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I. Peritoneo

El peritoneo está en contacto, por un lado, con la cara interna de la cavidad abdominal y, por el otro, con la cara externa de los órganos. Este doble contacto es posible gracias a la característica del peritoneo de ser una membrana serosa de dos hojas. Por eso distinguimos en el peritoneo una hoja parietal y una visceral.


Figura 3 Peritoneo

Esas dos hojas van a delimitar una cavidad peritoneal. Dicha cavidad está cerrada en el hombre, y abierta en la mujer en el pabellón de la trompa de Falopio y el ovario.


Figura 4 Peritoneo

La cavidad peritoneal está ocupada por las vísceras digestivas y los numerosos pliegues peritoneales. Consta de dos regiones principales que se comunican entre sí por el orificio omental o epiploico:

• la cavidad peritoneal mayor,

• la bolsa omental o transcavidad de los epiplones.


Figura 5

Visión anterior del peritoneo parietal

Así como distinguimos entre hoja visceral y hoja parietal, distinguimos, según consideremos la cara exterior o la cara interior de la membrana, por un lado, el peritoneo visceral, que forma parte integrante de la pared superficial de los órganos y en ese sentido se adhiere a ésta íntimamente, y, por el otro, el peritoneo parietal, que según Brizon, Castaing y Hourtaulle “se amolda a las paredes musculoaponeuróticas de la cavidad abdominopélvica”.


Figura 6 Peritoneo parietal de perfil

El peritoneo parietal y el peritoneo visceral se continúan de forma perfecta. El saco que forman es modelado por los órganos, y ese modelado formará diferentes pliegues que mantendrán a dichos órganos en su lugar. Podemos distinguir tres tipos de pliegues característicos:

• los mesos, que envainan los pedículos vasculonerviosos de fuera adentro y que permiten la vascularización e inervación del órgano.

• los epiplones, que contienen uno o varios pedículos.

• los ligamentos, que no envainan pedículos.

Estos pliegues no son sino la prolongación de las dos hojas peritoneales descritas antes. De alguna manera hacen de “vainas” de los diferentes órganos. Los pliegues que hacen de vainas, formados en el peritoneo parietal, penetran en la cavidad abdominopélvica y se continúan con el peritoneo visceral.

Cada pliegue se encadena con zonas de continuidad. Así,

• los mesos van del borde parietal posterior a un borde del peritoneo visceral,

• los epiplones se extienden entre dos órganos intraperitoneales; no tienen inserciones parietales sino únicamente inserciones en el peritoneo visceral,

• los ligamentos se extienden desde un borde parietal a un borde del peritoneo visceral o a la misma víscera.


Figura 7 Meso


Figura 8 Epiplón


Figura 9 Ligamento

Al mismo tiempo es interesante observar que:

• la inervación del peritoneo parietal corre a cargo de los nervios espinales (nervios frénicos, intercostales, subcostales y de las ramas del plexo lumbar).

De esta forma, toda la estimulación dolorosa de este peritoneo comporta una contractura refleja de los músculos que comparten una misma inervación.

• Los nervios del peritoneo visceral proyectarán el dolor a distancia hacia los músculos (mediante la contractura) o la piel (mediante una hiperestesia) a través de los ramos comunicantes.

• La serosa de las vísceras y del epiplón mayor es pobre en exteroceptores táctiles, térmicos y dolorosos.

• Los mesoperitoneos son ricos en exteroceptores. Cualquier tracción será dolorosa.

Hemos descrito brevemente la morfología general del peritoneo y de sus diferentes prolongaciones. Ahora hemos de seguir avanzando con método para, finalmente, demostrar la continuidad del peritoneo con el sistema musculoesquelético. Por lo tanto, es preciso realizar un breve recordatorio previo sobre las paredes musculoaponeuróticas de la cavidad abdominal.

Las cadenas fisiológicas (tomo VI)

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