminuye. Por eso, muchas parejas, después de tener relaciones sexuales, dicen esto: “Nos estábamos besando y acariciando mutuamente. Estábamos seguros de que no pasaría nada más. Pero, de repente sucedió. Cuando nos dimos cuenta, ya habíamos tenido relaciones sexuales”. Por lo tanto, no es prudente suponer que la decisión de no tener relaciones sexuales antes del matrimonio será suficiente para que no ocurra la intimidad sexual. Al mismo tiempo, debe haber actitudes de precaución de ambas partes de la pareja.

Pero, volviendo al tema de las relaciones informales efímeras, lo que generalmente está involucrado en motivar esta relación es la posibilidad de la satisfacción inmediata de los deseos. Y este carácter impulsivo casi siempre termina camuflando la necesidad de que, tanto el muchacho como la chica, evalúen racionalmente las características del otro, lo que sería interesante para tener en cuenta a la hora de elegir a alguien con quien ponerse de novio. Después de todo, si la intención es solo besarse, la pregunta que se hacen es: “¿Por qué considerar cómo es realmente la persona, qué religión tiene, qué piensa de la vida, cuáles son sus objetivos, cómo son sus amigos, qué estudia, etc.?

Resulta que no podemos garantizar que involucrarte con alguien en estas relaciones efímeras sea puramente superficial, y punto final. Las emociones nos engañan y, por mucho que una joven o un joven juren que “serán solo unos pocos besos”, puede ser que se genere más de un sentimiento y, como ya están juntos, el “tamiz”, el “filtro” requerido para evaluar a este candidato a novio ya no exista; el placer de los besos, las caricias físicas y, tal vez, la relación sexual, tienden a superponerse con el análisis racional de la supuesta relación.

Cierta vez, una joven me escribió, diciendo: “Thais, necesito ayuda. No puedo romper mi noviazgo. Veo en mi novio muchas cosas que no me convienen. No me puedo imaginar casándome con él. Somos muy diferentes. Peleamos mucho. Pero todo se me va de la cabeza cuando nos besamos. Sabes, ni siquiera nos conocíamos muy bien. Comenzamos con una relación informal y nunca imaginé que nos pondríamos de novios. Era tan bueno cuando nos besábamos y nos acariciábamos el uno al otro que, sin importar cuánto peleáramos, al día siguiente terminábamos encontrándonos y comenzando todo de nuevo. Y así sigue hasta hoy. Cuando vuelvo a casa después de salir con él, pienso: ‘No coincido con él. Me da vergüenza presentarlo como mi novio a otras personas. Necesito terminar’. Pero nunca tengo el coraje, porque parece que no podré estar sin esta pasión que me llena cuando me besa. ¿Eso es amor? Estoy confundida. Creo que tengo que terminar. ¿Qué hago?”

Eso no es amor. Nota que esta joven puede ver que la relación no funcionará, pero la pasión que proporciona la intimidad física y las reacciones físicas agradables le hacen pensar (al menos en el momento de la intimidad) que todo está bien con la relación y que quiere y necesita quedarse con él. Es decir, no es cierto lo que piensan muchos jóvenes (y también adultos solteros), que está bien comprometerse físicamente más profundamente con alguien, porque podrán separar racionalmente el placer físico si tienen que evaluar la relación real. Las emociones son fuertes y nublan el raciocinio.

Lo que esta joven siente por el muchacho es atracción física y deseo sexual. Pero, aparte de eso, no coinciden. Si fuera amor, ella tendría admiración por él (por lo que es, no por sus besos y sus caricias solamente); gustaría de su compañía, independientemente de los besos y las caricias; tratarían de resolver sus disputas con respeto y la voluntad de ayudarse a sí mismos; sentirían placer por conversar y por la amistad que el noviazgo también implica. Pero, tal como está, ¿qué será de ellos (si no terminan) cuando se casen, y los besos, las caricias y el sexo dejen de ser una novedad? ¿Qué otra cosa contribuirá a que permanezcan juntos? Son diferentes. No coinciden. Ella estará avergonzada de él. Probablemente no permanecerán juntos, porque lo que los une es el placer sexual o físico, no la intimidad afectiva, que es algo que analizaremos más adelante.

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