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Esto no es un prólogo Singularidades

El título lo dice casi todo. Podría dejar las cosas en el título y seguramente se me entendería…

Es imposible prologar este libro de cualquiera de las maneras en que he prologado otros varios. Porque se recopilan en él singularidades. Con todo el valor de la palabra.

Artificiosamente se han agrupado los trabajos de los autores en “Secciones”.

Pero… La primera sección: “Los actores sociales” reúne un artículo de un psicoanalista sobre el contexto sociohistórico de la Ley de Identidad de Género en la Argentina, (1) con el comentario de un abogado especialista en DD.HH., dos sociólogas, una activista travesti, el coordinador del Equipo de Atención Integral en Reasignación de Sexo del Hospital Gutiérrez, un filósofo y una representante de las políticas públicas en el área de salud sexual.

La segunda sección, más conocida para el lector habitual, recopila diferentes intervenciones de psicoanalistas (que también son, por supuesto, actores sociales) en contextos absolutamente diferentes. Van desde la intervención de Jacques-Alain Miller en el Senado, en relación a la Ley del matrimonio homosexual en Francia, hasta las tribulaciones de Gustavo Dessal en sus “Meditaciones de un psicoanalista sobre la vida amorosa en Mutandia”.

En la tercera sección, se agrupan los trabajos de psicoanalistas y expertos en cine sobre el modo en que este relató la cuestión homosexual o trans, desde el cine en Argentina en los años 40 (un verdadero hallazgo) hasta el cine contemporáneo actual.

Y en el medio de las secciones el lector encontrará recreos o pausas literarias de diferente temática, ya que no es lo mismo la homosexualidad femenina que lo que aquí llamamos el universo “trans”.

Entonces, amigo lector, este libro no habla de las singularidades, es las singularidades mismas.

Como objeto propone un universo tan disímil, que el mejor elogio que del libro puede decirse es que pone en acto la singularidad del entramado político y social que la Ley del matrimonio igualitario (tanto en la Argentina como en Francia) y la Ley de Identidad de Género (solo en la Argentina) ponen sobre la mesa.

Los habilidosos artesanos que han construido semejante originalidad son los integrantes de un cartel de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de un módulo sobre cultura y sexuación del Departamento de estudios sobre la Familia, conocido también como Enlaces, perteneciente al Centro de Investigaciones del Instituto Clínico de Buenos Aires. De ambos, el cartel y el módulo, estoy inscripta como “más uno”. Y se puede decir que lo soy realmente, o más bien un “menos uno”, porque ellos se han puesto a trabajar sin que ningún más uno fuera necesario para que así lo hicieran.

Y hemos querido, tarea que solo contingentemente pudo ser posible, que escriban en este libro: abogados, médicos, activistas trans, etc., etc., etc. Y esto porque hemos deseado que los lectores a los que está dirigido no sean solo los psicoanalistas… No hemos hecho (y lo celebro) un libro más, de psicoanalistas para psicoanalistas. La apuesta es a otro público. Y no ha sido fácil. Porque muchos de los aquí llamados “actores sociales” desconfían del mundo psi, con justa razón, en algunos casos. Quizás porque bajo ese universal, “los psicoanalistas”, puede encontrarse cualquier “psico-algo”, como diría Lacan, y es mejor cuidarse de ellos… (2)

Entonces, este libro es singular. Es distinto. Y prologarlo es imposible.

No obstante, tomaré algunos de los conceptos aquí trabajados.

“El principio mayor despejado por la experiencia del psicoanálisis ha sido formulado por Jacques Lacan y es ‘no hay relación sexual’. En la vida, tal como es vivida, no hay relaciones entre los sexos que estén preestablecidas. Sin excepción, los seres hablantes tienen que inventar su relación sexual y es lo que los distingue de los animales, para quienes la relación sexual está programada, es siempre típica de una especie, como si allí hubiera, para los seres hablantes, un agujero en el programa”.

J.-A. Miller, “Intervención en el Senado francés”

Lo dicho es el fundamento del psicoanálisis lacaniano y eso no impide que nuestro amigo Gustavo Dessal, que conoce, me consta, muy bien estos principios, se encuentre “fuera de la escena” ya sea en Boyeston Street, Boston, Massachusetts, en el verano de 2012, en la primavera de Nueva York en el 2013, o en Tokyo en la última década.

Dessal no entiende muy bien ese “I do it my way” que reina desde EE.UU. hasta Japón, se describe como “un vulgar turista aferrado a un Edipo gastado por el uso” que observa atónito estas “experiencias”. Al final de su artículo, escrito en escala literaria, el psicoanalista asoma para decirnos que más allá del Edipo “nos encontramos en una creciente zona fronteriza en la que el psicoanálisis se adentra para investigar y poner a prueba una clínica del inconsciente y de los sujetos que no se inscriben en una transferencia al saber”.

Es “nuestra pasión por lo nuevo”, le contesta Graciela Schnitzer, una de las mentoras y hacedoras de este curioso objeto singular. “Nuestra pasión por lo nuevo […] es saber hacer con la inquietud que lo nuevo propone, lo que nos fuerza a una triple acción como analistas-ciudadanos”. “No rechazar los cambios” sin olvidar que ”la idea del progreso es para nosotros cuestionable” y por ende estamos condenados a “mirar sesgadamente los sucesos”. Y esto sosteniendo “nuestra labor clínica, poniendo entre paréntesis todo lo demás, para que el brillo recaiga en el caso por caso” en una era de la singularidad.

Y si usted, ávido lector, se entusiasma con la lectura de este libro singular, se encontrará con un comentario de Emilio Bernini sobre las películas de Luis Saslavsky, Vidalita (1949) y Las ratas (1963). Imperdible lectura sobre el “gaucho amujereao” y la “niña priendada” de un capitán del ejército. En Vidalita el amor se juega entre varones y gauchos. ¡En el cine argentino de 1949! O, en Las ratas, donde el crimen es reemplazo de la unión imposible.

Pero, entonces, “¿De qué sexuación puede uno fiarse?” se pregunta Jorge Assef con Eric Laurent. Más allá del Edipo, ¿un nuevo amor por el padre? Ya que la diferencia de los sexos “no cesa de no escribirse”.

Y, antes o después, porque se puede leer este libro como cada uno quiera, encontrará la inteligencia de Marlene Wayar, una travesti que nos dice (y subrayo “una”, Marlene, con nombre y apellido): “En este momento para mi, que no he hecho el cambio de DNI, es una posición política no invisivilizarme tras el cuerpo de una mujer porque soy travesti”. Esa es su posición singular, ella quiere ser travesti y no mujer. No quiere operarse ni hacer ningún cambio de identidad en el DNI, ni mucho menos en su cuerpo.

Entonces, “Leyes transgénero y teorías queer: ¿El fin de la castración?”, dice Fabián Fajnwaks.

Cuando escribimos el libro Uniones del mismo sexo (3) planteábamos que el psicoanálisis tiene que estar a la altura del horizonte de la subjetividad de su época. Es la propuesta de Lacan. También dijimos que el libro no planteaba un acuerdo sino una polémica. Los analistas que allí escribían no se ponían de acuerdo entre sí. Es necesario señalar que la Ley del matrimonio igualitario, como lo destaca Graciela Schnitzer, preocupó a la sociedad en su conjunto, sobre todo en el aspecto de la posibilidad de criar o adoptar niños en el seno de las parejas del mismo sexo. Es lo que le preguntan a J.-A. Miller en su intervención en el Senado francés, quien deja la cuestión de los niños para el final. Su respuesta es notable. Pero, ¿podríamos decir que la Ley del matrimonio igualitario pone en cuestión los nombres del padre? ¿O la tradición en la que los homosexuales piden ser inscriptos como familia es un llamado a “Un nuevo amor por el padre”? (E. Laurent). Encontrarán esa polémica en nuestro libro anterior Uniones... que también es retomada por varios autores en este.

Pero la Ley de Identidad de Género implica una práctica de goce, que incluye intervenciones en el cuerpo, ¿un modo particular que implicaría “una tendencia a prescindir de la marca del Otro”? ¿O es “una demanda de reconocimiento del Otro en su estatuto jurídico”?

Fabián Fajnwaks se pregunta “quizás sea en nombre de esa libertad, significante presente en la mayoría de las leyes trasgénero, que busque eliminarse el límite que pone la castración como imposible”. Pero también aclara que los psicoanalistas lacanianos, lejos de indignarnos o alarmarnos, lo que nos situaría en una posición moralista, debemos interrogarnos acerca de los modos de retorno de lo real, lo que implica una forclusión de la castración, entendida como imposibilidad: “Lo que constituye un rasgo fundamental de nuestra civilización actual, favorecido por el desarrollo de la ciencia y de la técnica como discursos”. Se trata del desorden de lo simbólico y del nuevo real del siglo XXI, tal como J.-A. Miller lo ha esclarecido.

Con este libro, damos un paso más.

Invitamos a participar a otras voces, no solo la de los analistas de orientación lacaniana. Escuchar y dejar hablar al Otro social, que tiene variadas opiniones sobre este tema. Esta es una apuesta más arriesgada, aún. Pero nuestra pasión por lo nuevo no nos aliviará del acto, que será juzgado por sus consecuencias.

Continuemos, pues, conversando. Pero no solo entre psicoanalistas sino con los aquí llamados “otros” actores sociales, que tienen tribuna para hacerse escuchar.

Tendremos que verificar con Miller que el padre freudiano y su función de prohibición no son más que una cobertura de la hiancia estructural que el goce conlleva.

Pero las leyes portan su núcleo de goce escondido y por eso ley y goce se excluyen de algún modo. Se trata de la extimidad del goce.

Por otra parte, como lo dice Alejandra Antuña, Lacan es claro en …ou pire en relación al transexual: “Su único yerro es querer forzar mediante la cirugía el discurso sexual, que en cuanto imposible, es pasaje a lo real”. Los conceptos de identidad y de género no son los que propone el psicoanálisis. El psicoanálisis habla de sexuación.

Estamos aún entre el instante de ver y el tiempo de comprender, solo sabremos en el momento de concluir que el tiempo de comprender ha terminado.

Se trata de un debate en el que marcamos, como psicoanalistas, algunas diferencias. Este libro se propone decir algo sobre eso. Y unas pocas cosas más.

Hasta el próximo.

MÓNICA TORRES

Julio 2013

1- Excelente e imprescindible artículo de Santiago Peidro sobre la historia de la homosexualidad en la Argentina.

2- El psicoanalista lacaniano se opone a cualquier “normatividad” imperante. Y elije la singularidad por encima de cualquier “para todos”. Cada uno encuentra su solución es el título del último de mis libros (Grama ediciones, Bs. As., 2012).

3- Torres, M., Schnitzer, G., Faraoni, J. (comps.), Uniones del mismo sexo. Diferencia, invención y sexuación, Grama, Bs. As., 2010.

Transformaciones. Ley, diversidad, sexuación

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