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Pero, ¿por qué las plantas y el conglomerado megalítico de Stonehenge?

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Básicamente la respuesta es clara: estamos ante uno de los puntos energéticos más importantes del mundo, uno de los que más avistamientos de OVNIS tiene y, sobre todo, uno de los que más se involucró en el proyecto de Arecibo al intentar llamar al cosmos con un mensaje en código binario en el año 1974. Tendría que haber llegado al conglomerado de la Constelación de Hércules dentro de 13.000 años… si y solo si, no hubiese receptores que lo recibiesen antes porque estuviesen más cerca... como así ha sido… y como así se comprobó en un crop circle de respuesta descubierto en el año 2001.

Y es que no es una casualidad que los primeros crop circles simples ya aparecieran a finales de la década de los años setenta en los momentos en los que la humanidad comenzó a desarrollar la informática y pudo enviar ese mensaje gracias a nuestro dominio de la informática, por simple que fuera. Parecía que sería casi más una demostración que algo factible…, pero no lo fue.

Entre los años 1999 y 2005 las respuestas a ese mensaje, como veremos más adelante, fueron rotundas en los crop circles, y, sobre todo, como decíamos, todos los crop circles en cualquiera de las temáticas que abordan, humanas o tecnológicas, son auténticas llamadas de atención a la comunidad científica internacional, a nuestra civilización. Y saltándose por fin la censura impuesta sobre el tema OVNI por los gobiernos, al hacerlos de forma pública.

Aun así, queda un largo camino por recorrer. A nivel periodístico los crop circles están vetados, y en esta obra, tenemos que probar la autenticidad impoluta de los diseños.

Para ello, nos acercamos de nuevo a lo que la humanidad debe observar ante lo que ocurre. Aquí vemos algo insólito para hacerse sin luz, por la noche y sin que las plantas hayan sido tocadas. Veamos una imagen de un tallo de trigo de un crop circle autentico aparecido en Silbury Hill, el día 31 de mayo de 2010.

Presenta su primer nudo doblado y alargado sin estar roto.


El fenómeno llega a presentar tal carga calorífica que incluso pueden verse plantas quemadas en las que se ha conseguido cambiar el curso de direccionamiento natural de su crecimiento sin crear incendios a su alrededor.


Ahora veamos el siguiente tallo para entender lo que es el fenómeno de los círculos de las cosechas y el inmenso mérito que tiene realizar algo tan extraordinario en la naturaleza. Aquí se observa uno falso. Está doblado y pisado y no tiene las características de alargamiento o caudal de calor instantáneo del anterior:


Aquí vemos una fotografía de un tallo de trigo de un círculo del maíz falso aparecido en Madrid el 27 de junio de 2008.

Los tallos estaban todos rotos, muestra de que era un fraude. Para colmo, en muchos diseños de los auténticos encontramos verdaderas maravillas de “peinados de plantas”, donde, una por una, han ido formando un trenzado perfecto para crear un efecto tridimensional visto desde el exterior, desde las alturas.

Esto es un trenzado de plantas fotografiado en Avebury en 2012:


Conviene destacar algo asombroso, y es que incluso en la propia naturaleza del interior de un círculo de las cosechas genuino, puedes encontrar insectos que se han cauterizado directamente, sin que la planta en la que estuviesen hubiese sido modificada. Aquí vemos una imagen de Silbury Hill del año 2012:


A estos insectos no les dio tiempo ni a moverse debido a la rapidez con que se habría transferido la energía utilizada para realizar el crop circle. Por otra parte, el campo de alrededor no se quemó ni muestra ninguna señal de haber sido afectado.

A nivel teórico, si queremos profundizar, ya no en la dificultad de hacer tales diseños en total oscuridad, sino en lo que supondría hacerlo sin quemar las capas más externas y sin destrozar las más internas, en un cálculo absoluto en cientos de miles de plantas con diseños que abarcan dimensiones de estadios enteros de fútbol; para que nos hagamos una idea, tenemos que irnos a los descubrimientos matemáticos más profundos que ilustran el mensaje del movimiento de las dos dimensiones a las tres dimensiones. Es vital ese argumento.

Y es lo que existe en Stonehenge, su ciencia es el escenario perfecto para estudiarlo todo.

Existen comparaciones entre la ciencia de ese conglomerado megalítico y los crop circles que son fascinantes.

Se ve un inmenso caudal de circunferencias que se han interpretado como cadenas matemáticas de Papus, proposiciones alrededor de guirnaldas propuesto por el matemático Vecten en 1817 con seis caudales gaussianos a su alrededor, un conocimiento inaudito para la mayoría de los seres humanos, más aún si los mezclamos con 10, 18, 20 y 22, siendo los círculos pequeños más caudales gaussianos por dentro.

Todo llevándonos un paso más, hacia el infinito, siempre jugando con las dimensiones, ahora que conocemos unas matemáticas de las que apenas sabemos nada, pero quizá, para ellos, inocentemente, aunque valorándonos, y mirando juntos a un cosmos que nunca para. ¿Pero Stonehenge, repito? Pues, desde allí, asombrosamente, se controlaba hace milenios y con unos cálculos imposibles para su era, el cosmos entero.

Cada vez más y más dimensiones y siempre en movimiento. Interpretable como una galaxia, una energía que nunca se detiene y que también contiene más mensajes internos: el movimiento de los electrones, el secreto de un aura de dimensiones que no vemos y sí existen, a la vez que el tiempo se rompe en los agujeros de gusano utilizados por las inteligencias que nos han descubierto para llegar hasta aquí. Tardaron milenios en calcular cómo hacer todo y cómo construirlo. ¿Quién les proporcionó ese conocimiento?

Que aparezcan los crop circles allí es toda una declaración de intenciones pacífica en torno a un modelo de aprendizaje por fin global y sin censura, en el que las matemáticas, la física y la química confluyen en un lugar del mundo muy determinado: Wiltshire.

Es la zona donde se halla el observatorio astronómico número uno de la antigüedad y en cuya construcción se utilizaron también los mismos cálculos que estamos viendo ahora.


Stonehenge siempre ha sido increíble porque fueron perfeccionándose con el paso de los años. Se pasaban el saber de padres a hijos. Era su obsesión. El espacio. Algo vieron y debían saberlo todas las generaciones que existieran después de ellos. Había que controlar el espacio por si volvían los que les concedieron los primeros conocimientos. Y no es casualidad que lo hicieran circular, tal y como los crop circles aparecen ahora. Son los mismos.

Aquí podemos ver Stonehenge tal y como fue diseñado en la antigüedad y la espera sagrada de un druida al solsticio de verano.

Pero, ¿por qué esperarían tanto ese momento perfecto del Solsticio? ¿Por qué comenzar a erigir Stonehenge hace 5.100 años? La respuesta es, como decía: los dioses, el contacto con ellos a través del control del tiempo, las matemáticas y las piedras de la madre Tierra para volver a verlos.

Algo asombroso y que tendrá una vital importancia en este recorrido por la geometría sagrada del fenómeno, porque siempre se nos ha tratado de hacer ver la relación de la energía que emana desde nuestro planeta con el Sol, y de ahí con el universo entero.

Los cálculos matemáticos para el solsticio de verano fueron realizados usando el teorema de Pitágoras dos mil años antes de su descubrimiento en Grecia. ¿Quién se los entregaría? ¿Y por qué? ¿Por qué se fueron? ¿Y por qué se retomaría el contacto ahora? La respuesta es: la medicina. Una obsesión para que volvieran entregándoles más conocimientos.

Y la razón de la vuelta es, efectivamente, la misma. La medicina. Esa misma especie ya ha demostrado su interés en mostrar a la humanidad que, no solo pueden controlar el tiempo para moverse por él, sino que pueden enseñarnos a entender, o incluso salvarnos de los microorganismos con los que cohabitamos en la Tierra: los virus y las bacterias. Parece que no están, pero, aunque no los veamos, sí viven entre nosotros. La razón de Stonehenge es la misma por la que nosotros a día de hoy tenemos la medicina: la salvación de la humanidad.

En nuestro caso evitamos que se sepa todo. En su caso, se desvivieron para que volvieran, y ese solsticio de verano obsesivo marcaba cada año que seguían esperando con desesperación o ilusión.

Su geometría, sin duda, lo dice todo, una auténtica preciosidad imposible de realizar que, además, ha sido representada también en los círculos de las cosechas. Veíamos el siete en sus piedras.

Bien. Pues el 15 de julio de 2018 en M.L. Hill, con alusiones a la cultura maya, gracias a los rectángulos en espiral aparecieron..., pero no adelantemos acontecimientos aún, porque el mismo conocimiento que se dio en Stonehenge, lo obtuvieron también miles de años después, sin conocerse, en México. Es universal.

Sí. ¿Pero quién se lo dio...?


Círculos de las cosechas: ciencia y espiritualidad

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