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Parte I:

El estado de transición del

momento de la muerte (Bardo Chikhai)

En el momento de la primera confrontación frente a frente con la Luz Primordial, durante el estado de transición12 del momento de la muerte, habrá quienes habiendo recibido las enseñanzas no la reconocerán y quienes habiéndola reconocido estarán poco familiarizados con ella. Pero escuchando esta lectura todo individuo reconocerá la Luz Primordial y, atravesando el estado de transición, alcanzará el increado Dharmakaya13.

Método de aplicación:

Es mejor si el Maestro que guiaba al difunto se encuentra presente o, en su defecto, un hermano espiritual y, si este último tampoco es posible, entonces alguien instruido en la misma fe. Y si ninguno de ellos puede estar, entonces cualquiera que pueda leer de forma clara y precisa, repetidas veces el Thödol. Así, el difunto recordará lo que había oído de esta gran confrontación, podrá reconocer la Luz Primordial y, sin duda alguna, obtener la liberación.

Momento para seguir las instrucciones:

Cuando la expiración haya cesado, la fuerza vital14 será absorbida en el centro nervioso de la sabiduría, y la Luz Primordial, libre de ataduras, brillará en la conciencia.

Entonces la fuerza vital, habiendo sido devuelta, desciende a lo largo de los nervios psíquicos derecho e izquierdo, apareciendo momentáneamente el estado de transición.

Estas instrucciones deben aplicarse antes de que la fuerza vital se expanda por el nervio izquierdo, después de haber atravesado el centro nervioso del ombligo.

El tiempo generalmente necesario para este movimiento de la fuerza vital dura mientras la respiración existe, es decir más o menos el tiempo que se emplea en tomar una comida.

Método de aplicación:

Es mejor si la transmutación de conciencia se efectúa cuando la respiración está a punto de cesar, pero, si no ha sido efectuada, hay que decir las siguientes palabras:

Oh, noble hijo (nombre), ha llegado tu momento de buscar el camino. Tu aliento va a cesar. La Luz Primordial que tu Maestro te reveló vas a conocerla ahora en el estado de transición. Esta es la realidad, abierta y vacía como el espacio, vacío luminoso, pura y desnuda conciencia sin centro ni circunferencia. Reconócela, y permanece en ese estado. Yo también voy a ayudarte en estos momentos.

Habiendo leído esto, repetirlo muchas veces al oído del agonizante, antes de que la expiración cese, de modo que quede bien grabado en su mente. Entonces, cuando se oiga que la respiración ha terminado, hay que tenderlo del lado derecho en la “postura del león”,15 y presionar fuertemente las dos arterias que inducen al sueño (a ambos lados del cuello), hasta que cese su pulsación. De este modo, la fuerza vital no podrá volver al nervio medio y saldrá con seguridad por la abertura de Brahmán16. Es entonces cuando la confrontación real debe hacerse.

En este momento el primer bardo de la brillante luz de la realidad,17 la clara conciencia de la realidad trascendente18 es experimentada por todos los seres animados.

Durante el intervalo entre el cese de la expiración y de la inspiración, la fuerza vital19 permanece en el nervio mediano. La gente común llama a este estado el desvanecimiento de la conciencia. La duración de este es incierta, dependiendo de la condición espiritual y fase en el desarrollo yóguico. Estos momentos duran mucho tiempo en aquellos que se han dedicado largamente a la pacífica concentración de la meditación. Para favorecer dicha confrontación hay que persistir en la repetición de las instrucciones hasta que salga pus de las diversas aberturas del cuerpo. En la gente maligna e insensible dicho estado no dura más que un chasquido de dedos; pero en algunos dura tanto como el tiempo de una comida. En la mayoría de sutras y tantras20 se dice que este estado dura cuatro días y medio; por lo que esta confrontación directa con la Luz Primordial debe mantenerse durante este tiempo.

Las instrucciones son las siguientes: si el moribundo puede, llevará a cabo por sí mismo las instrucciones que se le den. Pero si es incapaz de ello, entonces su Maestro o un hermano de fe que fuera amigo íntimo debe estar cerca y leer con voz clara los signos de la muerte en su secuencia natural: “Ahora viene el momento en que la tierra se disuelve en el agua, el agua en el fuego, el fuego en el aire, y el aire en la conciencia”. Cuando todos los síntomas de la muerte han sido enumerados, entonces hay que decir en voz baja al oído del moribundo: “Oh, noble hijo (o, si era un maestro, “oh, Señor”) no dejes que tus pensamientos te distraigan”.

En el caso de un condiscípulo o cualquier otra persona debe llamársele por su nombre y decirle las siguientes palabras:

Oh, noble hijo, lo que se llama muerte ha llegado para ti. Ahora debes tomar la siguiente resolución: “Me ha llegado el momento de la muerte; frente a ella voy a adoptar únicamente la actitud de la mente en estado de iluminación, amor y compasión, y obtener así la perfecta iluminación para el provecho de todos los seres animados que habitan en espacios sin límite. En esta actitud, reconoceré la luminosidad de la muerte como la Gran Luz Primordial21, alcanzando en este estado la suprema realización del Gran Símbolo22 para el bien de todos los seres sensibles.

Pero si no puedo realizarla, reconoceré este Bardo y fundiéndome en la forma del Gran Símbolo, cualquiera sea su apariencia, actuaré en beneficio de todos los seres sensibles, tan infinitos en número como el cielo ilimitado”. Firme en esta actitud deberás recordar y practicar cualquier técnica de meditación que hayas recibido en tu vida pasada.

Estas palabras deben ser dichas claramente con los labios cerca del oído, de forma que queden firmemente impresas en el agonizante y que su mente no pueda dispersarse ni por un solo momento.

Entonces, cuando la respiración haya cesado por completo, uno debe presionar con fuerza las arterias del sueño y hacerle recordar, si era un maestro o hermano de fe más elevado que uno mismo, con las siguientes palabras: “Señor, ahora la Luz Primordial brilla ante ti; reconócela y permanece en ella”. Y a las demás personas, el lector dirá:

Oh, noble hijo (nombre), escucha. La Luz Primordial de la verdadera realidad está brillando ahora ante ti. Reconócela. Oh, noble hijo, en estos momentos tu estado mental es el del puro vacío; no posee naturaleza alguna, ni sustancia ni color, es puro vacío; esta es la verdadera realidad, el principio femenino de iluminación.23

Pero este estado mental, que por su propia naturaleza es el vacío, no debes considerarlo como el vacío de la nada, sino como la Conciencia misma, sin trabas, brillante, universal y feliz; esta conciencia es el principio masculino de iluminación.24 Ambas, tu conciencia cuya naturaleza es vacía sin sustancia alguna y tu conciencia vibrante y luminosa, son inseparables. Su unión constituye la realidad trascendental de perfecta iluminación.25

Esta conciencia tuya, brillante, vacía, inseparable luminosidad y vacío en forma de una gran masa de luz, no posee nacimiento ni muerte; es el principio de iluminación de inmortal luz.

Este conocimiento es lo único que importa: reconocer el vacío de tu propio intelecto como el estado de iluminación26 y considerarlo como tu propia conciencia es mantenerte en el estado de iluminada conciencia.

Esto debe repetirse tres o siete veces, de forma clara y precisa, lo que recordará al muerto las enseñanzas que le había revelado en vida su Maestro; en segundo lugar, le hará reconocer a su desnuda conciencia como la realidad trascendental; y, en tercer lugar, habiendo reconocido su propia esencia, quedará inseparablemente unido a la realidad trascendental, y su liberación será cierta.

Bardo.

Ver Glosario.

Prana.

La posición de Gautama Buda a su muerte: tendido sobre el costado derecho, con la mano derecha bajo la cabeza.

Abertura en la coronilla; extremo superior de la vía energética central, a través de la cual la conciencia debe salir después de la muerte para ser liberada.

Dharmata.

Dharmakaya.

Prana.

Ver Glosario.

Dharmakaya.

El Gran Símbolo (en sánscrito: mahamudra) es una práctica de meditación tántrica en la que la experiencia se transforma en la visualización de la deidad en mandalas; en este estado la Gran Beatitud es producida por la unión del aspecto masculino y femenino de la práctica. Es la visualización de las propias proyecciones como energías divinas.

Samantabhadrí.

Samantabhadra y Samanta simbolizan la indisolubilidad de la Compasión y el Conocimiento, coeficientes ambos de la Iluminación. Como encamación del Dharmakaya (Ver Glosario) constituyen el origen de las cinco familias búdicas u Órdenes de la Iluminación, que emanan de ellas y aparecen en el estado del Sambhogakaya (Ver Glosario). Este es también el nombre de un bodhisattva, que aparece en el tercer día del Bardo.

Dharmakaya búdico.

Buda.

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