Читать книгу El pastor de nubes - Pascual Angosto - Страница 10

III

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Son las cinco de la madrugada. Estoy mirando al techo de mi habitación en una de esas noches de insomnio. De repente empiezo a escuchar unas voces en mi cabeza.

CORDURA: Deberías irte a descansar. Mañana hay clase a las ocho y no vas a poder ni con tu alma cuando estés escuchando al profesor.

PEREZA: Para lo que suele decir ese pelmazo es mejor quedarse durmiendo en casa. ¿Por qué no atrasas el despertador y te saltas la primera hora?

RESPONSABILIDAD: ¡No puedes hacer eso!

PEREZA: ¿Por qué no? Es tan fácil como tocar un par de veces la pantalla del móvil.

PESIMISMO: No hay vida después de la muerte, y, aun así, prefiero la muerte a la vida.

IRRACIONALIDAD: Si muero nadie echará de menos a un ser tan miserable como yo. Solo soy una carga para mi familia y para todas las personas que conozco. Estaría mejor muerto.

RACIOCINIO: Tu familia y amigos seguro que te echarían muchísimo de menos.

El RACIOCINIO muere a altas horas de la noche.

IRRACIONALIDAD: ¿Por qué no te mueres de una vez? Podrías al menos intentarlo. No cuesta nada.

LOCURA: ¡Hazlo!

MIEDO: No me atrevo a hacerlo. No sé lo que me espera más allá.

PESIMISMO: Nada espera.

IRRACIONALIDAD se disfraza de RACIOCINIO: ¿Y qué más da lo que haya o no haya después? Peor que esta mierda de vida no puede ser. ¿De qué sirve aferrarse a la vida a costa del sufrimiento propio? ¿Realmente crees que merece la pena?

LOCURA: ¿Por qué agarrarse a una existencia de infelicidad cuando puedes acabar con ella de un solo golpe?

IRRACIONALIDAD se convierte en RAZÓN,

y LOCURA se transforma en CORDURA.

RESPONSABILIDAD: Queda menos de dos horas para que empiece la clase. Si cierras los ojos ahora no te vas a despertar ni aunque te pongas la alarma. Lo único que puedes hacer es mantenerte despierto hasta entonces. Y que no se te olvide beber medio litro de café antes de ir a la universidad.

Me levanto de la cama y enciendo el ordenador para ver unos cuantos capítulos de alguna serie que tengo pendiente. Mis párpados se van entrecerrando con más frecuencia conforme se acerca el alba, pero resisto en última instancia. Me hago un café bien cargado y voy camino a la universidad como si fuese un zombi. Paso una mañana hundido en la mierda mientras que mis escasas neuronas activas intentan pillar algo de lo que dice el profesor en clase. Las noches de insomnio son como las resacas, por muy frecuentes que sean nunca te acostumbras a ellas.

El pastor de nubes

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