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Capítulo 1

Introducción al humor

Introducción

Antes de abordar el tema del humor en el Antiguo Testamento propiamente, es necesario hablar de las características del humor y de los problemas inherentes a su estudio. Para ello, miraremos algunas de las propuestas más importantes sobre la naturaleza y funciones del humor en la sociedad.

El humor es universal y común a todos los pueblos, lenguas y culturas de la Tierra. Al mismo tiempo, es una realidad so­cial con características culturales particulares. Es decir, toma características propias que varían de un lugar a otro, aun den­tro de un mismo país con un mismo idioma. Las personas no se ríen siempre de las mismas cosas ni hacen humor de la misma manera4. Esto explica las dificultades en que nos vemos cuando tratamos de traducir un chiste a otro idioma o cuando pretendemos explicar a un extranjero algo humorístico de nues­tra cultura: o se ríen “por educación” o nos miran con cara de desconcierto, probablemente pensando lo que me decía mi papá cuando le contaba un chiste malo: “Cuéntamelo de nuevo, y avísame cuándo debo reírme”. Cuán incómoda es la “risita inconveniente”. Igualmente, en ocasiones vemos personas reírse de cosas a las que nosotros, por mucho esfuerzo que hagamos, no les encontramos la gracia. Esto se debe a que:

El humor es local y el sentido del humor es generalmente muy específico del contexto […]. El humor es un tipo de información privada de las culturas, el cual se podría decir en realidad que funciona como un mecanismo de defensa lingüístico5.

Muchas veces “el humor se basa en referencias contempo­rá­neas, significados de palabras, contrastes o alguna comprensión social que se le escapa al forastero”, no sólo por tratarse de humor en otra lengua, sino porque el “humor puede ser uno de los medios de expresión humana más sofisticados y esotéricos”. De modo que, siendo pesimistas, al intentar apreciar el humor de culturas antiguas, “lo máximo que podemos aspirar es a un vistazo de una pequeña parte del humor que ha sobrevivido”6.

En el estudio del humor, enfrentamos, además, el proble­ma de que lo chistoso para uno puede resultar ofensivo para otro; es decir, en el humor no es rara la agresión. Hay humor de y humor a expensas de. Como colombiano, me pasa frecuente­mente que la gente en casi todos los países que he visitado, tanto en Estados Unidos como en Europa y en América Latina, me hacen chistes relacionados con mi país. Si le regalo café a alguien, me dice, “¿Seguro que es café lo que hay en el paquete?”. Y si no llevo nada, me preguntan: “¿Y no trajo nada de ‘aquello’?”. ¡Y se ríen! Una realidad del humor es que no siem­pre es divertido para todos. De modo que cada vez le encuentro menos gracia al chiste y me resulta más difícil ser amable con estas personas.

En esto de la agresión en el humor, hay dos perspectivas opuestas. Para algunos autores, el humor deja de ser humor cuando es ofensivo. Por eso ha dicho alguien que “un chiste es esencialmente una liberación inofensiva de emociones peligro­sas; es catártico”7. Otros dicen que no, que la sátira, la ironía y el sarcasmo, aunque con frecuencia ofensivos, son dignas expresiones humorísticas, con todo y ofensa.

Por otro lado, también existen los contextos y los tiempos para el humor. Una humorista colombiana terminó verbalmente agredida en medio de su actuación cuando quiso hacer chistes de un ministro en un club privado de Bogotá. No calculó que la simpatía de la que gozaba el ministro en el auditorio era superior a la fuerza del humor.

Definición

Existe una variedad de términos que se utilizan en los estudios sobre el humor, cada uno con sus propias sutilezas semánticas: humor, humorismo, comicidad, chiste y comedia. El problema radica en la historia del uso de los términos y las variaciones en su uso actual de un autor a otro. Definir el término humor no es fácil, y mucho menos hacer distinciones finas con respecto al resto del vocabulario que acompaña el tema. Sin embargo, y sin pretender resolver aquí todas estas cuestiones, diremos algo general para establecer un vocabulario básico para la comprensión del tema, por lo menos en este libro. Empecemos, entonces, con la definición de humor y luego vamos a las teorías que explican la forma, la naturaleza y la función del humor.

La palabra “humor” originalmente tenía un uso diferente al actual. Se relacionaba con humedad y se refería a los líqui­dos corporales que determinan la salud y los estados de ánimo. Los antiguos griegos hablaban de cuatro humores: la bilis amarilla (coler), la bilis negra (melan-col), la sangre y la flema. De la forma griega de estas palabras, vienen las categorías de colérico, melancólico, sanguíneo y flemático. En la medida en que los cuatro líquidos estuvieran balanceados, se consideraba que una persona estaba de buen humor. Así, la explicación a un ataque de ira no se buscaba en una niñez traumática, sino en un desbalance acuoso. Cualquier exceso o deficiencia de alguno de los líquidos era causa del mal estado de ánimo, mal tempe­ramento o sencillamente mal humor8.

Aunque hay todavía psicologías populares basadas en esta comprensión antigua de los humores, hoy en día la psicología se fundamenta en otras cosas, y la palabra humor se usa en otro sentido (excepto el humor acuoso y el humor vítreo). El uso más común en la actualidad es que el humor se refiere a lo cómico y lo risible. Es probable que este uso venga de los literatos ingleses del siglo dieciséis9 o de los mismos griegos que trasladaron el sentido de “mal humor” a “risible”. Es decir, una persona con exceso de uno o varios de los cuatro humores se descompone de tal manera que da risa. Por el mismo camino, el humorista es entonces la persona que hace reír10.

Para algunos autores, la palabra “humor” no puede definirse. Observemos las opiniones y dificultades. Yehuda Radday dice que el humor es como la inteligencia: los especialistas no se han podido poner de acuerdo en una definición, pero nadie vacila en medirla. Así, pues, no nos vamos a sentar a esperar que los psicó­logos y los filósofos definan el humor para luego hablar de él11. Foster, sin embargo, propone una definición sencilla: “El humor es la percepción y expresión de lo absurdo y lo divertido”12. Benedetto Croce sostiene que el humorismo, por ser un proceso psicológico, es indefinible.

Garrido Luceño, citando a Enrique Jardiel Poncela, dice que “intentar definir el humor es como querer atravesar las alas de una mariposa con un poste de teléfono”13. Sin embargo, se pueden apuntar algunas características esenciales. El humor es realista en el sentido de que capta el “contraste entre el ser y la apariencia”. De ahí que Pirandello, citando a Richter, diga que el humor es “lo sublime al revés”14. En esto, como veremos, coinciden varios autores de diversas épocas, incluyendo la ac­tual. Pero humor no es meramente risa, sino “risa reflexiva”, en tanto que advierte “el ridículo interno” de diversas situaciones en la vida15.

Quienes se han atrevido a dar definiciones se enfrentan a muchos contradictores. Por eso Pirandello dice que “el humo­rismo16 tiene infinitas variedades y tantas características que, al querer describirlo en general, se corre siempre el riesgo de olvi­darse de alguna”. Pero, añade Pirandello, si bien tales procesos no se pueden definir, sí es posible representar, cosa que hacen los artistas y los literatos todo el tiempo17.

Pero bueno, ¿cuál es la definición de humor? Luigi Pirandello, en su ensayo clásico titulado El humorismo, dice:

Si quisiéramos tener en cuenta todas las respuestas que se han dado a esta pregunta, todas las definiciones que han propuesto autores y críticos, podríamos llenar bastantes páginas y, probablemente, al final, confundidos entre tan­tos pareceres, no conseguiríamos otra cosa que repetir la pregunta:

—Pero, en resumen, ¿qué es el humorismo?

Y continúa diciendo:

Características más comunes, y, sin embargo, más gene­ralmente observadas, son la “contradicción” fundamental, cuya causa primera suele considerarse el desacuerdo que el sentimiento y la meditación descubren o bien entre la vida real y el ideal humano o bien entre nuestras aspiraciones y nuestras debilidades y miserias, y cuyo principal efecto es una especie de perplejidad entre el llanto y la risa; luego, el escepticismo, que colorea toda observación, toda pintura humorística, y, finalmente, el modo de proceder del hu­morismo minuciosa y maliciosamente analítico18.

Así las cosas, nos vemos obligados a concluir lo que otros ya concluyeron: “Los estudiosos del humor que comienzan por la búsqueda de una definición se ven en la necesidad de acabar confesando la imposibilidad de tal empeño”. La razón principal es que como tema es tan complejo como cambiante; y como rasgo, “trasciende y engloba todo [sic] forma literaria, además de otras formas de expresión escrita o impresa”19. Pero podemos empezar a vislumbrar que el humor, aunque difícil de definir, es un asunto muy serio.

Nos queda todavía la tarea de, si no definir, por lo menos di­ferenciar algunos términos y conceptos. Pirandello hace algunas precisiones muy útiles para los propósitos de este libro:

Veo a una anciana señora, con los cabellos teñidos, untados de no se sabe bien qué horrible grasa, y luego burdamen­te pintada y vestida con ropas juveniles. Me echo a reír. Advierto que esa anciana señora es lo contrario de lo que una anciana y respetable señora tendría que ser. Así pue­do, de buenas a primeras y superficialmente, detenerme en esta impresión cómica. Lo cómico es precisamente un advertir lo contrario. Pero si ahora en mí interviene la reflexión y me sugiere que aquella anciana señora tal vez no encuentra ningún placer en vestirse como un loro, sino que tal vez sufre a causa de ello y lo hace sólo porque se engaña piadosamente y piensa que, vestida así, escon­diendo sus arrugas y sus canas, conseguirá retener el amor de su marido, mucho más joven que ella, entonces yo ya no puedo reírme como antes, porque precisamente la re­flexión, trabajando dentro de mí, me ha hecho superar mi primera observación, o más bien, me ha hecho penetrar en ella: de aquella primera observación de lo contrario me ha hecho pasar a este sentimiento de lo contrario. Esta es toda la diferencia que hay entre lo cómico y lo humorístico20.

Según este ejemplo y su explicación, es posible ver solamente lo cómico de las cosas, es decir, quedarse con lo superficial, y perderse de lo humorístico, del sentimiento que surge luego de la reflexión. La risa que produce lo uno y lo otro son diferentes.

La esencia del humor según Pirandello es ésta: existe una permanente contradicción en el ser humano que lo acompaña como la sombra de su cuerpo. Esto lo descubre el humorista por la reflexión “que en todo ve una construcción ilusoria, falsa o ficticia del sentimiento, la cual desmonta y descompone con análisis agudo, sutil y minucioso”21. Siguiendo con su metáfora de la sombra, Pirandello concluye su estudio así:

Resumiendo, el humorismo consiste en el sentimiento de lo contrario, producido por la especial actividad de la re­flexión, que no se oculta, que no se convierte, como suele suceder ordinariamente en el arte, en una forma del sen­timiento, sino en su contrario, aunque siguiendo paso a paso el sentimiento como la sombra al cuerpo. El artista ordinario se preocupa del cuerpo solamente; el humorista tiene en cuenta el cuerpo y la sombra, y tal vez más la sombra que el cuerpo; se da cuenta de todas las bromas de esta sombra, de como a veces se estira y otras se encoge, como si remedara al cuerpo. Que mientras tanto no la calcula ni se preocupa de ella22.

Para dejar allí el asunto de la definición del humor añadi­remos las palabras de Casares “El humor es la interpretación sentimental y trascendente de lo cómico”23. Aunque hay sufi­cientes méritos en las propuestas de Pirandello, reconocemos que no poseemos una definición consensuada del humor. La razón principal es que existen diferentes formas de explicar cómo funciona el humor tanto en la psiquis humana como en la sociedad donde ocurre. Esas diferentes explicaciones, a su vez, han producido escuelas y corrientes, fundadas sea en la filosofía, la psicología, o la sociología. Sin embargo, hay dos términos que surgen una y otra vez: la contradicción y lo ridículo.

Sin necesidad de acudir a los diccionarios ni las enciclo­pedias, por la experiencia sabemos que el humor es una realidad humana que no precisa ser demostrada. Sin embargo, y para curarnos en salud, Casares afirma que el sólo hecho de intentar definir el humor “prueba ya la carencia del sentido del humor”. Lo que sí hace Casares es diferenciar humor de humorismo; así: el humorismo es un “estilo literario [con manifestaciones objeti­vas] en el que se hermanan la gracia con la ironía y lo alegre con lo triste”; mientras que el humor es “una disposición de ánimo, algo que no trasciende del sujeto que contempla lo cómico”. Puestos juntos, el humorismo es “la expresión externa del humor, mediante la palabra, el dibujo, la talla, etc”. En otras palabras, el humor es una forma de ver el mundo (Weltanschauung), una actitud frente a la vida24.

Sobre la superioridad del humorismo con respecto a otras ciencias, nuevamente Pirandello dice:

Y mientras el sociólogo describe la vida social tal como resulta de las observaciones exteriores, el humorista, ar­mado de su aguda intuición, demuestra, revela hasta qué punto las apariencias son profundamente diversas del ser íntimo de la conciencia de los asociados. Y, sin embargo, se miente psicológicamente, igual que se miente socialmente. Y ese mentirnos a nosotros mismos, viviendo consciente­mente sólo la superficie de nuestro ser psíquico, es un efecto de la mentira social. El alma que se refleja a sí misma es un alma solitaria; pero la soledad interior nunca es tanta que no penetren en la conciencia las sugestiones de la vida en común, con las ficciones y las artes de transfiguración que la caracterizan25.

Además de observar las dificultades de la definición de “humor”, un segundo propósito de estas páginas introductorias es mostrar las formas más importantes de explicar los meca­nismos y funciones del humor. Presentamos algunos modelos a continuación para explicar y comprender el humor, no tanto para definirlo.

Modelos

Del humor se han ocupado desde los filósofos griegos clásicos, hasta los más importantes pensadores de los últimos siglos26. Hay varias formas de clasificar el tema, por psicología, por socio­logía o por la forma misma del humor. Inicialmente me pareció exagerado leer que un autor afirmaba la existencia de “cientos de teorías” del humor, hasta que me encontré con otro que lo confirmaba diciendo que “[e]l número de teorías y definiciones del humor rebasa el millar”27. Y, como si eso fuera poco, los especialistas afirman que a pesar de tantas teorías, “seguimos sin entender cómo funciona este curioso mecanismo” del humor28.

Como en todos los campos de la investigación, no es extraño encontrar que un autor piense que los modelos anteriores a él son inadecuados para explicar el humor. En este libro me propongo analizar el humor en el Antiguo Testamento con la ayuda de las teorías más importantes.

Entre tantas definiciones y teorías, los especialistas lograron identificar cinco escuelas principales en el estudio del humor29. Es importante aclarar que estos modelos no siempre se contradicen entre sí. Lo que hacen es más bien enfocarse en un aspecto sea mirando la psiquis en la producción del humor, o el análisis de lo cómico en sí, o los contextos y relaciones en los que ocurre. Presentamos a continuación los modelos más aceptados por los especialistas.

Catarsis30

Esta teoría fue propuesta por Herbert Spencer en el siglo xix: La risa es “la liberación de energía nerviosa represada”. En 1905 Freud añadió en su libro sobre el chiste31 que esa energía liberada en la risa “produce placer porque supuestamente economiza la energía que de otra manera se necesitaría para contener o reprimir esa actividad psíquica”.

Este es el humor que se hace a expensas de aquellas cosas y temas que producen cierta inseguridad o incomodidad, con el propósito de liberar esos sentimientos de moderada tensión. Cuando la tensión es demasiado fuerte, lo que de otra forma sería humorístico, crea más bien frustración y se convierte en ofensa. Por ejemplo, los chistes tipo “batalla de los sexos” que hace dos o tres décadas resultaban divertidos, hoy en día en vez de divertidos se consideran hostiles, agresivos.

Dos ejemplos para ilustrar, uno antiguo y otro reciente: 1) El presidente de Colombia bajo cuyo gobierno se separó Panamá y se creó una nueva nación dijo a sus críticos: “¿De qué se quejan los colombianos? Me entregaron un país y les devolví dos”. 2) Durante los diálogos de paz entre las farc y el gobierno de Pastrana en Colombia, una prestigiosa revista cuenta que un día cuando empezaba a anochecer, Tirofijo32 dijo: “Me voy antes que oscurezca, porque por aquí hay mucha guerrilla”. Habrá que ver cuánta energía se libera aquí y de quién. Los ejemplos sirven para mostrar las bondades y limitaciones del modelo catarsis.

Superioridad/agresión

Así concibieron el humor Platón y Aristóteles: una forma de agresión por parte de alguien que es o se siente superior al objeto del humor. En la era moderna, se le atribuye a Thomas Hobbes la explicación del humor como una manifestación de un senti­do de superioridad ante la inferioridad de otros33. En este modelo hay dos corrientes: los que piensan que no puede haber humor donde hay agresión, y los que afirman que no puede haber humor sin agresión. De lo primero se ha afirmado que: “el humor nada tiene que ver con una conducta agresiva […]” y que por lo tanto “ni la sátira, ni el sarcasmo ni cualquier otro género de burla tienen algo que ver con el humor”34. El presupuesto aquí es que el humor no puede herir a nadie. Pero si así fuera, muy poco humor quedaría en el mundo. Esa es una visión demasiado reducida del humor35. En el segundo grupo, Griffith y Marks dicen que en la teoría del humor representada por Platón, Aristóteles, Quintiliano y luego Hobbes, “nos reímos desde los sentimientos de superioridad que tenemos sobre otras personas, de esa repentina gloria que surge de una repentina concepción de alguna eminencia en nosotros, en comparación con las debilidades de otros”36. Esta teoría de la superioridad es la que “domina la tradición filosófica hasta el siglo dieciocho”37.

Incongruencia y la solución de la incongruencia

La teoría de la incongruencia fue propuesta en 1750 por Francis Hutcheson en sus Reflexiones sobre la risa. Entre sus seguidores se cuentan Hazlitt, Kant, Shopenhauer y Kierkegaard38. Esta es la teoría más popular sobre el humor39. Kant, quien también tuvo tiempo para el tema del humor, explicó la risa como la emoción que se produce cuando lo que se espera queda repentina­mente reducido a nada. Los sucesos toman un giro sorpresivo y lo esperado se transforma, produciendo una descarga de energía psíquica40. A este asunto se refirió también Blas Pascal: “Nada produce más risa que una sorpresiva desproporción entre aquello que uno espera y aquello que uno ve”41. Madame de Staël definió el humor como “la percepción de la semejanza entre los contrarios y la diferencia entre los parecidos”42. Pero, si la incongruencia no se resuelve, lo que debió ser humorístico se queda en el sinsentido43. Ambos movimientos deben ocurrir con la rapidez necesaria para hacer al humor más divertido todavía.

En algunos casos esta forma de humor debe analizarse como una metáfora: el humor “es el producto de la diferencia entre la expresión explícita (lo que se dice en palabras) y la impresión implícita (lo que se esconde en lo que se dice)”44. Como hemos dicho, este modelo es uno de los más aceptados, ya que abarca muchas realidades de la vida, y es naturalmente favorito para la elaboración de historias cómicas y chistes. También incluye los chistes e historias escatológicas (desafortunada homonimia para excrementos o lo coprológico).

Podríamos decir, entonces, que el humor se produce por una discrepancia entre la forma real de las cosas y la forma como se representan en un chiste o un relato, entre expectativa y reali­dad. El humor desbarata nuestras expectativas al producir una realidad novedosa; tan pronto como se descubre esa discrepan­cia, se produce el humor45.

Por último, un ejemplo de alguien más conocido. En una revista colombiana sale una breve noticia: “Chávez, el zar de la prensa: Contrario a lo que suele creerse de que Hugo Chávez es un enemigo de los medios de comunicación, al Presidente de Venezuela le encantan. Prueba de ello es la cantidad de canales de radio y televisión que hoy están a su servicio”46. Esta forma de expresar opiniones, en literatura se llama ironía.

Crítica/mofa/burla

Esta ha sido la contribución de Henri Bergson a la discusión del tema. Cuando esta forma del humor se hace de actores en el orden social, podría servir para provocar cambios. Así que yendo más allá de la simple burla, los chistes se pueden ver como “pequeños ensayos antropológicos: La antropología comparte con el humor la estrategia básica de la desfamiliarización: se desacomoda el sentido común, se evoca lo inesperado, los temas familiares se trasladan a contextos desconocidos y hasta molestos, con el fin de hacer al público o a los lectores conscientes de sus presu­puestos culturales”47. Reconociendo este valor del humor en la sociedad, un autor se quejaba hace unas décadas de que la lite­ratura sobre el humor de su época no se diera cuenta de que el humor comunica algo racional y con propósito48.

Así, pues, el humor es una forma de antropología social crítica que nos “desfamiliariza de lo familiar, desmitologiza lo exótico e invierte el mundo del sentido común”. Tal es su fuerza que “nos permite ver el mundo como si acabáramos de llegar de otro planeta”49. Existen muchas obras literarias, programas de radio y televisión dedicadas a esto. Los líderes nacionales e internacionales son blancos favoritos de esta forma de humor. Por medio de este humor, muchos dicen más de lo que podrían decir “directamente”.

Es importante notar en este modelo el humor que podríamos llamar “intramuros”. Cuando los habitantes de un país o región hacen mofa de sus propios problemas y defectos, es divertido para ellos. Se convierte en ofensa grave cuando la mofa o el chiste provienen de alguien ajeno a ese grupo, aunque el individuo “externo” y su grupo piense que es muy divertido. Deja de ser una burla de uno mismo y se convierte en una ofensa que pone al objeto del chiste en condición inferior. Por ejemplo, los enemigos de Aznar se podrán burlar todo lo que quieran de él en España, pero esos mismos enemigos no tolerarán agresiones contra Aznar fuera de España, por parte de un presidente de un país latinoamericano, por ejemplo.

Pero en esto hay casos más trágicos. Todos hemos conocido las noticias de las caricaturas de Mahoma. La diversión de algu­nos europeos fue literalmente cortada por la reacción violenta de los musulmanes, que se sintieron profundamente ofendidos.

Existe literatura seria dedicada a estudiar el uso del humor como arma política. Se cita normalmente a Aristófanes (espe­cialmente su obra Las ranas) como el primero que usó el humor en la literatura occidental para tratar asuntos serios de política. Ya en Egipto y Mesopotamia se había hecho lo mismo, aunque los escritos que conservamos de estos últimos son más cortos que los de Aristófanes. De esto hablaremos más en el capítulo siguiente.

Dramático

El drama está de moda. Han salido recientemente un libro sobre ética cristiana y otro sobre teología bíblica y sistemática escritos en clave de drama50. El modelo dramático también se ha utilizado para explicar cómo funciona el humor. A partir de la obra de Goffman51, Salvador Jáuregui ha propuesto el drama como paradigma para la interpretación del humor. Esta teoría encaja perfectamente con el modelo de la incongruencia, pero más desarrollado.

Según Salvador Jáuregui, “nos reímos de las situaciones en las que comprobamos que algo contradice el autoatributo de algún actor social”. Esto produce en el actor una “vergüenza social” por haber quedado en ridículo ante los observadores: “La vergüenza social y la risa son dos caras de la misma moneda del ridículo”52. Según esta teoría psico-sociológica o modelo dramatúrgico, exis­ten cuatro categorías para clasificar las variedades del humor: desastres en vivo, historias cómicas, autorrisa y bromas. Según esto, Salvador Jáuregui está en línea con Bonghi, quien dijo que el humor es “descubrir y expresar lo ridículo de lo serio y lo serio de lo ridículo humano”53. Este modelo nos servirá en un capítulo posterior cuando tratemos el relato de Ejud y Eglón en Jueces 3.

Existe también otra serie de clasificaciones importantes que probablemente de una u otra forma cabrían en los modelos ya mencionados: humor absurdo, humor existencialista, humor trágico. Como se puede ver, estas teorías tienen varios aspectos comunes entre sí y seguramente nos inclinamos más hacia una que hacia las otras. Dejamos el asunto allí, para mirar qué fun­ción cumple el humor en la sociedad.

Función del humor

Ya hemos aludido algo de esto; veamos algunos detalles adi­cionales. Como el lector habrá notado, el humor cumple una función social que va mucho más allá del entretenimiento. Por lo tanto, no se limita meramente a los chistes ni a las tonterías. Lo que sigue a continuación es una síntesis de tres funciones sobresalientes del humor en la sociedad: producir placer, mitigar el dolor y subvertir el statu quo.

Producir placer

Todos sabemos que es rara la persona a quien no le guste escuchar, aunque sea de vez en cuando, unos buenos chistes y reírse. En esta discusión existen diferencias, porque como hemos dicho, hay autores que diferencian lo cómico de lo humorístico como dos cosas distintas. Con una definición amplia, adoptada por muchos autores, podemos decir que un propósito fundamental del humor es entretener, divertir y producir placer. La literatura y los programas de radio y TV sobre el tema abundan tanto que no vale la pena citar a ninguno.

Mitigar el dolor

El humor es común hasta en la desgracia y la tragedia. Nilsen y Nilsen afirman que “la gente se ríe [ante la tragedia] porque no sabe qué más hacer. La risa es en sí misma un testamento a la fortaleza del espíritu humano al mostrar que la gente se puede reír a pesar del desconcierto, la muerte y el caos”54. Dos ejemplos bastarán para sostener la afirmación. ¿Cómo más se podría leer la obra del octogenario Saramago Las intermitencias de la muer­te55, sino como un desafío y una burla de quien pronto habrá de recibir su propia tarjeta (como en el libro) anunciándole el día de su muerte?

Los siguientes dos ejemplos tienen que ver con el humor de epitafios. Conscientes de la dificultad y la pérdida al traducirlos del inglés, estos dos casos ilustran bien el asunto:


Aquí yace Johnny Yeast (levadura);

disculpe que no me levante.



Consagrada a la memoria de mi esposo

John Barnes, quien murió

el 3 de enero de 1803.

Su hermosa y joven esposa,

con sólo 23 años de edad,

tiene muchas cualidades de una buena esposa

y anhela ser consolada.


No sería exagerado afirmar, entonces, que no hay aspecto de la existencia humana del cual y en el cual el humor esté ausente. Es sabido por todos que hasta de la tragedia y en la tragedia es posible y común hacer humor. Mi papá tiene un par de comentarios que, por mucho que los repita, siempre nos causan risa en la familia. Cuando le informan de la muerte de algún conocido, él comenta con tono de sorpresa y profundidad filosófica: “Caramba, se está muriendo gente que nunca antes se había muerto”. Luego, cuando mi mamá le insiste que debe ir al entierro, responde con tono de indignación y reclamo: “No voy al entierro de ese señor porque cuando yo me muera, él tampoco va a ir al mío”.

Un último ejemplo: en el año 1998 una pareja angustiada en Medellín observa por televisión los informes del terremoto en la ciudad de Armenia, Colombia, donde vivía sus familiares. Cuando se termina el informe del número de muertos por ciudades, resulta que donde han muerto más personas es en su ciudad, Armenia. El esposo salta de la silla y le dice a su esposa: “¡Mi amor, vamos ganando!”. Acto seguido, explotan en llanto.

Subvertir el “statu quo”

Sea que uno siga la escuela de Freud o no, lo cierto es que se hace humor a expensas de quienes cometen injusticia y opresión; es un humor liberador de deseos y pensamientos colectivos repri­midos. Ayuda a crear en la sociedad una conciencia de que algo anda mal y se lo debe cambiar. Tan poderosa es esta forma de humor, que hay países en el mundo donde el humorista crítico pone en juego su propia vida.

Casi todos los especialistas en este tema reconocen el papel que juega el humor en los pueblos oprimidos, como los judíos. Este es tal vez el pueblo del que más se ha escrito en cuanto al humor. Debemos advertir, sin embargo, y sin negar el humor de los judíos, que aunque siempre se los pone como el prototipo de los oprimidos y las víctimas, no son el primero ni el único pueblo que ha sufrido en gran medida. Existen muchos otros pueblos oprimidos56 por siglos que también han explotado la tragedia y la han “vencido” por medio del humor. En su comentario a la película The Full Monty (1997), el profesor Darío Ruiz Gómez ve en el humor un “revulsivo social”, un instrumento de defensa, un “arma contundente” mediante el cual quien sufre injusticia y opresión expone los males que lo aquejan y a sus perpetradores, al tiempo que celebra la vida57.

De modo que podemos decir con Ben-Amos, que el humor de los judíos no es un “determinismo psicológico” que expresa su gran ingenio, sino “un caso particular de un principio socio­lógico general”58.

Por último, el humor en sí no cambia las cosas, “es sólo una fuerza que debilita el poder de lo que necesita ser cambiado y prepara el camino para la reforma”59. Todo esto se podría resumir así: el humor es una “forma de expresar los aspectos más serios de la experiencia humana; como arma disruptiva y subversiva; como rebelión ante el orden preestablecido social, cultural y artísticamente; como medio de autoafirmación y expresión de cohesión de minorías y grupos marginados”60. Como veremos, algo así ocurre en el libro de Ester.

Conclusión

Aunque no podemos dar una definición precisa y consensuada del humor, sí podemos afirmar varias cosas. En primer lugar, el humor se manifiesta en todos los ámbitos de la sociedad y en todos los pueblos. En segundo lugar, humor es más que chiste y comicidad de tonterías; es una reflexión que se hace para exponer las incongruencias de la vida y las acciones humanas con diversos propósitos: divertir, insultar, mitigar el dolor, cambiar la sociedad, entre otros. En tercer lugar, los modelos que se usan para explicar el humor están inseparablemente unidos a la función que cumplen en la sociedad como colectivo y en los individuos. Un autor ha dicho que el humor hace seis cosas: lubrica las relaciones, corrige los desbalances de la vida, critica, maneja la realidad, integra las personas y preserva el sentido del ser61.

En este capítulo hemos mostrado la dificultad de definir la palabra “humor”. También hemos echado un vistazo a los modelos que explican el humor y sus funciones en la sociedad. En el capítulo 2 observaremos brevemente cómo se manifestaba el humor en las culturas de los vecinos del antiguo Israel y en la literatura universal. Esto nos servirá para constatar tres cosas: que el humor no es una novedad, que su uso en la antigüedad no es muy diferente al actual, y que en la Biblia no podía faltar este ingrediente de la cultura universal.

El resto del libro está organizado de la siguiente manera: el capítulo 3 es una introducción general al humor en el Antiguo Testamento; los capítulos 4 al 10 son estudios detallados de historias humorísticas en el Antiguo Testamento; en el capítulo 11 nos preguntamos qué lugar tiene el humor en el púlpito; y así llegamos al final. ¡Que se divierta!

____________________

4 Véase Victor Raskin, Semantic Mechanisms of Humor (Dordrecht: D. Reidel Publishing Company, 1985). Lo mismo ha sido reconocido por otros. Véase también, Francis Landy, “Humour in the Bible”, Jewish Quarterly N° 1 (1980).

5 Todas las traducciones de citas en otros idiomas son mías. Simon Critchley, On Humour (Londres: Routledge, 2002): 66–67. Sin embargo, Figueroa sostiene que “La lingüística en general no ha prestado mucha atención al humor”. Véase Jorge Figueroa Dorrego y otros (editores), Estudios sobre humor literario (Vigo: Universidad de Vigo, 2001).

6 Wilson E. Strand, “In search of an Assyrian sense of humor”, en Fred E. H. Schroeder (editor), 5000 Years of Popular Culture: Popular Culture Before Printing (Madison: Popular Press, 1980): 39–40.

7 Francis Landy, “Humor in the Bible”, en Jewish Quarterly N° 1: 15.

8 Michael Ferber, A Dictionary of Literary Symbols (Cambridge: Cambridge University Press, 1999).

9 Ídem.

10 Fred Charles Tubbs, “The Nature and Function of Humor and Wit in the Old Testament Literary Prophets” (Tesis doctoral, Southwestern Baptist Theological Seminary, 1990).

11 Yehuda T. Radday, “On Missing the Humour in the Bible: An Introduction”, en Yehuda Thomas Radday y Athalya Brenner (editores), On Humour and the Comic in the Hebrew Bible (Sheffield: Almond Press, 1990).

12 Benjamin R. Foster, “Humor and Wit (Mesopotamia)”, en David Noel Freedman (editor), The Anchor Bible Dictionary (New York: Doubleday, 1992): 2459.

13 José María Garrido Luceño, “El humor es sabiduría”, Isidorianum 23 (2003): 130.

14 Luigi Pirandello, “Esencia, caracteres y materia del humorismo”, Cuader­nos de información y comunicación 7 (2002): 98.

15 Colin J. Humphreys, “The Number of People in the Exodus from Egypt: Decoding Mathematically the Very Large Numbers in Numbers i and xxvi”, Vetus Testamentum 48, N° 2 (1998), Colin J. Humphreys, “The Num­bers in the Exodus from Egypt: A Further Appraisal”, Vetus Testamentum 50, N° 3 (2000).

16 Preferimos no entrar en tecnicismos semánticos y usaremos humor y humorismo alternadamente para significar lo mismo, es decir, lo que todavía estamos tratando de definir. En inglés distinguen entre “humor” y “wit”. Véase una breve discusión en Tubbs, Op. cit.

17 Véase Pirandello.

18 Ibíd.

19 Figueroa Dorrego y otros (editores): 15–16.

20 Pirandello: 102.

21 Ídem: 127. Esto mismo han observado otros. Véase, por ej. Tubbs.

22 Pirandello: 130.

23 Julio Casares, “Concepto del humor”, en Cuadernos de información y comunicación 7 (2002): 175

24 Julio Casares, ídem. Lo mismo ha dicho Bert Hayes; véase Bert Hayes, “A Study of Humor in the Old Testament” (Tesis doctoral, Hebrew Union College, 1963), citado por Tubbs.

25 Pirandello, Op. cit.: 120.

26 Véase Garrido Luceño. Existe inclusive una revista académica interna­cional dedicada al estudio del humor: International Journal of Humor Research; es publicada en Alemania por Walter de Gruyter. Existe también una página en Internet que se dedica al estudio científico del humor: <http://www.hnu.edu/ishs/>.

27 Figueroa Dorrego y otros (editores): 15.

28 Eduardo Salvador Jáuregui, “La comedia humana: Una nueva teoría psico-sociológica de la risa y el humor”, Miscelánea Comillas 61, N° 119 (2003).

29 Algunos autores lo reducen a tres teorías. Véase, por ej., Critchley. Este autor, siguiendo a John Morreall, sostiene que las teorías sobre el humor se pueden resumir en tres: superioridad, incongruencia y catarsis.

30 Alleen Pace Nilsen, y Don L. F. Nilsen, “Humor”, en Maryanne Cline Horowitz (editor), New Dictionary of the History of Ideas (Detroit: Thomsom Gale, 2005).

31 Sigmund Freud, El chiste y su relación con el inconsciente (Madrid: Alianza Editorial, 1979).

32 “Tirofijo” fue el seudónimo de Pedro Antonio Marín, conocido también como Manuel Marulanda, quien fue el fundador y jefe de las farc.

33 Aparentemente la definición de Hobbes es una versión modificada de la de Aristóteles: el humor se encuentra en la discrepancia entre lo que los seres humanos pensamos que somos y lo que somos en realidad. Véase Tubbs.

34 Véase, por ej., Garrido Luceño: 131.

35 Birger Angvik, “La risa que se vuelve mueca, el doble filo del humor y de la risa. Historia de Mayta frente a la crítica de Lima”, Káñina 16, N° 1 (1992).

36 R. Drew Griffith and Robert B. Marks, A Funny Thing Happened on the Way to the Agora: Ancient Greek and Roman Humour (Kingston: Legacy Books Press, 2007): 9, 25–45.

37 Critchley, On Humour, Londres: Routledge (2002): 3. cf. Tubbs, Op. cit.: 52–53.

38 Ídem. De hecho, se ha dicho que “Kierkegaard fue uno de los primeros pensadores modernos en examinar seriamente y emplear conscientemente el estilo cómico [comic mode] en el pensamiento religioso y en la vida”.

39 Donald Capps, “The Psychological Benefits of Humor”, Pastoral Psychology 54, N° 5 (2006).

40 Landy, Op. cit.

41 Citado en Nilsen: 1062.

42 Citado por Yehuda T. Radday, “Humour in Names”, en Yehuda Thomas Radday y Athalya Brenner (editores), On Humor and the Comic in the Hebrew Bible (Sheffield: Almond Press, 1990): 74.

43 Yehuda Thomas Radday y Athalya Brenner, On Humor and the Comic in the Hebrew Bible (Sheffield: Almond Press, 1990).

44 Landy: 14.

45 Entre los teólogos, Reinhold Niebuhr aparentemente encuentra esta forma del humor superior a la filosofía misma.

46 María Trivella, “Chávez, el zar de la prensa”, Semana, julio 23, 2007.

47 Critchley: 65.

48 Charles E. Schutz, Political Humor: From Aristophanes to Sam Erving (Cranbury: Associated University Presses, 1977). Otros comentaristas niegan que la intención de Aristófanes sea criticar asuntos de política y estos afirman que su enfoque es principalmente los dioses y poetas de su tiempo.

49 Critchley: 65–66.

50 Kevin J. Vanhoozer, The Drama of Doctrine: A Canonical-linguistic Approach to Christian Theology (Louisville: Westminster John Knox Press, 2005), Samuel Wells, Improvisation: The Drama of Christian Ethics (Londres: spck, 2004).

51 Erving Goffman, The Presentation of Self in Everyday Life (Garden City: Doubleday/Anchor Books, 1959). Goffman llevó a cabo un estudio de la sociedad canadiense para constatar, en una comunidad específica, que los seres humanos en realidad somos actores que asumimos distintos papeles dependiendo de las circunstancias que nos rodean.

52 Salvador Jáuregui, op. cit.: 567.

53 Citado por Pirandello, op. cit.: 98.

54 Alleen Nilsen y Don Nilsen, “Humor”, en Maryanne Cline (editor), New Dictionary of the History of Ideas (Detroit: Thomson Gale, 2005): 1063.

55 José Saramago, Las intermitencias de la muerte (Madrid: Santillana, 2006).

56 Una historiadora ha afirmado recientemente que si bien es cierto que los nazis mataron seis millones de judíos, asimismo es cierto que también asesinaron entre 14 y 16 millones de otras personas. ¿No es esto otro holo­causto mayor? Véase, Joanna Bourke, The Second World War: A People’s History (Oxford: Oxford University Press, 2001).

57 Darío Ruiz Gómez, “El humor como revulsivo social”, Kinetoscopio 9, N° 48 (1998): 50.

58 Dan Ben-Amos, “The ‘Myth’ of Jewish Humor”, Western Folklore 32, N° 2 (1973): 117.

59 Tubbs: 30.

60 Figueroa Dorrego y otros, op. cit.: 17.

61 Winter, citado por Tubbs.

El humor en el Antiguo Testamento

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