Читать книгу El verdadero sexo seguro - Michelson Borges - Страница 9

¿Y el noviazgo?

Оглавление

¡Qué bueno es estar de novio! ¡Caminar de la mano, pensar en el otro, sorprenderlo, enviar mensajes, sentir que pertenecemos a alguien, recibir llamadas cariñosas, regalos, besos, abrazos, tener intimidad sexual…! ¡Bueno! ¿Sientes todo eso (además de tener intimidad sexual)? Sí, muchas parejas de novios me han pedido consejos: “¡Pero, hemos estado saliendo durante tres años! ¿Cómo vamos a contenernos?” o “Pero, ya estamos haciendo planes para la boda. ¡Necesitamos saber si combinamos en la cama!” o “Pero ¿cómo voy a demostrarle que lo amo si, cuando él quiere avanzar en la intimidad sexual, le digo que no?” o “¿Cómo les voy a decir a mis amigos que todavía no me acosté con mi novia?” o “¡Ah, llega un momento en que besarse no es suficiente!” Quizá te identifiques con tales situaciones.

Pero, antes de responder cada una de estas preguntas, aquí hay algunas para ti: ¿Alguna vez has pensado en el propósito del noviazgo? ¿Para qué es el noviazgo? Una respuesta muy rápida que escuchamos es: “Conocer a la otra persona”. Cuando un amigo comenta con el otro “¡Qué bueno! Entonces ¿tú y ella están saliendo?” A menudo escuchamos: “Bueno... nos estamos conociendo”. Y es verdad. El noviazgo es una fase de conocimiento. Pero ¿conocimiento de qué? ¿Del cuerpo?

Volvamos a nuestra sociedad, que teme relaciones más profundas y sólidas. Hoy en día, hay muchas personas que entienden que el noviazgo es solo algo más que una relación informal; es decir, sería solo una relación amorosa en la que dos personas que se aman pasan tiempo juntas, se sienten físicamente atraídas, se encuentran interesantes y permanecen juntas hasta que sea conveniente para ambas (con la diferencia de que existe cierto compromiso, que no existe en las relaciones efímeras).

El noviazgo debe ser más que una relación casual, que “se va dando”. Por supuesto, no podemos comenzar una relación con la certeza de que terminará en el casamiento o que le juraremos amor eterno a nuestro novio, ¡y ya planear cuántos hijos tendremos! Pero, si alguna vez tienes la intención de casarte, se entiende que estás comenzando una relación con una persona con la que, supuestamente, podrías casarte. Y esa, ciertamente, no sería cualquier persona. Sería complicado casarse y vivir el resto de tu vida con una persona cualquiera. Probablemente, elegirías bien. Incluso hasta tengas una listita (mental o incluso escrita) de cómo te gustaría que sea esa persona. Es decir, cuando pensamos en el matrimonio, tendemos a tener mucho cuidado con nuestro futuro cónyuge. Si tenemos cuidado al pensar en la futura esposa o en el futuro esposo, ¿no debería serlo también al elegir a nuestro novio o novia, que finalmente podría ser nuestro cónyuge?

Y ¿qué tiene que ver el sexo en el noviazgo con esta elección criteriosa? En la Introducción a este libro (“El origen del sexo”), ya puedes hacerte una idea de cuán complejas son las actividades cerebrales y hormonales que se accionan en el momento del sexo. Así que, aquí va más información neuroquímica para ti: hay una región del cerebro llamada corteza prefrontal, ubicada en la parte anterior del lóbulo frontal (hablaremos más sobre esto más adelante). Esta región es responsable de las funciones de planificación del comportamiento, del razonamiento lógico, de la toma de decisiones y de la capacidad de evaluar situaciones. Es decir, es una región que debería trabajar con intensidad durante el noviazgo (después de todo, ¡debes pensar para tomar buenas decisiones!). Pero, en el momento del sexo, nuestra corteza prefrontal “va al banco de suplentes”, y el sistema límbico, la región del cerebro relacionada con los instintos y las emociones, “nubla” la razón. Con el sistema límbico tomando el control de la situación, nuestra capacidad de razonar y pensar lógicamente casi desaparece, dando paso a una avalancha de placer.

Guarda esta información y agrega esto: cuando una persona tiene relaciones sexuales, hay una gran producción de una hormona llamada dopamina, responsable de la sensación de placer. La dopamina estimula el deseo, causando un torrente de placer en el cerebro. Y después de esta descarga de placer, el cerebro pasa a sentir la falta de esta sensación, lo que dificulta el comportamiento de abstinencia luego de haber comenzado las relaciones sexuales. La probabilidad de que la pareja de novios preste más atención a los sentimientos de excitación que a los sentimientos de afecto es alta una vez que han tenido relaciones sexuales.

Además, otra hormona que entra en juego es la noradrenalina, la “sustancia de la memoria” (también hablaremos más sobre esto más adelante). Cuando experimentamos una situación en la que hay mucha emoción involucrada y los sentidos se agudizan (tacto, olfato, vista, oído y gusto, como en el caso del sexo), la noradrenalina se libera en el cerebro y “atrapa” esa experiencia y la fija como un recuerdo. Debido a que los encuentros sexuales son tan emocionales y sensoriales, el cerebro responde con una dosis de esta sustancia y fija cada experiencia en tu mente, haciendo que la abstinencia sexual sea muy difícil una vez más debido a los recuerdos sensoriales que han sido capturados y permanecen en la memoria.

Volviendo al tema de la elección criteriosa, la experiencia sexual en un contexto en el que dos personas se están conociendo toma el lugar de la necesidad que tienen los novios de evaluar aspectos de la personalidad del otro para la futura toma de decisión en relación con el casamiento o a la finalización del noviazgo. Debido a que el sexo es bueno, es placentero, es agradable, muchas parejas que no se llevan bien y que tienen diferencias notables e importantes entre ellas, que dañarán el futuro de la relación, permanecen juntas porque quedan confundidas por sus propios sentimientos. “No puedo soportar sus celos... ¡pero el sexo es tan bueno!” “No puedo soportar la forma en que se comporta con mis amigos... ¡pero el sexo es tan bueno!” “Nunca podemos resolver un problema que surge en nuestro noviazgo. Somos muy diferentes. Pero el sexo es tan pasional...” El placer que rodea al sexo enmascara nuestra visión de otros temas que deberían considerarse en una relación de noviazgo.

¿Qué pasa después? La pareja de novios se casa muy influenciada por el sentido del placer y la relación sexual, y después del matrimonio, cuando el sexo es parte de la rutina matrimonial, los dos comienzan a “tener ojos” para las otras características del cónyuge, que deberían haber evaluado previamente: “¡Qué aburrido es!” “¡Qué celosa es!” “No le interesa Dios”. “Ella no tiene metas en la vida”. “Él quiere viajar por el mundo y yo quiero quedarme en la misma ciudad”. “Ella quiere hijos; yo, no”. Y así sucesivamente: cuestiones cruciales que deben ser abordadas durante el período de noviazgo, y que están camufladas por la intensidad del placer sexual.

El placer sexual será bienvenido en el contexto del matrimonio, cuando ambos hayan decidido permanecer juntos por lo que son, por el afecto que sienten el uno por el otro, por la admiración y el respeto, por la amistad, también por la atracción física, por la forma de pensar en la que coinciden, por los objetivos de la vida que se entrelazan. No será el sexo lo que mantendrá a la pareja unida. El sexo será un regalo para ellos. ¡Será un plus! E incluso cuando forme parte de la rutina del matrimonio, todavía estarán felices de estar en compañía del otro, porque se han elegido de manera mucho más profunda y completa que solo por el placer sexual.

¿Tiene sentido para ti?

Volviendo a las preguntas planteadas antes:

“¡Pero hemos estado saliendo por tres años! ¿Cómo vamos a aguantar?

Respuesta: Recuerda el propósito del noviazgo: conocimiento intelectual, emocional y espiritual de la otra persona. La pareja puede decirme: “Pero ya nos conocemos lo suficiente”. Primero, nunca conoceremos a nadie lo suficiente, incluso dentro del matrimonio. Así que, siempre tenemos cosas por conocer el uno del otro. En segundo lugar, si ya tienen la edad, la madurez y las condiciones financieras y sociales para casarse, entonces sería importante evaluar, a partir de su conocimiento mutuo, lo que quieren para el futuro de la relación. ¿Es la boda? Si es así, ¿qué están esperando? Si no, ¿por qué continuar? Si no están seguros, es una señal de que necesitan conocerse más. Y ¿cómo van a aguantar? Si desean continuar la relación pero necesitan esperar para casarse por alguna razón, algunos comportamientos que pueden ayudar son: (1) eviten besos y caricias largos y excitantes; (2) eviten quedarse a solas en lugares donde saben que, si las caricias comienzan, será muy difícil detenerlas (la habitación del otro, el automóvil, las playas solitarias, etc.); (3) hablen entre ustedes sobre el propósito que ambos tienen para el noviazgo, con el fin de que se sientan responsables de la relación y lo recuerden; y (4) entréguense diariamente a Dios de manera individual, a fin de que él pueda fortalecerlos para que sigan siendo obedientes a las orientaciones dadas por el Creador para el noviazgo y el sexo.

“¡Pero ya estamos haciendo planes para la boda! ¡Necesitamos saber si funcionará en la cama!

Respuesta: Primero, es importante que la pareja recuerde que lo que sostiene una relación matrimonial no es el sexo, sino la intimidad afectiva. ¿Qué quiero decir con esto? Si durante el noviazgo, ustedes, que se supone que se quieren mucho, tiene relaciones sexuales y sienten que la relación no fue tan buena, ¿es esa una razón para romper? Si es así, es porque no se quieren lo suficiente como para casarse. Después de todo, ¿alguna vez te has detenido a pensar que muchas personas tienen dificultades sexuales de por vida? (hablaremos más sobre esto más adelante). Y si no, entonces puedes estar seguro de que, dentro del matrimonio, podrán adaptarse a las relaciones sexuales. Los cónyuges pueden y deben hablar sobre lo que les gusta, lo que no les gusta, lo que los enciende, lo que quieren el uno del otro, en qué parte de su cuerpo prefieren que los toquen, y todo esto permite que la relación sexual dentro del matrimonio sea perfeccionada a lo largo de la vida.

Además, el sexo no mejora como resultado de la práctica física (aquel pensamiento de que “cuanto más lo practique, mejor será, más capaz seré”), sino como resultado de niveles más profundos de intimidad afectiva, confianza y compromiso.

Las investigaciones muestran que las personas casadas están más satisfechas sexualmente que las que tienen relaciones sexuales prematrimoniales. Una de esas investigaciones, realizada por la Universidad de Chicago, dejó en claro que las parejas monógamas casadas registran los niveles más altos de satisfacción sexual: 87 % en el acto sexual y 85 % en la satisfacción emocional. Y las mujeres que guardan el sexo para el matrimonio enfrentan un riesgo de divorcio mucho menor que las que tienen relaciones sexuales antes del matrimonio, según el Centro Nacional de Estadísticas de Salud de la Universidad de Maryland (probablemente porque se casaron según el análisis de las características emocionales, intelectuales y espirituales de la otra persona, en lugar de depender del placer sexual; y por la ausencia de comparación del cónyuge actual con las parejas anteriores para el desempeño sexual). Presentaremos otras investigaciones y estadísticas interesantes a lo largo del libro.

También considera que el mal sexo es generalmente una consecuencia de una mala relación afectiva, no de la falta de práctica. Si es así, las personas casadas durante mucho tiempo no tendrían problemas sexuales.

“Pero ¿cómo voy a demostrarle que lo amo, si cuando él decide avanzar le digo que no?”

Respuesta: El amor no se muestra a través del sexo. El sexo es solo una de las expresiones del amor, que está reservada para el matrimonio. Antes de eso, una de las principales demostraciones de amor que se puede dar a los demás es el respeto por sus creencias y sus decisiones. Si ya han hablado acerca de los límites del noviazgo y él (o ella) insiste en tener relaciones sexuales, es importante que mantengas un ojo abierto porque, o tiene dificultades para aceptar y respetar una opinión contraria, o puede tener dificultades para lidiar con los límites, o incluso haber desarrollado algún tipo de compulsión sexual (adicción a la pornografía, masturbación).

Por supuesto, es muy normal que una pareja tenga deseo sexual el uno por el otro. Es normal que uno desee al otro, que quiera besar, acariciar y relacionarse sexualmente. Sería anormal no sentir nada de eso. Pero, cuando ambos hablan de eso y de lo que han decidido para la relación (tener sexo o no), se espera que los dos trabajen juntos para hacerlo posible, ayudándose mutuamente en lugar de siempre estar tentando al otro.

Es importante recordar que decir “no” a las caricias más íntimas no te hace poco interesante, aburrido e insulso. Hay personas que creen que siempre deben ser seductoras para llamar la atención de los demás. Por lo tanto, siempre se insinúan, provocan y se comportan de una manera que hace que el otro lo desee sexualmente. No es la seducción lo que mantendrá el interés de tu novio. ¡Eres tú como un todo! Si tu novio te ama y no deseas tener relaciones sexuales antes del matrimonio, su expresión de amor será el respeto por ti. Si hay chantaje en su lugar, es mejor repensar la continuidad de la relación.

“¿Cómo les voy a contar a mis amigos (o amigas) que todavía no me acosté con ella/él?”

Respuesta: La misma respuesta anterior se aplica a esta. Si tus amigos no respetan tu decisión de mantenerte virgen hasta el matrimonio, tal vez necesites revaluar tus amistades. Eso no quiere decir que no puedas tener un amigo o una amiga que piense diferente. Pero él o ella necesita respetarte a ti y a tu decisión. Los chistes, las bromas pesadas y las burlas relacionadas con tu decisión son actitudes de falta de respeto. Y, además, piensa en lo siguiente: tu vida íntima no necesita ni debe ser compartida con otras personas. No necesitas salir a decirles a tus amigos que tuviste o no relaciones sexuales. Hoy está de moda publicar lo que debería ser privado. No es casualidad que las redes sociales estén llenas de publicaciones de todo lo que la persona hace durante el día: qué come, qué piensa, qué hace o deja de hacer, a dónde va, con quién sale. Todo se hace público. Pero, con respecto a tu vida íntima, la misma palabra ya lo dice: es íntima. Entre tú y Dios. Y, si necesitas ayuda y consejos, debes buscar a alguien maduro, confiable y preparado para orientarte.

“¡Ah, llega un momento en que besarse no es suficiente!”

Respuesta: Realmente, cuando nos involucramos físicamente con otra persona (no estoy hablando de sexo, sino del contacto físico con alguien que nos gusta y por quien nos sentimos físicamente atraídos), el deseo sexual crece, especialmente cuando vamos poco a poco (o rápidamente) “dándole alas”, prolongando el beso, haciéndolo “más caliente” y avanzando en las caricias.

Por supuesto, también puede darse el caso de que dos personas que han decidido permanecer castas en el período del noviazgo, y que se esfuerzan por no superar los límites del afecto físico, sientan que con el tiempo el deseo de avanzar en la intimidad sexual crece, a medida que también se desarrolla el sentimiento y el afecto por esa persona. Sin embargo, una vez más, la razón debe entrar en juego. Si los novios no tienen la edad suficiente para casarse, si aún no son maduros emocionalmente, si todavía quieren hacer otras cosas en la vida antes del matrimonio (terminar sus estudios, viajar, trabajar, etc.), si aún no tienen una estructura financiera y social que dé soporte a su matrimonio, es importante que se recuerden a sí mismos y entre sí el propósito que buscan al estar de novios, para que continúen ayudándose mutuamente a que el “clima no se encienda”.

Cierta vez, una joven se me acercó con este planteamiento: había estado de novia durante algunos años y decidió con su novio que se comprometerían. Ella dijo: “No podemos aguantar más solo besándonos. Si nos vamos a casar, ¿cuál es el problema de tener al menos una relación sexual solo para sacarnos las ganas?” Le dije que era un error pensar que las ganas desaparecerían luego de una relación sexual. ¡Por el contrario, aumentaría! Meses después, ella me contactó nuevamente: “Thais, necesito ayuda. ¿Recuerdas cuando te hablé la última vez? Sí, terminamos cediendo a ese pensamiento de que una vez ayudaría a hacer que se fuera el deseo de ir más allá de los besos. Pero, luego aumentó el impulso y fue muy difícil encontrarnos y no terminar nuestro encuentro con el sexo o las caricias. Y lo peor sucedió. Todo estaba bien, cuando de repente mi novio (que pronto se convertiría en mi prometido) decidió que no estaba listo para casarse y decidió irse a estudiar fuera del país y dejarme. ¡Estoy acabada! Me entregué a alguien que estaba segura de que sería mi esposo, ¡y ahora no es nada más! Estoy quebrada emocionalmente y necesito ayuda”.

Los jóvenes, los adolescentes o incluso los adultos solteros que leen este libro deben recordar algo: las emociones fluctúan y, hasta que no se haya tomado una decisión racional y afectiva sobre el casamiento y el matrimonio haya sido en verdad realizado, todo puede cambiar. Si alguna vez has estado de novio y tuviste que romper, sabes lo doloroso que es el proceso de cicatrización del dolor de la ruptura debido al afecto que se había creado y nutrido a lo largo de la relación. Cuando hay relaciones sexuales involucradas, este sufrimiento aumenta considerablemente, porque se ha creado un vínculo más profundo todavía entre dos personas y se ha roto abruptamente.

¿Vale la pena entrar en la onda del sexo fácil? ¿Es cierto todo lo que nos dicen sobre las relaciones sexuales fuera del contexto del matrimonio (la promesa de felicidad, satisfacción, madurez, éxito con el sexo opuesto, placer total)?

Tener sexo es muy fácil. Lo difícil es darle el significado que realmente tiene: un regalo dentro del contexto del compromiso eterno y la seguridad afectiva. ¡Ahí sí vale la pena!

El verdadero sexo seguro

Подняться наверх