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PARTE 1

Somos dioses, creamos nuestra realidad

La ley de atracción

Cuando deseas algo de corazón,

el universo entero conspira para que

tus sueños se hagan realidad.

(Paulo Coelho)

Cuando escuché por primera vez sobre la ley de atracción, hace muchos años, fue por un libro muy promocionado, que había salido en ese momento. Lo compré y fue gracias a él que mi cabeza empezó a abrirse a esa nueva idea de que somos seres creadores de nuestra realidad.

Al ir leyendo el libro, iba comprendiendo cada vez mejor, pensé que era un genio de la ley de atracción, y me di la cabeza contra la pared. El libro hablaba de cómo podemos atraer todo aquello que queremos, imaginándolo, pensándolo, visualizándolo, y actuando como si ya fuera cierto. Eso está bien, pero no se hacía hincapié, simplemente se mencionaba, como algo muy secundario, lo que después descubrí que era lo más importante, que, en definitiva, es lo que atrae. Y sinceramente, pude comprobarlo. Al pensar en cosas que ya había atraído, en cosas que fui atrayendo mientras estaba investigando sobre esto, me di cuenta de que sí, que las emociones, la frecuencia en la que vibramos, son el principal ingrediente.

Somos energía pura, si acercan la palmas de sus manos, muy cerca, casi tocándose, pero sin hacerlo, van a poder sentir un calorcito. Eso es la energía. De ahí en Reiki, por ejemplo, que se use la imposición de manos. Al ser energía, nuestro cuerpo continuamente está vibrando, no lo vemos, pero lo hace. Es lo que algunos llaman campo áurico.

Y para esto, existe una base científica. Vivimos en un universo donde todo es energía, es electromagnético. Hay cargas de electricidad y de magnetismo. Nuestro cerebro funciona con electricidad. Las neuronas se comunican por impulsos eléctricos y eso hace que el cerebro sea un órgano eléctrico. Quizás esto ya lo sabías, pero lo que seguramente no sabías es que el corazón tiene cien veces más electricidad que el cerebro. Cuando piensas algo, esos pensamientos crean electricidad, generan voltios. Pero el corazón genera cien veces más electricidad. Esas son nuestras emociones. El sentir. Y la mayoría de nosotros estamos más pensando que sintiendo. Esa sería la parte eléctrica, ahora veamos la parte magnética. La parte magnética es como un imán, la parte que atrae, que tira de eso. Y el corazón tiene mil veces más electromagnetismo que el cerebro. La ley de atracción es pensamiento más emoción. Pensar y conectar con la emoción que eso nos genera.

Esta vibración parte de nuestros pensamientos, mis pensamientos determinan mi vibración, mi sentir, y al determinar eso, determinan lo que mi cuerpo procesa y lo que elimino hacia la energía.

Podemos visualizar, pensar y repensar en la vida que queremos, en algo que queremos lograr, en algo que queremos tener, pero quizás mientras lo hacemos, estamos con un nudo en el estómago, y las emociones en ese momento nos dicen, ajá, esto es imposible.

Así que el primer paso es hacernos consientes y tener la gran certeza del inmenso poder creador que tenemos, lo que creemos, creamos.

Al ir aprendiendo cada paso, se van a ir desplegando ante ti muchas otras cosas. Quizás no le encuentres sentido a algo en un principio, pero al ir avanzando, vas a poder ir hilvanando cada vez más los diferentes conceptos.

Bien, ¿por dónde empezamos?

En esta vida terrena que decimos encarnar, todos tenemos diferentes deseos. Es la naturaleza propia del ser humano. Es lógico que queramos ir siempre un paso más allá, y que busquemos nuestra comodidad, nuestro confort, nuestro bienestar, vivir situaciones enriquecedoras, brindar y equipar de cosas a nuestros seres queridos, y a nosotros mismos. En esa búsqueda de la “felicidad”, muchos suelen perderse. Se “casan” con un trabajo que no les satisface, se levantan, cumplen sus ocho horas de trabajo, vuelven a casa, cansados, infelices y descargan todo ese malestar en sus casas, con sus familias. No les da el día para replantearse absolutamente nada. Piensan que solo un golpe de suerte, como ganarse la lotería o que una mano mágica los saque de ahí, es la solución. Y no digo que no pueda pasar, a algunos les pasa, a lo que voy es que seguimos dormidos sin darnos cuenta de que los únicos que podemos hacer algo para cambiar las cosas somos nosotros.

Y digo hacer, porque la acción es de vital importancia, pero antes de actuar, hay un paso, más importante, que es SER.

¿Qué significa SER?

Somos seres espirituales, encarnados en un cuerpo físico, viviendo una experiencia terrena. Punto. Es eso lo que somos.

Vinimos a este plano con el único objetivo de ser felices. Es nuestro derecho por el solo hecho de haber nacido. Este derecho divino nos hace merecedores y dignos de todo lo bueno, mejor y excelente que esta vida tiene para ofrecernos. No te conformes con migajas, el universo no entiende de carencias. Ve siempre por lo que realmente quieres, hay una mano divina que te sostiene amorosamente.

Todo lo que vemos en el exterior de nuestra vida no es más que un reflejo de lo que llevamos en el interior, más adelante vamos a hablar de esto.

Por lo tanto, si queremos que algo se manifieste en nuestro exterior, primero tenemos que crearlo en nuestro interior. Y sobre todo, creerlo.

Revisar nuestras creencias es de vital importancia, porque, en eso que creemos, vamos a vibrar. Hay muchas creencias que fuimos escuchando desde niños, y que se impregnaron en nosotros sin darnos cuenta. El dinero no crece en los árboles, todos los ricos son malos, los hombres no quieren comprometerse, la vida es dura, tienes que reventarte el lomo para ganar un poco de dinero, etc. Seguramente más de una de estas te suena, y tantas otras más. Hay cientos de creencias que pertenecen al inconsciente colectivo ya. No es que lo creen algunos pocos, son muchos, demasiados. Así que te pido que revises tus creencias, las identifiques y después logres desvincularte de ellas. No porque hayas visto a tus padres trabajando duro, sin respiro ni descanso, para lograr sobrevivir hasta fin de mes, va a ser esa la única posibilidad. Y si crees que es la única, adivina cuál va a ser la tuya. Sí, va a ser esa.

No podemos ser abundantes con una mentalidad de escasez. No podemos ser amados si no nos amamos. No podemos tener el trabajo de nuestros sueños, si primero no nos convertimos en esas personas capaces de tenerlo. No podemos crear riqueza, vibrando en pobreza.

Así que sí, este es el primer paso para que las cosas se manifiesten en nuestro exterior. Buscar en nuestro interior qué cosas nos hacen vibrar en sintonía con nuestro deseo, y jugar a como si ya fuera realidad. Por ejemplo, quieres un auto nuevo, pero vives renegando de tu autito viejo, no lo quieres, no lo cuidas, no lo lavas… ¿te parece que así vas a poder atraer uno nuevo? ¿Qué auto va a querer estar en tus manos?

Puedes empezar ahora mismo, ya, con lo que tienes, amar lo que tienes, sabiendo que es solo un escalón para ir más allá, para algo mejor.

Quieres cambiar de trabajo, pero te vives quejando de tu jefe, de tus compañeros de trabajo, de los horarios, del papeleo… ¿Quién va a querer contratar a alguien con esa energía? No te dan ni ganas de vestirte para ir, vas desarreglado, despeinado, sin maquillaje… empieza ahora a cambiarlo. ¿Con qué energía te levantarías si hicieras el trabajo de tus sueños? ¿Cómo te vestirías? ¿Cómo hablarías? ¿Cómo pensarías? ¿Qué pensarías? ¿Cómo te tratarías a ti mismo?

¿Te das cuenta de cómo cambia? Hasta te pararías distinto.

¿Quieres tener pareja? Antes que nada, podrías preguntarte para qué quieres tenerla. Y empezar a hacer solo todas las cosas que te gustaría compartir con una pareja, escribir todas las cualidades que quieres que esa persona tenga, y empezar a cultivarlas en ti mismo. ¿Te gustaría que fuera fiel? Y tú, ¿estás siendo fiel contigo mismo? ¿Eres leal? ¿Te respetas? ¿Te cuidas? ¿Te mimas? ¿Te comprometes con tus cosas? Acuérdate que primero se gesta en nuestro interior, al exterior después no le queda más remedio que reflejarte lo que llevas por dentro.

Es casi como un juego de empezar por el final, empezar de atrás para adelante. Eso que tanto quieres ya se ha manifestado. Empieza a vivirlo antes. Desde la fe que eso va a suceder.

En algunos casos tendremos que llevar algunas cosas a la acción, estas acciones le van a demostrar al universo que estamos moviendo hilos, pero ábrete a todas las posibilidades, amplía tu campo energético. Porque muchas veces las cosas no vienen del lado del que las esperamos, no limites ni encasilles lo que puede llegar a venir. Porque nuestra mente suele jugar muy pequeñito, y el universo no, en el universo la carencia no existe, y puedo asegurarte que también tiene un gran sentido del humor. No luches e intentes imponer que las cosas sucedan desde tu accionar. Deja siempre una brecha abierta para que, desde lo inesperado, surjan milagros.

Jesús dijo que hagamos lo humanamente posible, que él se encarga del resto.

Bien, vamos genial hasta acá. Lo creas en tu interior, empiezas a accionar, pero te hago una pregunta, ¿crees que realmente mereces eso? Si tu respuesta fue sí, muy bien. Si tu respuesta fue no, déjame que te cuente algo. Si no te crees merecedor de eso que tanto quieres, va a estar complicado para que llegue, con tu vibración de no merecimiento estrangulas toda esa energía poderosa que siempre, las 24 horas del día, los 365 días del año, está disponible para ti.

Encarnaste en ese cuerpo físico para vivir una experiencia terrenal. Viniste para ser feliz y poder usar todos los dones y talentos que Dios te dio. Viniste a experimentar paz y una vida abundante, próspera. Eres merecedor, eres digno de todas las cosas buenas, qué digo buenas, excelentes, que la vida tiene para ofrecerte. No te empequeñezcas, no cedas tu poder, somos dioses y como tales, nos merecemos una vida plena.

El universo siempre nos da lo que creemos merecer.

La ley de atracción es una ley como la de gravedad. No descansa, no está disponible solo de lunes a viernes de 8 a 16. Está siempre funcionando. ¿Se imaginan el desastre universal que sería que la ley de gravedad dejase de funcionar, aunque solo sea por una milésima de segundo?

Funciona siempre, es cuestión de reevaluar nuestras creencias y cambiarlas.

Luego llega el tener. Si seguimos los pasos anteriores, la manifestación va a suceder. Hay que darle tiempo. En la naturaleza podemos ver que siempre hay un tiempo de gestación. Un tiempo donde se siembra, se riega, se espera que el cultivo esté a punto para cosecharlo.

Es en este punto donde podemos caer en la frustración, en la desesperanza de no verlo realizado. Entonces comenzamos a cuestionar todo lo anterior, y de nuevo, estrangulamos la manifestación.

Debemos darle tiempo. Ya sabemos que va a suceder. No hay vuelta. ¿Qué mejor que esperar vibrando en la frecuencia del deseo realizado? Enfocándonos en lo que queremos, no en lo que no queremos. Enfocándonos en lo que tenemos, no en lo que no tenemos. Haciendo cosas que nos hagan sentir bien, que nos gusten, que nos hagan sentir plenos. Vinimos a este mundo físico para ser felices, no para luchar ni sacrificarnos. O para hacer cosas que no nos gusten. La fidelidad con uno mismo es de suma importancia.

Te regalo una lista de cosas que pueden drenar tu energía:

Cosas externas:

 Ciertas personas.

 No llevar una dieta alimenticia adecuada.

 No realizar actividad física.

 Tener tu hogar sucio y desordenado.

 Tener un trabajo que no te motiva.

Cosas internas:

 No vivir en el presente.

 Quejarnos.

 Quedarnos en el pasado.

 Preocuparnos tanto por nosotros como por los demás.

 Querer ser perfectos.

 Querer ayudar a personas que no quieren ser ayudadas.

 Querer cambiar a los otros (primero cambio yo).

 No poner límites.

 Guardar rencor, no perdonar.

 No ser flexible ante el cambio.

Somos dioses

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