Читать книгу Condenada - Морган Райс, Morgan Rice - Страница 14
CAPÍTULO SIETE
ОглавлениеScarlet voló por el cielo de la mañana, secándose las lágrimas, aún se sentía sacudida por el incidente debajo del puente; trataba de entender lo que le estaba pasando. Estaba volando. Casi no podía creerlo. No sabía cómo, pero le habían brotado alas, y acababa de despegar y se elevó en el aire como si fuera la cosa más natural del mundo. No lograba entender por qué la luz le estaba lastimando los ojos, por qué su piel le picaba debajo del sol. Por suerte, se había nublado, y tenía un poco de alivio; y aún así, no sentía que era la misma de antes.
Scarlet se sentía tan perdida, tan sola, y no sabía a dónde ir. No podía volver a su casa, no después de todo lo que había sucedido, no después de descubrir que su madre quería que muriera, y que todos la odiaban. Tampoco podía ir con sus amigos; María la odiaba también, y parecía que había puesto a las demás en su contra. No podía volver a la escuela, no podía simplemente regresar a su vida normal, especialmente después de su gran pelea con Vivian en la fiesta.
Una parte de Scarlet quería acurrucarse en una bola y morir. Sentía que no le quedaba nada en el mundo.
Scarlet voló sobre su ciudad natal y pasó por su casa, era una sensación muy extraña verla desde arriba. Scarlet voló lo suficientemente alto como para que nadie la viera, y ella vio su ciudad desde una vista de pájaro, era algo que nunca había experimentado. Vio las cuadras perfectamente alineadas, la cuadrícula rectangular, las calles limpias, el alto campanario de la iglesia; vio cables por todas partes, los postes de teléfono, todos los techos inclinados, algunos de teja, otros de pizarra, la mayoría con cientos de años. Vio los pájaros encaramados en los techos, y vio un globo púrpura solitario elevarse hacia ella.
El viento de noviembre se sentía frío allí arriba, azotando su rostro, y Scarlet sintió frío. Quería bajar en alguna parte para calentarse.
Mientras Scarlet y volaba y volaba, tratando de pensar en algo, la única persona que podía ver, la única cara que continuaba parpadeando en su mente, era Sage. No se había presentado en la fiesta de la escuela como le había prometido; la había plantado, y ella todavía estaba enojada. Scarlet supuso que él no quería volver a verla.
Por otra parte, no estaba muy segura de lo que había pasado. Tal vez, sólo tal vez, había otra razón por la que no se había presentado. Tal vez él la amaba, después de todo.
Cuanto más pensaba en ello, más sentía que necesitaba verlo. Necesitaba ver una cara familiar, alguien en el mundo que se preocupara por ella, que la amara. O, al menos, que una vez la había amado.
Scarlet tomó una decisión. Dio la vuelta y se dirigió al oeste, hacia el río, hacia dónde sabía que vivía Sage. Ella continuó volando fuera de los límites de la ciudad, mirando hacia abajo a los caminos que la guiaron como un faro mientras volaba. Su corazón latía rápidamente cuando se dio cuenta que llegaría con él en unos minutos.
Al volar fuera de la ciudad, el paisaje cambió: en lugar de cuadras y casas perfectamente alineadas, había menos casas, lotes más grandes, más árboles … Los terrenos se transformaron de dos hectáreas a seis, luego diez, veinte hectáreas … . Estaba entrando a la sección de las mansiones.
Scarlet llegó a la orilla del río y, cuando se volvió y voló junto a él, debajo vio todas las mansiones, con extensas calzadas, enmarcadas por viejos robles y grandes portones. Todo olía a riqueza e historia, y dinero y poder.
Scarlet pasó sobre la más grande y la más elegante de todas, muy bien situada detrás de la carretera, encaramada cerca de la orilla del río, una antigua casa de piedra antigua, con los más hermosos espirales y torres; parecía más un castillo que una casa. Sus quince chimeneas sobresalían en el cielo como un faro al cielo. Scarlet no se había dado cuenta todo lo hermosa que era la casa de Sage hasta que la vio desde arriba.
Scarlet voló más bajo, descendiendo, le latía el corazón de nervios. ¿Sage querría verla? ¿Y si no? Ella no sabría donde podía ir.
Descendiendo suavemente, Scarlet aterrizó frente a la puerta principal, retractó sus alas, y miró el edificio de piedra, y entonces sintió que su corazón se le ponía frío por dentro. No podía comprender lo que estaba viendo: la casa entera, toda, estaba abandonada. En lugar del hermoso cristal adornado, había madera contrachapada, apresuradamente clavada; en lugar de toda la actividad de la última vez que la visitó, no había nada.
Estaba desierta.
Scarlet escuchó un ruido chirriante. Miró a un lado y vio una puerta oxidada balanceándose ligeramente, chillando en el viento. Parecía como si nadie hubiera vivido allí durante miles de años.
Scarlet voló a la parte trasera de la casa, aterrizando en la amplia plaza de mármol, y alzó la vista hacia el frente; era más de lo mismo. La casa estaba completamente vacía, cerrada con tablas. Como si todo lo que había sido, nunca hubiera ocurrido.
Scarlet se volvió y miró los jardines que llegaban hasta el río, miró hacia el horizonte lleno de nubes; el cielo se había ennegrecido y amenazaba una tormenta, buscaba a Sage por todas partes.
No lo percibió allí. No en la casa. En ningún lugar.
Se había ido.
Scarlet no podía creerlo. Él se había ido.
Scarlet se sentó, poniendo sus manos sobre sus rodillas y lloró. ¿Realmente la odiaba tanto? ¿Nunca la había amado?
Scarlet se quedó allí, llorando, hasta que se sintió hueca, entumecida. Se quedó mirando la nada, sin saber qué hacer. Una parte de ella quería entrar a la casa, mas no fuera para calentarse y refugiarse. Pero sabía que no podía hacer eso. No era una criminal.
Scarlet se quedó sentada con la cabeza entre las manos por lo que pareció una eternidad; sintiendo una presión intensa en sus ojos, sabía que tenía que ir a alguna parte, hacer algo. ¿Pero, donde?
Por alguna razón, de nuevo Scarlet pensó en sus amigos. María la odiaba; no había ninguna razón para alguna de las demás la odiaran. Habían sido tan unidas. Incluso si no podía hablar con María, tal vez podrían hablar con Becca o con Jasmine. Después de todo, Scarlet no les había hecho nada. ¿Y para qué son los amigos, si no es para un momento como este?
Scarlet se levantó, se secó las lágrimas, dio tres pasos, y saltó en el aire. Encontraría a sus amigas, les pediría de poder quedarse con ellas sólo por esa noche, y luego pensaría qué hacer con su vida.