Читать книгу Despertar - Nico Serna - Страница 19
ОглавлениеHerida de injusticia
Esta herida se forma entre los cuatro y los seis años de vida, cuando el niño tuvo padres muy exigentes, autoritarios, intolerantes, que lo criticaron de forma fría y dura. Esos padres que buscan que su hijo sea el niño ejemplar, el perfecto, que nunca cometa un error y que siempre se comporte como “debe comportarse”. Por ejemplo, cuando el niño se cría en ambientes con mensajes como: “No tienes derecho a...”, “Tienes que hacerlo mejor”, “Te tienes que sacrificar”, “Hasta que no salga bien no vas a descansar”. Esto crea en él un sentimiento de inutilidad, de que no hace nada bien y desarrolla una relación muy superficial con los padres, porque se establece una comunicación falsa, ya que quieren mostrar que está todo bien. Este patrón de conducta continúa y se repite hasta la adultez.
La máscara que se ponen las personas con esta herida es la de rigidez. Lo que hacen es aparentar que no sienten, a pesar de que interiormente son muy sensibles; prefieren mostrarse rígidos, ocultando su vulnerabilidad, y de esta manera se sienten protegidos. Entonces no se permiten sentir, por miedo a no poder manejar la gran sensibilidad que tienen. Les cuesta aceptar que algo malo está pasando, que tienen algún problema, y si lo admiten enseguida agregan que no es para tanto, y que ya tienen una solución, porque quieren mostrarse optimistas y activos todo el tiempo, ya que tienen que aparentar que son positivos. Se cuentan una y otra vez la historia de que son fríos e insensibles, tanto que esto es lo que los otros perciben de ellos, mostrando que nada les afecta. Las personas con esta máscara no pueden tener una relación íntima satisfactoria, son muy duros con sus cuerpos, se exigen hasta no dar más, sobrecargándose para mejorar su rendimiento y sin importar sus límites. Según ellas, nunca necesitan ir al médico y no aceptan que se pueden enfermar, se especializan en el autosabotaje, pero dicen a los demás que les va excelente. Todo tiene que ser justo, y si no lo es debe haber una justificación, ya que ellos tienen mucha velocidad para justificarse. Cuando algo les parece que está mal lo critican mucho, igual que lo hacen consigo mismas cuando no están “perfectas” las cosas que quieren hacer, y exageran mucho el error para resaltarlo.
¿Cómo sanar la herida de injusticia?
• Toma conciencia de que llevas esta herida, para empezar a reconocer esas actitudes de la máscara que no te permiten conectarte con lo que sientes.
• Acepta que eres un ser sensible, date permiso de poder sentir esas emociones que llegan a ti.
• Perdona a tus padres por tanta exigencia, hay grandes posibilidades de que ellos también hayan tenido o tengan esta misma herida.
• Rompe con tanto afán de perfeccionismo; viniste al mundo para ser feliz, no perfecto.
• Realiza actividades que te conecten con tu cuerpo y con tu emoción.
• Conéctate con el placer por el solo hecho de existir, no por sacrificarte.
• Amígate con los errores y agradece por poder aprender de ellos.
Hablar de las heridas nos ayuda a conocerlas y a reconocerlas en nosotros mismos. Desde la consciencia, podremos empezar a comprender algunas actitudes nuestras y de los demás. Si te interesa seguir profundizando en este tema te recomiendo el libro Las cinco heridas que te impiden ser uno mismo de Lise Bourbeau.
Recuerda que no naciste así, sino que aprendiste a ser así; se trata de la forma que encontraste para protegerte, ya que las máscaras sirven para ocultar nuestras vulnerabilidades y para no volver a sentir un dolor emocional parecido. Así como tú puedes tener algunas de estas heridas, esto también sirve para mirar con amor a quienes te rodean y comprender que muchas veces algunas actitudes de los demás expresan sus máscaras de protección.
PERDONAR PARA LIBERARME
A lo largo de mi carrera en el mundo del desarrollo personal me he cruzado con muchísimas historias y pude aprender de cada una. Por eso quiero compartirte una de las mejores enseñanzas que te dejará ir más libre por la vida. Cuando llevamos el pasado sobre nuestros hombros, nuestro día a día es pesado, está cargado de culpas, miedo y enojos. Por eso quiero hablarte del perdón. Perdonar no es sinónimo de olvidar; tampoco es compartir y aprobar una forma de actuar; perdonar no es debilidad. El perdón es la posibilidad de dejar de ser esclavos de esa situación o persona. Sí, cuando hablo de “esclavo”, es porque eso que no perdonas te sigue ocasionando malestar en tu presente. Por esto, cada vez que transitas una situación similar, recuerdas lo que pasó o te cruzas con “esa” persona, quien vuelve a sentir esa emoción y renueva la herida eres tú.
Por eso es importante saber que cuando hay un sufrimiento significa que tú en tu cabeza tienes una creencia de “cómo deberían ser las cosas”, lo cual es un ideal al que estás aferrado fuertemente. Por ejemplo: cómo deberían tratarte las personas o cómo tendrían que salir las cosas que te propones. En estos pensamientos hay una fuerte carga emocional. Entonces, cuando pasa lo contrario algo te saca de eje, y te genera malestar. Ante eso que te pasa puedes elegir dos caminos: sufrir porque las cosas no están saliendo como tú piensas que deberían ser o aceptar lo que está pasando. Por eso me atrevo a preguntarte: ¿qué no estás pudiendo perdonar? ¿Qué es lo que no estás aceptando?
Aceptación significa que puedas asumir lo que pasó o está pasando, tal como es, te guste o no, ya sea como quieres que sea o sea todo lo contrario; significa que dejas de gastar energía, emoción y tiempo en querer controlar y cambiar todo aquello que no está en tus manos, en tu control. Es un proceso que te hace evolucionar como ser humano ya que practicas la tolerancia, el poder de adaptación y la expansión de la mente.
Estas son algunas de las situaciones que más nos cuestan aceptar:
• Que todos somos diferentes, que tenemos vidas distintas, con otras experiencias, creencias y aprendizajes, que hacen que cada persona actúe de una manera única. Si vas por la vida esperando que los demás actúen como lo harías tú, vas a decepcionarte muchas veces. Entonces te invito a que empieces a trabajar la aceptación de que “el otro es otro”.
• Que lo pasado es pasado; si tú no aceptas que lo que pasó ya no puede cambiar, y en tu cabeza sigue rondando la idea de que te hubiese gustado que sea diferente, y te aferras a eso, esto te va a ocasionar mucho sufrimiento.
• Que en la vida hay pérdidas y ganancias. Si solamente esperas ganar, no aceptas que somos seres finitos, que algún día todas las personas morimos, que las relaciones son ciclos donde hoy hay amor y mañana no se sabe, que hoy tienes dinero y tal vez mañana no, y lo mismo ocurre con la salud. Entonces, si vas por la vida resistiéndote a la pérdida, pensando en lo lindo que hubiera sido que esa persona o cosa siga en tu vida, vas a transitar mucho sufrimiento por no aceptar.
• Que los seres humanos no somos máquinas y cometemos errores. Si pretendes que las personas que te rodean ni tú cometan errores, vas a conectarte con la exigencia y con el castigo cada vez que exista una equivocación.
Estos son algunos de los temas sobre falta de aceptación que más detecto en mis alumnos y clientes. Hay muchísimos más, por lo cual te invito a reflexionar sobre las situaciones que más te cuesta aceptar.