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Cuestiones del análisis visual
Los tres capítulos que componen esta primera parte del libro abordan cuestiones sobre el análisis, la historia y la política, partiendo de la idea de que el análisis visual de hoy día, vinculado o no a la historia del arte, debe desarrollar una metodología más clara si de verdad busca involucrar a las disciplinas establecidas. Aunque la visualidad está en el corazón del libro, y resulta central sobre todo en la primera parte, mis propuestas y pensamientos también atañen a los campos de estudio no visuales. Lo que generalmente llamamos «análisis visual» es una profunda exploración interdisciplinar de un campo que ni siquiera puede ser delimitado por el sentido de la vista.
En el primer capítulo, el tema, dicho de manera simple, es el siguiente: antes de decidir sobre la forma de hacer un análisis visual, debemos reflexionar sobre las preguntas ¿por qué?, ¿con qué fines? A través de reflexiones críticas y de un ejemplo concreto voy asociando ideas sobre «cómo hacerlo». No obstante, el objetivo principal de este capítulo es el de poner al descubierto los problemas subyacentes a los estudios visuales, los estudios culturales y los estudios de la materialidad; es decir, abordar los esfuerzos interdisciplinares que tratan de remediar algunos de los principales inconvenientes de las disciplinas establecidas y también de las así llamadas interdisciplinas. El más importante de estos inconvenientes es el estatus de las fronteras, basado en la tradición y cosificado dogmáticamente.
El segundo capítulo aborda la idea de historia, ya que ese fundamento de nuestro campo que llamamos «historia del arte» no puede ser ignorado. Pero tampoco puede este ser obediente, venerando una tradición que todavía cree en la reconstrucción del pasado «tal como fue». En este sentido, me preocupan ante todo la historicidad del presente y esa relación dinámica entre presente y pasado que yo llamo «trastornada»[1]. Unos cuantos casos de estudio dilucidan el funcionamiento de la historia trastornada, demostrando que esta es, ciertamente, una forma de relato histórico. El caso que he elegido para tal demostración es la noción de «barroco», a partir de la cual vinculo mi concepción de la historia con una demanda de concreción. Por ello, las obras de arte elegidas son las protagonistas indiscutibles de la discusión teórica.
El tercer capítulo ofrece un caso de estudio más profundo con el fin de demostrar el compromiso de las artes visuales con el análisis político de los artefactos visuales. Aunque el caso que presento no es explícitamente político y tiene que ver, sin reparos, con el «gran arte», también está relacionado con el feminismo y con la manera en la que este se enfrenta al arte canónico. La relación entre lo social y lo visual se mueve a través de lagunas históricas. En este proceso, el aspecto político del análisis visual se articula sobre la relevancia del viejo arte canónico en la cultura actual.
[1] El término original, preposterous, tiene dos sentidos en inglés: i) «trastocado o invertido, que se sitúa en último lugar lo que debería ir primero», y ii) «contrario al orden de la naturaleza, al sentido común; es decir, irracional, absurdo». Ambas acepciones encajan con la concepción de historia que desarrolla Mieke Bal. En español disponemos de una palabra parecida pero ligeramente diferente: prepóstera (según la RAE: «trastocado, hecho al revés y sin tiempo»), pero, a fin de mantener y enfatizar el segundo sentido del término inglés, hemos optado por traducirlo como trastornada, pues abarca tanto la idea de invertir el orden regular de algo como la de tener el sentido perturbado. Proviene del latín tras («después») y tornar («volver»), resultando adecuada para un concepto de Historia que toma en consideración la confluencia de distintos tiempos de forma no lineal («lo que vuelve después»). Además, conecta con la idea de locura que Bal desarrolla más a fondo en los capítulos finales de este libro. [N. del T]