Читать книгу No dejes para mañana lo que puedas agradecer hoy - Miguel Ángel Barbero Barrios - Страница 10

3. De bien nacidos…

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Vive con gratitud y la vida te lo agradecerá

El Evangelio esconde muchas verdades. Que con la misma vara que midas te medirán es una más. Inspirado en esa fuente, San Juan de la Cruz decia que a la tarde te examinarán en el amor. Es otra forma de decir que solo merece la pena vivir si es para hacer el bien. Quizá no siempre de la forma ni en el momento en el que esperas, pero siempre la vida vivida desde el agradecimiento da fruto. Vivir así, es vivir para el bien. Dando la vuelta a este planteamiento, piensa en todo el mal que evitas tan solo por el mero hecho de agradecer. Solo por eso, ya merece la pena vivir agradeciendo, comenzar el camino de ascenso —o descenso, que también se puede entender así— al agradecimiento.

La cantidad de cosas que deberíamos agradecer cada día es ingente. Caer en la cuenta de ello es un paso primordial en el ejercicio de vivir orientados hacia el bien; es más, si no lo haces —déjame que sea explícito— entras irremisiblemente en barrena. Probablemente encuentres normal levantarte cada día y mirarte al espejo; las personas invidentes no lo consideran normal y hacerlo sería tanto como vivir una experiencia única e irrepetible que no olvidarían nunca. Del mismo modo, y a pesar de que esas mismas personas invidentes no puedan mirarse al espejo, sí pueden agradecer que tienen la facultad de caminar, de oler, de experimentar a través del tacto lo que pasa desapercibido a muchas otras personas. Sean cuales sean tus limitaciones tienes que agradecer mucho más de lo que lamentar. Si piensas que no es así ya estás vislumbrando la barrena. Reacciona. Estás engañándote. No es verdad que tengas más cosas de las que lamentarte.

La actitud de agradecimiento genera sentimientos de agradecimiento. Se retroalimenta. Y viceversa. Quien estima que sus elementos dignos de lamento superan a las cosas que debe agradecer, termina, precisamente lamentando cada vez más. Sin embargo, quien por poco que tenga de bueno, lo agradece, termina creciendo en gratitud y la vida deja a su vez de “lamentarse” de él o ella.

Ya te dije al principio que este no iba a ser un libro de psicología académica. Sin embargo, permíteme que apunte en este momento un hecho académico: todas las teorías psicológicas que poseen estudios relevantes y con mayor influencia en las investigaciones actuales de tal disciplina apuntan directamente a las repercusiones que tienen los sentimientos positivos del agradecimiento sobre las conexiones neuronales y sobre la conducta; y esto, ya sea desde las corrientes neoconductistas o desde las neocognitivistas, por citar dos de los cauces teóricos con mayor repercusión en la literatura científica desde el último tercio del siglo XX.

La vida es más un boomerang que un espejo

Algunos gurús de la new age vienen a decir que para vivir una vida plena debes centrar todas tus energías en ti mismo de un modo absoluto para no desaprovechar las nuevas oportunidades que se te van poniendo enfrente; que puedes, si se tercia, rechazar el compromiso por los valores que creías importantes en tu vida si es que ese compromiso te lleva al sufrimiento, y que por tanto, si es necesario cambiar tus valores para no sufrir, debes hacerlo. El peligro de esta teoría de la new age en sus distintas versiones y variadísimas presentaciones es grande, y los destrozos que está provocando también, porque ignora e intenta superar, ocultar y sustituir la máxima que este capítulo pretende hacer valer: lo importante en la vida no es pasarlo bien, satisfacer el yo, ni siquiera perseguir la realización personal, sino buscar el bien de los demás tras un agradecimiento personal que nos lleva al servicio. Un servicio que además ha de ser incondicional. ¿Por qué incondicional? Porque muchas veces el espejo de la vida no te devuelve lo que vives exactamente. Hay personas que dan muchas cosas buenas a la vida y sin embargo sufren reveses inesperados y por demás inmerecidos; de igual modo, hay otras que son malvadas y a las que sin embargo la vida les parece sonreír. No te desanimes por esto, no te lleves a engaños, y no dejes de agradecer cuando te cruces con estas realidades. Tampoco tires la toalla ni dejes de perseguir tus compromisos con lo verdaderamente importante en la vida aunque este compromiso comporte sacrificios. Persiste porque la vida se comporta como un boomerang: sabes que lo que lanzaste al exterior y volverá, pero no sabes exactamente su recorrido ni la duración de su viaje de retorno; lo único que sabes es que volverá. Saber esto y ser pacientes incluso en medio de la tormenta y el sufrimiento en lugar de evitarlo es una dinámica vital de gran valor. Aumenta ostensiblemente nuestra tolerancia a la frustración y nuestra disposición a agradecer siempre y en todo momento, sean cuales sean las condiciones con que contemos, independientemente de lo que estimemos que deberíamos recibir. Que no haya una gratificación inmediata al esfuerzo o sacrificio que haces por el bien a los demás, no significa que debas dejar de hacerlo. Aunque encuentres teorías que puedan sonarte bien o que te guste escuchar —decirte que debes centrarte en ti y que nada merece la pena si te conlleva sufrimiento no deja de tener un componente atractivo— no hagas caso. Deja esa idea caprichosa y mantente firme haciendo el bien cueste lo que cueste. Mantén tu compromiso por los demás y por los valores importantes siempre. Lo recibirás de vuelta tarde o temprano.

Piensa ya cuáles son las cosas que debes agradecer

Si quieres ser un bien nacido tienes una tarea urgente: ¿qué es lo que no estás agradeciendo y, sin embargo, deberías? Tómate la molestia de apuntarlo en un papel. Perdona mi atrevimiento. ¿Quién soy yo para decirle a un lector que coja un papel en este momento? Seguramente, de hecho, no lo tendrás ya en tu mano. Es normal. Pero si por una casualidad sí lo haces, no quiero que pienses que será gran cosa lo que te pido. Ni siquiera hace falta que seas muy exhaustivo: cuando lleves dos o tres cosas que no agradeces escritas, para. Para por favor. Eso es suficiente. Es más, si no se te ha ocurrido más que una cosa, puedes parar ahí igualmente y simplemente comienza a agradecerlo ya. Puede ser a través de la repetición de una frase, o de un pensamiento que te traiga sentimientos positivos asociados a esa realidad que no estabas agradecimiento. Ahora vuelve a parar. ¿Qué resultados has obtenido? Quizá este ejercicio haya durado menos de un minuto, pero puede ser un minuto que cambie tu vida. Ya has comenzado a agradecer algo que no hacías antes. Ya eres bien nacido. Este es el primer paso.

Ahora, haz este facilísimo ejercicio con otras cosas. Irás cayendo en la cuenta poco a poco de más y más aspectos, quizá mañana o pasado mañana, o dentro de un mes, pero si mantienes este ejercicio, las razones para agradecer irán aumentando; irán cambiando tus sentimientos y actitudes hacia el interior y hacia el exterior. Empezarás a vivir bajo el agradecimiento y la vida te lo devolverá en forma de agradecimiento hacia ti. No lo dudes, y no dejes de practicarlo. Quizá no sea tan difícil y los frutos merecen el intento y más aún, la persistencia.

No dejes para mañana lo que puedas agradecer hoy

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