Читать книгу Verbos de cal y arena - Mónica Balmelli - Страница 15
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En una de esas reuniones, pero más como una celebración porque era en otra casa y con más gente, Daniela conoció a Bruno. Era un niño moreno, de pelo rizado y con unos ojos verdes que a ella le parecieron fascinantes. Los dos intercambiaron pocas o incluso ninguna palabra, pero no podían dejar de mirarse.
Eran miradas intensas que encerraban muchas preguntas que ninguno se atrevía a formular. Quizá se miraran así porque se estaban reconociendo mutuamente. Dicen que las almas viven muchas vidas y se suelen reencontrar…
Él era un año y pico mayor que ella, el segundo de cuatro hermanos varones y, en ese momento, ninguno de los dos sabía que su amistad duraría toda la vida.