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III

El Árbol de la Vida: estructuras y símbolos

El Árbol de la Vida es un esquema simbólico que resume toda la Ciencia iniciática, las doctrinas de todos los Iniciados. Se puede comparar con un grano, con una simiente: plantadla, hará aparecer ante vosotros toda la creación con la multitud de sus criaturas. Este esquema puede llegar a ser un instrumento mágico, un pantáculo de los más poderosos. Todo está allí, todos los principios, todos los elementos, todos los factores con los cuales el Señor creó el mundo.

Tenéis ahí un sistema que os ayudará a no dispersaros en vuestro trabajo espiritual. Si trabajáis durante años sobre ese cuadro, introduciréis en vosotros mismos un orden, un equilibrio; todo en vuestro interior se organiza y armoniza. Cada vez que tengáis un poco de tiempo, deteneos sobre el Árbol de la Vida, elegid una séfira, concentraos sobre ella y tratad de desarrollar las cualidades o las energías que contiene. Ya sea que tengáis necesidad de luz, de amor, que tengáis necesidad de fuerza, de protección, de generosidad, de justicia o de vida... dirigíos al Árbol de la Vida: está ahí a disposición de los hijos e hijas de Dios que precisen alimentarse de la vida divina.

Cada día podéis trabajar desarrollando la virtud que deseéis con el fin de alimentar, fortalecer, plasmar esa cualidad en vosotros: os concentráis sobre el nombre de la séfira, el nombre de Dios, el nombre del Arcángel, el nombre del orden angélico y por último, sobre el nombre del planeta ya que, en cada séfira, el planeta es la materialización de las cuatro divisiones restantes.

Algunos cabalistas piensan que hay que contentarse trabajando con Malkut porque los otros sefirot son tan elevados, están hechos de materiales tan sutiles que son inalcanzables yno se obtendría ningún resultado. Tienen razón, uno puede contentarse trabajando con Malkut. Como ella misma es, a la vez, una síntesis de los otras nueve sefirot (y esto es verdad también para cada séfira: cada una refleja las otras nueve), trabajando con ella, se puede alcanzar todas las demás, pero concretadas, materializadas.

Pero para quienes se sientan capaces, no está prohibido concentrarse sobre lo que está más lejano. Puesto que hay veintidós senderos que conectan los sefirot entre ellos, es posible pasar gradualmente de uno al otro. Cada uno de estos veintidós senderos lleva una letra del alfabeto hebreo. El sendero que parte de Malkut y acaba en Iesod, lleva la letra Tav. Es el sendero difícil que exige del discípulo que vaya más allá de todas las ilusiones. Arriba de todo, el sendero que lleva la letra Aleph, la primera letra del alfabeto, conecta Kether con Hochmah. Aleph es el sendero de Dios que desciende para encarnarse en la materia. Tav es el sendero del hombre que quiere elevarse para acercarse a Dios. Sólo muy pocos Iniciados han llegado a recorrer los veintidós senderos hasta Aleph, que representa la plena realización.

Otro método de trabajo con los sefirot, puede dárnoslo la clave de sol.


Se comienza por concentrarse en el Sol, luego, describiendo un círculo que pasa por Hesed, Netzach, Iesod, Hod, Geburah, se sube hasta Kether pasando por Daath y Hochmah. Se vuelve a descender pasando por Binah y de nuevo por Daath, Tipheret y Iesod hasta Malkut. Lo veis, se comienza por el Sol, se sube hasta Kether, después se vuelve a bajar hasta Malkut. Aquel que profundiza las etapas de este recorrido a través de los sefirot, verá en él una correspondencia con la Tabla de Esmeralda.

También se puede estudiar el Árbol sefirótico agrupando los sefirot por triángulos.

El primer triángulo está formado por Kether (la Corona), Hochmah (la Sabiduría) y Binah (la Inteligencia). Es el triángulo metafísico.

El segundo triángulo está formado por Hesed (la Dulzura), Geburah (la Severidad) y Tipheret (el Sacrificio). Es el triángulo ético.

El tercer triángulo está formado por Netzach (la Victoria), Hod (la Gloria) y Iesod (el Fundamento). Es el triángulo intelectual.

Y, por último, viene Malkut (el Reino, es decir la Tierra) que está aparte. No es un triángulo: la Cábala representa a Malkut como un cuadrado o un cubo porque está formada por los cuatro elementos: la tierra, el agua, el aire y el fuego.


Esta división en cuatro partes se encuentra también en el Árbol sefirótico. Corresponde a las cuatro divisiones del espacio tal como las determinaron también los cabalistas. Empezando por arriba: Atsiluth, el mundo de las emanaciones; Beriah, el mundo de la creación; Ietsirah, el mundo de la formación, hasta Asiah, el mundo físico. Y cómo el ser humano fue creado a imagen del universo, estas cuatro divisiones tienen una correspondencia en él: Atsiluth corresponde al alma y al espíritu (en hebreo Neschamah); Beriah, al intelecto (Ruah); Ietsirah al corazón (Nephesh); Asiah al cuerpo físico (Guph).

También es aún posible trabajar con el Árbol sefirótico considerando la división en tres pilares. A la izquierda, el pilar que une Binah con Hod es el pilar del rigor, de la severidad: Jakin. A la derecha, el pilar que une Hochmah con Netzach es el pilar de la misericordia, de la clemencia: Boaz. Estos son los dos pilares del templo de Salomón. En medio, el pilar del equilibrio que abarca Malkut, Iesod, Tipheret, Daath y Kether. A estos cinco sefirot corresponden cinco grandes símbolos: la piedra filosofal (Malkut), el elixir de la vida inmortal (Iesod), la panacea universal (Tipheret), el espejo mágico (Daath), la varita mágica (Kether).12

Daath es, por tanto, la onceava séfira, misteriosa, desconocida, de la cual la Cábala apenas habla. Daath es el abismo cósmico donde está acumulado todo el pasado, todos los archivos del cosmos desde la eternidad. Es el caos, la confusión por encima de la cual se movía el Espíritu de Dios. También es Daath la que nos enseña sobre la caída del primer hombre. La tentación vino a través de Daath. La serpiente es Samael, ese espíritu poderosísimo que fue a encontrar a Adán y a Eva en el jardín del Edén (la séfira Hesed) para persuadirlos de que comieran del fruto del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Por haber comido del fruto de ese Árbol, Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, es decir de las regiones sutiles y luminosas en las que se desplazaban, y precipitados en la materia opaca de Malkut.


Pero los cabalistas raramente hablan de Daath, el sol invisible situado entre Kether, el Padre, y Tipheret, el Hijo, el sol visible, manifestación del Padre, y muy pocos trabajan con ella, pues para acceder hay que haber recorrido todos los demás senderos.

Esos cinco sefirot del pilar central tienen una correspondencia en nosotros: Kether representa el espíritu; Daath, el alma; Tipheret, el intelecto; Iesod, el corazón; Malkut, el cuerpo físico. Como el sol, Tipheret, y la luna, Iesod, se suceden en el Árbol de la Vida, vemos cómo la luz de Tipheret pasando a través de la pureza de Iesod, ilumina a Malkut. Así, la luz del intelecto, pasando por la pureza del corazón, ilumina el cuerpo y todas las células para mantenerlas en un estado de salud y de vigor.

El pilar central mantiene el equilibrio entre los otros dos pilares. Si lo recorréis de arriba abajo, partiendo de Kether, pasáis a continuación por Daath, Tipheret, Iesod y llegáis a Malkut. Kether es pues un polo y Malkut el otro polo. Por eso se dice que la tierra es un reflejo del Cielo. Cuando Hermes Trismegisto decía: “Lo que está abajo es como lo que está arriba”, era una verdad cabalística. Y cuando Jesús decía: “Hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo”, quería decir: “Que sea en Malkut como es en Kether...”

Así, observad como todos los grandes Iniciados expresaron siempre las mismas verdades, pero cada uno a su modo, y todos tienen razón. Y yo, cuando os digo que el sol, Tipheret, es el espíritu de Cristo, también es cierto, porque no invento nada por mí mismo: interpreto las cosas según una ley inmutable que existe desde siempre. No soy el primero en decirla... Es una pena, ya me hubiera gustado ser el primero en hablar de esa verdad, pero por desgracia, ¡mil veces por desgracia! ¿cómo hacerlo? Miles de Iniciados hablaron antes de ella y yo, pobre infeliz, sólo repito verdades dichas desde hace ya mucho tiempo. ¿Es que eso me hace realmente infeliz, o feliz? A vosotros os corresponde decidirlo.

A propósito del pilar central del Árbol sefirótico, agregaré aún algo más para ilustraros. Sobre el pilar central se encuentra la Santísima Trinidad: Dios el Padre en Kether; el Hijo en Tipheret, el Sol; y el Espíritu Santo en Iesod. ¿Qué es el Espíritu Santo? Es justamente trabajando con Iesod que lo comprenderéis. El Padre es la vida, el Cristo la luz, y Iesod el amor, sí, incluso el amor que impulsa a los seres a unirse en el plano físico. A cada séfira le corresponde una parte del cuerpo: a Iesod le corresponden precisamente los órganos genitales. El Espíritu Santo tiene muchas relaciones con el amor, y cuando se dice que Jesús fue “concebido del Espíritu Santo”, quiere decirse concebido en un estado de conciencia de una pureza perfecta.13

El mensajero que vino a anunciar esta concepción a María, es el Arcángel Gabriel. ¿Por qué? Porque él es el que gobierna la región de Iesod. ¿Por qué no fue otro Arcángel sino Gabriel el elegido para llevar esa noticia a María?... Para aquél que ha estudiado la Cábala, está muy claro. La venida de Gabriel es muy expresiva, muy significativa cuando se conocen las virtudes y las funciones de las diferentes regiones. Jesús fue concebido en la pureza del Espíritu Santo, pero no como los cristianos creen: fue concebido según el único método conocido desde hace milenios. Pues la forma de concebir un niño es siempre la misma, es imposible que un niño nazca de otra manera que por la unión física de un hombre y de una mujer. Lo que varía, es el estado de conciencia de ese hombre y de esa mujer. Es la intención que se pone en un acto la que lo hace santo o impuro.

Entre las figuras simbólicas que los Iniciados utilizaron para esclarecer la estructura del hombre, está el caduceo. Pero actualmente la gente ve ese símbolo en las farmacias, sobre los automóviles de los médicos... sin comprenderlo en absoluto. El caduceo está compuesto por dos serpientes entrelazadas alrededor de una vara. Esas dos serpientes representan las dos corrientes de la vida cósmica: la corriente de la atracción, o del amor, y la corriente de la repulsión, o del odio, enroscadas alrededor del eje del mundo. El mundo entero se mueve por esas dos corrientes del odio y del amor, pues todo movimiento tiene por origen la atracción o la repulsión. El Iniciado que sabe dirigir esas dos corrientes tiene todos los poderes para atraer o repeler a los seres: atrae a los seres luminosos y rechaza a los seres tenebrosos, atrae las bendiciones del Cielo y rechaza las fuerzas del mal. Pero el hombre es en sí mismo un caduceo viviente.


En el plano físico, la vara es la columna vertebral, y las serpientes, las dos corrientes positiva y negativa que circulan a lo largo de la columna. La primera parte del hemisferio derecho del cerebro, pasa por el pulmón izquierdo y el corazón, se dirige hacia el hígado, pasa luego por el riñón izquierdo y la glándula genital derecha y después va hacia la pierna derecha. La segunda corriente parte del hemisferio izquierdo del cerebro, se dirige hacia el pulmón derecho, luego hacia el bazo, y de allí hacia el riñón derecho, luego hacia la glándula genital izquierda y la pierna izquierda. Hay por tanto un cruzamiento.14


De un lado y de otro de Sushumna,

Pingala (en blanco) e Ida (en negro)

Sobre el símbolo del caduceo pueden situarse los sefirot. En el hombre los sefirot son los chacras. Subiendo y descendiendo, las dos corrientes animan y accionan los chacras, creando proyecciones de energía y de luz. El ser que ha desarrollado los diez sefirot en sí mismo puede hacer milagros porque posee en el plano espiritual la varita mágica que puede transformarlo todo: la columna vertebral con las dos corrientes Ida y Pingala que se entrecruzan a lo largo del canal Sushumna en el cual trabaja la fuerza Kundalini.15 En el pasado los Iniciados no hacían estas revelaciones a la multitud por temor de que algunos, consiguiendo despertar prematuramente los chacras, adquirieran poderes de los que pudieran servirse para realizar el mal. El símbolo del caduceo es conocido desde la Antigüedad ya que fue el atributo del dios Hermes, pero sólo los Iniciados conocían su significado profundo. Únicamente ellos poseían esta ciencia del caduceo, la ciencia del Árbol de la Vida, y llegaban a realizarla en su existencia, obteniendo así los más grandes poderes.

Cada símbolo, cada figura, cada pantáculo o talismán, proviene del Árbol de la Vida, y cada ser humano lleva en él el Árbol de la Vida. Hoy también, hablando de los sefirot, os he dado muchos materiales; vamos a ver cuántos de entre vosotros podréis aprovecharlos para construir algo y orientaros correctamente en la vida.

Sevres, 4 de Enero de 1970

12 Del hombre a Dios, Col. Izvor nº 236, cap. V: “Los sefirot del pilar central”.

13 Al principio era el Verbo, Obras Completas, t. 9, cap. X: “El pecado contra el Espíritu Santo e el pecado contra el amor”, y Del hombre a Dios, Col. Izvor nº 236, cap. X: “La familia cósmica y el misterio de la Santísima Trinidad”.

14 La Balanza cósmica, Col. Izvor nº 237, cap. IX: “El caduceo de Hermes. La serpiente astral”.

15 Centros y cuerpos sutiles, Col. Izvor nº 219, cap. V: “La fuerza Kundalini”, y cap. VI: “Los chacras”.

Los frutos del árbol de la vida

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