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II

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Un hombre sin sueños es como un coche sin gasolina. ¿Dónde se puede hacer la cola para comprar un sueño? Llevo en punto muerto desde que tengo uso de razón.

El otro día, cuando paseaba al lado de una guardería, viendo los rostros felices de los infantes me di cuenta de una cosa: todos los niños tienen sueños. Unos quieren ser astronautas, otros futbolistas, otros cantantes de rock, youtubers aquellos que son más perezosos, científicos los más motivados, escritores los más dispersos, y así un largo etcétera. La cuestión es que todos los niños tienen un sueño, aunque lo vayan cambiando semana a semana dependiendo de la última película que hayan visto o el último libro que hayan leído. Sin embargo, en los semblantes adustos de los adultos trajeados y con maletín que se levantan todos los días a las siete de la mañana para ir a trabajar se puede contemplar perfectamente la ausencia de sueños.

¿En qué punto de nuestra vida se desvanecen los sueños? ¿Es un paso obligado en el camino hacia la adultez? Obviamente existen personas que llegan a cumplir los suyos. De no ser así, el ser humano no existiría. Sin embargo, la mayoría de los niños que tienen sueños caen por el camino, llegando a formar parte de la gris masa conformista de la adultez. Podría decirse que yo soy uno de esos ángeles caídos.

El pastor de nubes

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