Читать книгу Corruptorado - Mónica Beatriz Bornia - Страница 6
Animalidad o humanidad
ОглавлениеPara Max Scheler, esta discusión gira en torno a tres ideas generales y totalmente irreconciliables entre sí, la primera proveniente de la tradición judeocristiana (Adán y Eva, la creación, el paraíso, la caída). La segunda arraiga en la antigüedad clásica, el ser humano consciente de sí mismo se eleva y entonces es humano porque posee “razón”, así como el universo posee una “razón sobrehumana”, de la cual solo el género humano participa. La tercera entiende al ser humano como un producto tardío de la evolución del planeta Tierra, que solo se distancia de los animales inferiores por su grado de complejidad.
Para tratar de simplificar el tema –como ya sostenía Aristóteles–, diremos que el humano contiene las tres vidas: vegetativa (propia de las plantas), sensitiva (propia de los animales) y racional (propia de las personas). Pero es justamente este último punto el que separa las opiniones respecto de la naturaleza humana.
La diferencia entre el ser humano y el animal inferior, ¿es una cuestión de grados, o existe una diferencia esencial entre ambos? Según la respuesta que demos a este interrogante, será la ubicación del género humano en el cosmos.
Para Charles Darwin y Jean-Baptiste Lamarck, al ver en la persona humana el mayor grado de evolución, no encuentran en aquella conexión alguna con lo metafísico, es decir, con el fondo del universo.
Al decir de Scheler ambos se equivocan, en sus palabras: “Y denominaremos persona al centro activo en que el espíritu se manifiesta dentro de las esferas del ser finito, a rigurosa diferencia de todos los centros funcionales «de vida», que, considerados por dentro, se llaman también centros «anímicos»”.1
La diferencia entre hombre y animal inferior estaría así en que el primero es un ser “espiritual”, y se entiende por tal un ser independiente, libre y autónomo frente a la presión de lo orgánico, de la vida. Es decir, puede luchar contra la inteligencia impulsiva, pues él es capaz de construir su “mundo” y así, al decir del autor, el hombre es un ser “abierto al mundo” y, en esta apertura, la expansión será ilimitada. Según Ortega y Gasset: “el hombre es un constructor nato de universos posibles”.
1. Max Scheler, El puesto del hombre en el cosmos, Buenos Aires, Losada, 2003, p. 61.