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PRÓLOGO:

Su tema es el Ídish

Enrique Krauze

¿A qué lector está dirigido el libro de Natalia y Noemí Gurvich? Su tema es el ídish, un idioma que apenas hace ochenta años se escuchaba en los pueblos y ciudades de Europa oriental y Rusia, la misma vasta zona donde se había cultivado durante largos siglos. Su tema es el ídish, el idioma que en el brevísimo espacio de un siglo creó su más extendida y rica literatura. Su tema es el ídish, el idioma que en ese mismo lapso llevó a sus lectores, traducida, buena parte de la literatura universal. Su tema es el ídish, el idioma ropavejero que compraba y vendía palabras usadas de todos los idiomas en su mismo, modesto saco. Su tema es el ídish, el idioma que hablaban los abuelos y bisabuelos. Su tema es el ídish, el idioma en que nos enseñaban historia y literatura nuestros maestros en el Colegio Israelita de México. Su tema es el ídish, el idioma de los arrullos y refranes, de las canciones de cuna y los lamentos, de las maldiciones y bendiciones, de los conjuros y los rezos. Su tema es el ídish, el idioma de las tonadas de amor y de nostalgia, de guerra y de paz, de ternura filial y devoción por los ancestros. Su tema es el ídish, el idioma que creó toda una cultura, una especie de religión humanista, hecha de conocimiento y amor al conocimiento, también de misericordia y solidaridad, llamada justamente ídishkait. Su tema es el ídish, el idioma hecho para el humor lascivo y autolesivo, inocente y mordaz, desgarrador e hilarante. Su tema es el ídish, el idioma cuyo teatro cautivó a Kafka y creó a los comediantes neoyorquinos. Su tema es el ídish, el idioma cuya espiritualidad conmovió a Joseph Roth, cuya secreta melodía –prosodia– se escucha en la prosa de Saul Bellow, Bernard Malamud y Philip Roth. Su tema es el ídish, el dulce idioma materno que suavizaba la tronante voz del padre eterno. Su tema es el ídish, el idioma sobre el cual se han compilado volúmenes de leyendas y mitos, de chistes y proverbios, de personajes y situaciones. Su tema es el ídish, el idioma de las admoniciones y supersticiones. Su tema es el ídish, el idioma que se escribe como el hebreo y con caracteres hebreos, como en tiempos bíblicos, pero que fue la lengua de la diáspora europea. Su tema es el ídish, el idioma que adoptó y adaptó el habla mexicana, creando un mestizaje verbal de colores y sabores. Su tema es el ídish, el idioma de las madres felizmente compungidas. Su tema es el ídish, el idioma en el que debatían dos personas pero tres opiniones. Su tema es el ídish, el idioma que sin saberlo nosotros moría con nosotros, en nuestra generación. Su tema es el ídish, el idioma que había muerto mucho antes, en los campos de exterminio de los nazis o en el gulag de los comunistas. Su tema es el ídish, el idioma de los sueños. Su tema es el ídish, el idioma pesaroso del chelo y el violín. Su tema es el ídish, el idioma que buscamos desesperadamente recobrar, en el crepúsculo. Su tema es el ídish, el idioma de los muertos (de millones de muertos) que como en los huesos del valle de Ezequiel, como en la profecía de Isaac Bashevis Singer, será el idioma de la Resurrección.

El lector de este libro es usted. Si es judío y si no lo es. El tema de este libro es el ídish, el idioma extremo del dolor y la alegría, el idioma de una melancólica y estoica sabiduría. El idioma de la vida.

16 de septiembre de 2019

Del shtétl a la ciudad de los palacios

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