Читать книгу El pastor de nubes - Pascual Angosto - Страница 9
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ОглавлениеRecuerdo que cuando era niño iba todos los domingos al campo de mis abuelos. En aquel lugar fue donde tuve mi primer sueño: ser granjero. Un sueño de lo más estúpido si no se ve con los ojos inocentes de un párvulo ajeno a las dificultades de la vida.
El caso era que teníamos un vecino, un hombre de avanzada edad que se llamaba Manolo. Él tenía una pequeña granja donde criaba cerdos y gallinas. Solía pasarme muy a menudo por aquel lugar para alimentar a los cerdos con manzanas podridas. El olor era tan horrible como podéis imaginar, pero no me disgustaba. Por ese entonces apenas medía un palmo más que un pavo real adulto. Ese hecho hacía que la imagen de un enorme cerdo aproximándose hambriento se me antojara tan imponente como la de una bestia cuadrúpeda de grandes colmillos que escupiera fuego cada vez que abriese sus codiciosas fauces. Sin embargo, me gustaba aquel inexistente riesgo que conllevaba el ser devorado por él. También me agradaban las gallinas, aunque menos, pues estas no eran tan emocionantes como aquel enorme y rosado mamífero.
Manchado de barro, mi yo de cinco años se sentía feliz por estar en aquella granja, rodeado de animales, soñando con ser algún día granjero. Los cerdos desaparecieron cumpliendo con su ciclo vital estipulado. No los sustituyeron otros. En su lugar vinieron un par de burros. No me acuerdo cuándo fue exactamente el momento en que dejé de visitar la granja del vecino, ni tampoco de cuándo abandoné mi infantil sueño de ser granjero. Sin embargo, el hecho de haber tenido alguna vez un sueño semejante es de las pocas cosas que me hace sentir a día de hoy humano.