Читать книгу Los esplendores del Thiferet - Omraam Mikhaël Aïvanhov - Страница 5
ОглавлениеII
Cómo captar los elementos etéricos contenidos en el sol
Al mirar el sol, nuestra alma toma la forma del sol
El sol es el origen de todos los planetas, todos han salido de él, por eso podemos decir que todo lo que existe aquí, en la tierra, como elementos químicos, como sustancias minerales o vegetales, ya existe en estado sutil, etérico, en el sol. Ahora, la cuestión es saber cómo captar esos elementos, en particular cuando queremos remediar las enfermedades, las deficiencias. Sí, porque es necesario que el hombre se habitúe a tomar en las regiones sutiles lo que necesita. Cuando siempre buscamos remedios abajo, en el plano físico, sin hacer ningún esfuerzo para elevarnos, no ganamos nada en el plano espiritual: nos volvemos perezosos, nos apoltronamos, porque lo tenemos todo al alcance de la mano; ni siquiera nos desplazamos, llamamos por teléfono o mandamos a alguien a la farmacia... Es mucho más provechoso hacer el esfuerzo de remover todo nuestro ser para ir a buscar estos elementos, estas quintaesencias, arriba, en el plano etérico.
La medicina oficial no conoce aún los elementos etéricos que son a la vez más sutiles y más eficaces que todos los que ha descubierto hasta ahora. La medicina piensa actualmente que las glándulas endocrinas, con sus secreciones, son las que gobiernan todo el organismo. No, no son las glándulas endocrinas las que juegan el papel esencial: son otros factores, en el plano astral y en el plano mental, los que gobiernan, desencadenan y dirigen el funcionamiento de las glándulas endocrinas. Porque, para que una glándula endocrina segregue demasiado, o muy poco, y produzca anomalías en el organismo, sin duda debe haber una causa. ¿Y dónde se encuentra esta causa? La Ciencia iniciática responde: en el ámbito de los pensamientos y de los sentimientos.
No estoy de acuerdo con la medicina materialista que cree que la salud del ser humano depende exclusivamente de la cantidad de vitaminas o de hormonas que absorbe. En realidad, existen en los planos astral y mental otros factores más poderosos que excitan o perturban el organismo, y es ahí donde hay que armonizarlo todo y ponerlo todo a punto, en vez de ocuparse únicamente del cuerpo y de buscar siempre las causas de las enfermedades en el plano físico. Estas dos regiones, astral y mental, en donde se forman los pensamientos y los sentimientos, todavía no han sido exploradas ni dominadas, y desde ellas se proyectan los elementos nocivos que van a perturbar después los otros aparatos: las glándulas endocrinas, el sistema nervioso, el gran simpático, los ganglios... Hay que ir a buscar, pues, mucho más arriba las causas de las enfermedades y sus remedios. Poco a poco la ciencia los descubrirá.
Hace unas décadas los médicos decían: “Si tomáis todos los días tanto de prótidos, tanto de lípidos, tanto de glúcidos y tanto de sales minerales, tendréis tantas calorías y estos os proporcionarán tantas energías...” Y todo el mundo creía que eso bastaba para tener buena salud, hasta el día en que la medicina se puso a hablar de unos elementos más sutiles e imponderables: las vitaminas. Entonces ¡todo el mundo se atiborró de vitaminas! Pero un Iniciado, en cambio, no tiene necesidad de ocuparse de calorías ni de vitaminas: en sus trabajos espirituales logra elevarse hasta muy arriba para captar otros elementos todavía más sutiles y necesarios que se encargan de ordenar y de ponerlo todo a punto en su organismo, incluso la asimilación de las mismas vitaminas. Además, el descubrimiento de las glándulas endocrinas y el misterio de su funcionamiento, prueba que a la medicina le quedan aún otros campos más sutiles que explorar.
Por eso nosotros insistimos tanto en la calidad de los pensamientos y de los sentimientos: porque los pensamientos y los sentimientos son unas fuerzas que ponen en marcha ciertos centros sutiles, los cuales actúan, a su vez, sobre las glándulas endocrinas, sobre el sistema nervioso y, después, sobre todos los demás sistemas, y de ello se deriva un estado de equilibrio o de desequilibrio, de orden o de desorden. Actualmente, algunos investigadores trabajan en esta dirección, pero no son escuchados. Sin embargo, pronto la medicina se verá obligada a admitir oficialmente sus conclusiones, y sólo se estudiarán estos factores sutiles que son el pensamiento y el sentimiento: se crearán nuevas ramas de estudios con laboratorios y técnicas especiales, y todos reconocerán que la Ciencia esotérica tenía bases sólidas y verídicas. Mientras tanto, se burlan de ella.
Ahora os diré cómo podéis tomar las partículas etéricas que el sol envía a profusión cada mañana. En realidad es muy sencillo: ni siquiera hay que saber qué elementos restablecerán vuestra salud, eso no tiene ninguna importancia. Os esforzáis solamente en subir... en subir con el pensamiento hasta las regiones más sutiles: allí os exponéis, esperáis... y entonces vuestra alma y vuestro espíritu, que son unos químicos y unos médicos muy competentes, que conocen exactamente la naturaleza de todas las sustancias etéricas, captan lo que os es necesario y dejan a un lado todo lo demás. Os concentráis, esperáis con amor, con sumisión, con alegría, con confianza, y, un tiempo después, cuando volvéis, sentís que algo se ha restablecido, serenado, reforzado.
Poco importa, pues, si de momento no conocéis la naturaleza de estos elementos. Puedo deciros, en pocas palabras, que esos elementos se encuentran en el prana. El prana es una fuerza viva, es la vitalidad que viene del sol y que el hombre respira con el aire y absorbe con todas sus células. Si queréis, podemos comparar el prana con el agua, un agua que fluye de las altas montañas, como un río que contiene muchos elementos nutritivos para los peces, así como para los animales y los hombres que viven en sus orillas. El prana es un río que viene del sol hasta nosotros, y debemos extraer de él, mediante la respiración y la meditación, los elementos que necesitamos.
Aquellos que prefieran no hacer otra cosa que abrir la boca para ingerir una píldora, son libres de hacerlo, pero deben saber que esta solución es nociva y perjudicial para ellos porque les impide desarrollar su voluntad; y además, esto sólo les procurará un alivio pasajero y superficial en lugar de una mejora profunda y duradera. Comprendedme bien, no digo que no haya que tomar medicamentos, solamente digo: no lo hagáis nunca sin haber captado primero estos elementos vivos, espirituales, que se encuentran en el prana. Porque el esfuerzo que ello os exige, psíquica y espiritualmente, refuerza vuestra voluntad, os pone en comunicación con unas regiones superiores, vivifica, estimula y pone en marcha ciertos centros que preparan el terreno, y después, cuando tomáis el remedio físico, el efecto es mucho más poderoso y duradero.3 Preconizo, pues, los dos: el remedio del farmacéutico y el remedio espiritual, pero doy la preponderancia al lado espiritual. Evidentemente, ya os lo he dicho, los medicamentos contienen sustancias vegetales y minerales que vienen del sol y si Dios ha depositado estos elementos en la naturaleza es para que los utilizamos, sin ninguna duda. Pero creer que todo está en eso y que únicamente el remedio físico puede restableceros, es ir en contra de la Ciencia esotérica. ¿De qué sirven entonces el pensamiento, el sentimiento, la voluntad?
Veis, pues, mis queridos hermanos y hermanas, que no carece de importancia mirar al sol con amor, comprensión y agradecimiento. Diréis: “Sí, pero las partículas que captamos son imponderables...” Es cierto, son imponderables, pero es la quintaesencia más viva que el sol envía al universo. Y el hecho de que la medicina homeopática haya descubierto que las dosis muy diluidas son, a menudo, mucho más eficaces que las dosis muy concentradas, prueba la veracidad de lo que os digo. ¿Por qué no absorber estas partículas muy diluidas, imponderables, esa especie de vitaminas de una naturaleza muy sutil que los rayos del sol nos aportan?
En el futuro, el sol será la primera fuente de energía. Hace ya muchos años os dije que, un día, todas las fuentes de energía como el petróleo, el carbón, se agotarán, y entonces los hombres utilizarán el agua, el aire y, sobre todo, el sol, que es una fuente inagotable de la que podemos extraerlo todo, absolutamente todo. Ya se han hecho algunos intentos en el campo de la técnica. Y nosotros, que vamos a extraer del sol la vitalidad, la salud, pero también el amor, la sabiduría, la paz, vamos varios siglos por delante de la humanidad. Algunos ya me lo han dicho: “Con sus ideas, usted lleva varios siglos de adelanto...” Es verdad, lo que nosotros pensamos hoy, el mundo entero lo pensará en el futuro.
Me gustaría ahora presentaros otro aspecto del sol. Esta mañana, al mostraros la importancia del sol como centro de nuestro universo, os decía que, al ir a verlo por la mañana, nos acercamos a nuestro centro interior de forma natural y, por así decirlo, automática. Porque, ¿sabéis lo que sucede cuando miramos un cuadro, un rostro, un pájaro, una montaña o el sol? Sí, ¿qué sucede cuando nuestros ojos se posan sobre un objeto? La mirada... Nada hay más vasto, más profundo, más significativo que el acto de mirar. Parece que sea algo sencillo, sin secretos, pero estudiad lo que es la mirada, descifradla: todo el universo está ahí, desvelado. Es la magia más elevada.4
Cuando miráis un objeto, no tenéis conciencia de que éste ya representa un peligro o algo bueno que os acecha. Sí, eso depende de la naturaleza del objeto, de su forma, de sus radiaciones, y también de vuestro estado interior, porque todo vuestro ser toma entonces la forma, las dimensiones y las cualidades del objeto. Diréis: “Pero el hombre no cambia de forma...” Exteriormente, claro, sigue siendo el mismo, pero interiormente, en el plano psíquico, se identifica con lo que mira. Se trata de una ley natural, biológica.
Observad a ciertos animales, el camaleón, por ejemplo, la mantis religiosa, las mariposas, las ranas, las serpientes, los osos, etc...
A fuerza de habitar en un determinado medio natural, se parecen a él, toman los colores y las formas de su entorno y, a veces, se confunden con él. Observad al oso polar: es blanco como la nieve en la que vive. Es la naturaleza la que a través de él logró parecerse a esta blancura del entorno... Y la mantis religiosa, está ahí, en la hierba, en donde podemos apenas distinguirla porque se parece a una ramita o a un tallo. Un día, también vi un pulpo que cambiaba de color según el color de la arena: si la arena era rosada, verde, azul o gris, cambiaba de color; ¡era formidable! Me diréis: “Es por razones estratégicas, económicas, políticas...” Es cierto, la naturaleza quiere salvaguardar las especies animales y les da la posibilidad de esconderse, de pasar desapercibidos y estar a salvo.
Sea lo que sea, el mimetismo es una ley natural que no podemos negar, y el mismo hombre no escapa a esa ley. Si habita en unos lugares sucios, apagados, oscuros, también él se volverá, poco a poco, en sus pensamientos y en sus sentimientos, triste, sombrío, pesimista. Por supuesto no es su cuerpo el que se deja influenciar, sino su alma, su psiquismo: se produce una especie de ósmosis, de penetración del medio ambiente. Pero en otro lugar lleno de flores, de verdor, de riachuelos, ahí aparecen poetas, pintores y músicos, porque son influenciados por el encanto, por la luz y los colores.
Y ahora, cuando miramos al sol, incluso sin que nosotros lo sepamos, nuestra alma toma la forma del sol: se vuelve una esfera incandescente y luminosa. Es la misma ley mágica la que entra en acción: al mirar al sol todo nuestro ser empieza a ser semejante a él. A través de la mirada el hombre se asocia con el objeto o con el ser que mira, se pone a su nivel de vibración, incluso inconscientemente le imita. Cuando vemos a alguien que se ríe, que hace muecas o gesticula, ¿no tenemos acaso tendencia a imitarle? Observad a los niños: ¡imitan todo lo que se hace delante de ellos ! Y cuando veis a una persona que sufre, ¿acaso no empezáis a sentir también los mismos dolores o penas que ella? Es algo contagioso. Esto sucede más aún con los médiums: cuando entran en estado de trance, sienten exactamente los mismos dolores que las personas enfermas o desgraciadas que se encuentran ante ellos; incluso hay que despertarles porque sufren demasiado.
Así pues, más o menos, claro está, según la sensibilidad, la mediumnidad o el desarrollo de las facultades psíquicas, al mirar a alguien tomamos sus enfermedades, sus debilidades, sus dolores, o bien sus cualidades y sus virtudes. La ley es absolutamente verídica. Y cuando miramos el sol, esta ley mágica entra también en acción y empezamos a parecernos al sol. Todos vosotros, que vais a ver la salida del sol, seréis un día como el sol... sí, ¡pero siempre que sepáis cómo mirarlo! Para parecerse al sol hay que mirarlo con mucho amor, con mucha confianza. Entonces, os volvéis más luminosos, más cálidos, más vivificantes, y cuando pasáis entre los humanos, igual que un sol, irradiáis sobre ellos luz, calor y vida. Sí, si durante años seguís yendo conscientemente hacia el sol, la ley se manifestará con un poder real y os volveréis verdaderamente un sol.
Veis, queridos hermanos y hermanas, ¿cuán importante es ir cada mañana a la salida del sol con una conciencia iluminada, sabiendo el significado y el valor de lo que hacéis? Y, sobre todo, puesto que el sol es el centro de su sistema, sabed que al mirarlo os acercáis a vuestro propio centro del que habéis perdido conciencia, pero que sigue estando ahí dentro, en vosotros. El sol va a restablecer este centro, a despertarlo mágicamente en vosotros, porque él mismo es un centro. Y cuando hayáis encontrado vuestro centro, todas las corrientes que pasan a través vuestro, aún de manera desordenada, empezarán a armonizarse a su alrededor...5
He ahí pues, mis queridos hermanos y hermanas, la utilidad de las salidas de sol. Y si seguís yendo cada mañana con mucho amor, con mucha devoción, comprenderéis que el sol es verdaderamente... ¡una magnífica persona! Sí, sí, os lo aseguro, es alguien muy distinguido, muy bien vestido, muy rico, muy desinteresado. Verdaderamente, ¡hasta os diría que es alguien perfecto!... ¿Encontráis que ésta es una curiosa forma de hablar del sol? Quizás, pero emplearé todos los medios para que me comprendáis.
¿Y sabéis que el sol también hace yoga? sí, todos los yogas. Por ejemplo, el Karma-yoga, el yoga de la acción desinteresada, lo practica: da, da sin esperar recompensa, no quiere ni pago ni agradecimiento, da gratuitamente. Es más, los Iniciados descubrieron el Karma-yoga mirando el sol: vieron que lo da todo gratuitamente, haciendo que todo germine y crezca, alimentando al mundo entero, y que es justamente en su generosidad donde encuentra su felicidad. ¡Ahora nos toca a nosotros practicar, como él, este gran y excelente yoga, el Karma-yoga!
¡Y el sol también practica el Jnani-yoga, el yoga del conocimiento! Mira, observa, lo conoce todo; nada está oculto para él porque envía sus rayos como la luz de un proyector, de un proyector extraordinario que ilumina hasta 150 millones de kilómetros, y nos ve.
Y el Bhakti-yoga, el yoga del amor y de la devoción, también lo practica porque adorando a su Creador, hace bien su trabajo. Vive sin cesar en una tal efervescencia y en una tal adoración que su luz, su amor y toda su gratitud para con el Eterno se manifiestan con ardor a través del espacio llegando hasta nosotros.
Y el Kriya-yoga, ¿dónde lo encontraréis mejor que en el sol, puesto que es el yoga de la luz? Ser luminoso y radiante, proyectar luz a su alrededor, ¡el sol no hace más que eso! Y puesto que lo logra perfectamente, puesto que es un maestro de este yoga, tenemos que ir a instruirnos con él.
¿Y el Agni-yoga, el yoga del fuego? ¡Pero si el fuego es él! Es el que distribuye el fuego con el que todo el mundo puede encender su corazón, su hogar, su vela. El es la perfecta encarnación del Agni-yoga.
En cuanto al Chabda-yoga, todavía mejor, ¡puesto que el sol es el Verbo! Todavía no se ha comprendido que el sol canta; sí, canta, habla, explica, pero todavía no se ha conseguido oírle. Desde hace poco tiempo, apenas algunos sabios tratan de descifrar las ondas sonoras que salen del sol; con sus aparatos ya han captado ciertos sonidos pero todavía no han llegado a comprenderlos... Existe una música que sale del sol, la más bella de todas las músicas. El sol habla, canta, crea... Un día los astrónomos podrán grabar la música del sol y de los planetas...
Me diréis: “¿Y el Hatha-yoga? ¿No lo practica?” ¡Ah! Me parece que, en efecto, ha ignorado este yoga y ha dejado para los humanos el trabajo de doblarse, contorsionarse, replegarse... sin embargo, dicen que sale y se pone... No lo hace muy rápidamente, no tiene prisa, ¡pero son, de todas formas, pequeños ejercicios de Hatha-yoga!
Esto es lo que os quería decir hoy, mis queridos hermanos y hermanas; es algo muy breve, pero importante. Cuando miráis el sol, vuestra alma toma la forma del sol. Pronto os explicaré cómo mirarlo y os diré en detalle lo que es el sol. Porque el sol es todo un mundo, un mundo con seres, con viviendas, con palacios, con árboles, con ciudades, con océanos... ¡un mundo con una cultura que supera todo lo que os podáis imaginar! Es la tierra más bella, es la Tierra de los Vivos de la que hablan los Salmos cuando dicen: “Caminaré ante el Eterno en la Tierra de los Vivos...” 6 Los Vivos son los seres inmortales, eternos, los que ya viven en la luz... Viven en el sol, y son ellos los que nos envían la luz. El sol es un mundo extraordinario, poblado de ángeles, de arcángeles, de divinidades. Desde el sol van a visitar los otros planetas para trabajar, para ayudar a las criaturas, y después regresan... Es toda una organización increíble... E incluso, a menudo, seres muy inteligentes y muy bellos, muy poderosos, vienen hasta aquí para visitarnos.
¿Creéis que el universo es una máquina absurda, sin alma ni inteligencia...? No, ¡todo es inteligente en el universo, todo está vivo, todo es sensato, todo es bello! ¿Cómo lo sé?... Yo no tengo el don de los videntes o de los cartománticos para deciros lo que hay en vuestros bolsillos, cuántos hijos ilegítimos tenéis, o cuántas deudas: esto no me lo pidáis, no lo sé, ni me interesa. Pero lo que sí veo es esto: un universo poblado por criaturas muy inteligentes, muy bellas, muy poderosas; vienen, se van, transmiten mensajes, aportan ayuda... Por todas partes, por todas partes, en las piedras, en las plantas, en los animales, en las aguas, en las estrellas, hay seres que trabajan sin cesar...
Poco a poco vais a tener una idea de lo que es el Surya-yoga, el yoga del sol. Si verdaderamente lo practicáis con todo vuestro corazón, no puede dejar de ayudaros; porque el sol es el alimento más sustancial, el más necesario para nuestra época. En el futuro, el mundo entero extraerá del sol fuerzas, calor, amor, ánimo. Abandonarán también las otras fuentes de energía, porque ya empiezan a agotarse, y todos se dirigirán hacia la fuente inagotable. Gracias a la energía solar, se iluminarán las ciudades, nos calentaremos, viajaremos, y hasta nos alimentaremos con la luz del sol, haciendo alimentos con ella.
Buenas tardes, mis queridos hermanos y hermanas. Procurad pensar en el sol más que en todas las cosas que os arrastran hacia la periferia, en donde sois siempre mordidos, aplastados... Dirigíos hacia el sol, hacia la unidad, hacia la simplicidad, ¡hacia la claridad!
Bonfin, 31 de julio de 1967 (por la tarde)
3 El amor más grande que la fe, Col. Izvor n° 239, cap. IV: “Tu fe te ha salvado”.
4 El Libro de la Magia divina, Col. Izvor n° 226, cap. XIII: “La mirada”.
5 “En espíritu y en verdad”, Col. Izvor n° 235, cap. III: “La conexión con el centro”.
6 Los Frutos del Árbol de la Vida – La tradición cabalística, Obras completas, t. 32, cap. XX: “La Tierra de los Vivientes”.