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Cantar

En la escuela formaron un coro con los niños de 3°a 6°. La profesora de canto, la señorita Noemí, oronda y severa, los separó en dos grupos. Las voces agudas eran el grupo A y las voces graves eran el grupo B. Y empezó a enseñarles canciones, a ensayar, a repetir y repetir estrofas hasta que quedaba satisfecha con el resultado.

Les enseñó a respirar con el abdomen y a soltar el sonido apoyando con el diafragma. A mantener una nota larga y, por supuesto, ¡a no hacer portamentos! En eso insistía rigurosamente. Les enseñó unas nociones básicas de música pero los niños preferían cantar.

A Daniela y a Paula les tocó cantar en las voces A mientras que a Raúl, en las voces B. Cuando volvían a casa, a veces se les podía oír cantando las canciones que estaban aprendiendo y le daban el concierto a todos aquellos que quisieran escucharlos y, si no querían, también.

El coro de la escuela fue bastante activo y hacían intercambios y actuaciones en otras escuelas. Los niños lo pasaban en grande.

Daniela siguió cantando toda su vida, siempre formando parte de algún coro y viviendo gratificantes experiencias en torno a la música.

Verbos de cal y arena

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