Читать книгу Verbos de cal y arena - Mónica Balmelli - Страница 27
ОглавлениеNacer
Después de años de haberse divorciado del padre de sus hijas, Celina comenzó una relación con un hombre que le había presentado un amigo en común. Se llamaba Pedro y era músico. Solía ir a su casa con su guitarra y les amenizaba la tarde con canciones de Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y otros autores que sonaban mucho en ese momento.
La relación siguió adelante y se plantearon vivir juntos, así que agrandaron y mejoraron el pequeño apartamento alquilado y, finalmente, comenzaron la convivencia. Volvían a ser cuatro, pero eso duró poco porque pronto se enteraron de que Celina tendría un bebé.
Daniela fue feliz con la noticia y la felicidad fue total el día que nació su nuevo hermanito. Lo de hermanito es un decir, porque era una criatura enorme de más de 4 kilos.
Una tarde de inusual calor para ser invierno, Paula y ella fueron andando hasta el hospital, donde lo conocieron y se enamoraron de él.
Lo llamaron Martín y fue el primer niño que Daniela sintió como suyo.
Como Celina y Pedro trabajaban, Daniela empezó a estudiar en el turno nocturno y se ocupó de cuidar a Martín durante el día. Crecía rápido y era muy inteligente. Con un año y medio el pequeño contaba con un amplio repertorio de palabras que utilizaba de manera precisa. Sus hermanas jugaban a enseñarle las letras de unos cubos de plástico. Cada cubo tenia seis letras, una por cada cara, que relacionaba con palabras cuya inicial coincidía con la letra representada. Fue la base para que antes de los cuatro años el niño ya supiera leer.
Cuando Martín tenía tres años, Daniela se marchó de la casa de su madre para comenzar otra etapa de su vida.