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Herida del rechazo

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Es una de las primeras heridas y una de las más profundas. Puede producirse antes de nacer, en el vientre materno, y hasta el primer año de vida. Ocurre cuando los padres o alguien de la familia rechaza al niño, ya sea de manera consciente o inconsciente. Por ejemplo, la madre no quería quedar embarazada, el padre quería un niño y es una niña, el color de piel no es el deseado, o una condición física diferente puede hacer que los padres rechacen a la criatura y se genere esta herida.

Cada herida emocional genera un patrón de conducta y una máscara, como si fuese una armadura que protege: esto nos permite no estar en contacto con el verdadero dolor emocional. La máscara de la herida del rechazo es la del huidizo.

Los niños que poseen esta herida comienzan de a poco a comportarse como creen que los padres quieren que se comporten, tienen miedo de no ser queridos por ellos y están pendientes de su validación y aceptación. Esto empieza a repercutir en los demás ámbitos y así se alejan de sus necesidades y deseos para complacer a los demás. Si este patrón de comportamiento no se identifica a tiempo se repetirá en la edad adulta.

Las personas que cargan con la herida del rechazo suelen desvalorizarse, tienen temor a confundirse o a cometer un error, son altamente exigentes consigo mismas y buscan la perfección constantemente, castigándose cuando las cosas no salen perfectas. Esta gran exigencia es para hacer “lo mejor” que les “garantiza” recibir el reconocimiento de los demás, sin importar el costo. Les importa demasiado el “qué dirán” poniéndolo por encima de lo que realmente ellos dicen, piensan o sienten.

En el plano amoroso suelen mantener relaciones muy tóxicas o huir del compromiso de tener una relación de pareja, ya que no se sienten satisfechas con quienes son. Creen que no valen nada o que valen muy poco, tienden a aislarse y a sentirse incomprendidas. Entonces prefieren estar solas para evitar ser rechazadas y así no volver a sentir ese dolor. Si están en pareja prefieren pasar desapercibidas, no entrar en discusiones, no hacerse escuchar, no contar lo que les pasa, escondiéndose detrás del personaje que armaron de sí mismas. Como el rechazo está constantemente latente en su mente, frente a cualquier cosa que hagan, automáticamente buscarán en el otro una seña o un gesto de aprobación. Cuando son elegidas para algo, ya sea un trabajo, un equipo, una relación de amistad o amorosa, les cuesta mucho creerlo ya que no se sienten suficientes para ser parte.

Cuanto más se profundiza esta herida, mayores son también las probabilidades de ser rechazadas y de rechazar a los demás, ya que su atención hace foco en el rechazo, por lo tanto, todo lo que ven en el mundo lo ven con esas lentes, vibrando y atrayendo más rechazo a sus vidas.

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