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PRÓLOGO

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Traducir el Concilio Vaticano II no pretende ser, como su título indica, un método para traducir latín, pensado en sentido general. En efecto, ha sido concebido exclusivamente para traducir textos oficiales de aquel, y más específicamente las Constituciones Lumen gentium, Dei verbum y Gaudium et spes, aunque también de modo restrictivo, esto es, números y párrafos circunscritos de ellas.

Este procedimiento metódico de “latín conciliar” intenta colocar un cimiento reducido y elemental que deberá ser ampliado y completado tanto por el alumno que transita el espacio académico y formativo estricto como por la persona interesada en estudiar los textos oficiales latinos. En consecuencia, quedarán fuera de sus límites, algunas materias morfosintácticas que, de haberlas integrado, habrían excedido el diseño original. Insisto, por consiguiente, en que el presente método de traducción no aspira a convertirse en un instrumento concluido, sino en una herramienta propedéutica altamente práctica de la que no disponíamos hasta la elaboración de la que ahora presento.

La lengua latina constituye un todo que experimenta transformaciones con el transcurso del tiempo, por tanto la denominación “latín conciliar” se debe a un artificio que tiene el único propósito de acentuar el que este método está enteramente dedicado al latín empleado en la redacción de los textos conciliares. No obstante, puede percibirse en su lectura que los redactores se han formado en la tradición clásica y de ahí que copiosos párrafos exhiban complejidades en su tejido discursivo. Idéntica dificultad puede descubrirse en el estilo literario, reflejado en profusas construcciones oracionales que el traductor precisa enfrentar.

La estructuración de las distintas materias en secciones responde no solo a una progresión en la práctica de la morfosintaxis, sino también a una acuciosa selectividad de aspectos rigurosamente demarcados de ella y que aparecen con mayor asiduidad en los pasajes seleccionados. Se ha establecido el principio de espigar de modo privilegiado los elementos de la morfosintaxis más utilizados por los redactores en la trama de sus textos. En términos distintos, se ha favorecido la practicidad en el sentido más amplio.

Por lo anteriormente expuesto, es que, por ejemplo, desde la Sección 1 y hasta un segmento inicial de la Sección 3, decidí ejercitar el análisis morfológico y sintáctico mediante constructos teóricos, es decir, oraciones artificiales en latín, que reproducen, con sentido coherente, la linealidad o hilatura discursiva, incluido el léxico presente en las oraciones conciliares oficiales. Tales constructos están exigidos por el grado incipiente de latín en que se encuentra el estudiante. Sin embargo, desde la temprana Sección 3, y ocupando la casi totalidad de su extensión, el alumno se inicia en la traducción de breves textos de las Constituciones, practicando e interiorizando el arte de traducir. No obstante, hay un diminuto grado intermedio consistente en la adaptación, vale decir, en la modificación restringida de oraciones o textos reducidos oficiales con el fin de permitir que el alumno enfrente pasajes de mayor complejidad sintáctica.

Con la finalidad de que el estudiante pueda autocorregir sus propias traducciones provisionales, ofrezco un solucionario acotado estrictamente a los constructos teóricos, y a las adaptaciones de textos conciliares.

Para alcanzar una conveniente competencia en la práctica de la traducción es insoslayable adquirir un apropiado conocimiento del arte de traducir. Este se cimenta en reglas y procedimientos exactos y graduales, que no solo obedecen a preceptos y formas de estilo en el logro de un fin adecuado, sino también a consideraciones lingüísticas y hermenéuticas.

Retornemos muy brevemente a las secciones en las que se divide el método. Este está distribuido en siete secciones, y cada una va precedida por los contenidos atingentes a la gradualidad del conocimiento morfosintáctico y su ejercicio. Si bien está fraccionado, configura una sola unidad, dado que la Sección séptima es coronamiento de las seis anteriores respecto del conocimiento de la morfosintaxis y la práctica de la traducción en estricto concatenamiento. Eso se corrobora con la progresiva complejidad particularmente de las sintaxis y también en la extensión de los textos exigidos.

Un puesto significativo lo ocupa el vocabulario. Es ineludible que el alumno memorice una cantidad suficientemente amplia de vocablos para evitar una extrema dependencia del diccionario o vocabulario de cada sección. Ahora bien, el vocabulario obligatorio no se ajusta exactamente a lo que de manera tradicional se entiende por tal. En efecto, además de la enunciación y significado de los vocablos, decidí considerar minuciosas explicaciones sobre las dificultades sintácticas que forman parte inherente a las materias de estudio indicadas en los contenidos de cada sección. Por consiguiente, las aludidas materias estarán incluidas en un índice paralelo al de los contenidos expuestos al principio de cada sección. Lo anterior, debido a que estoy persuadido de que las referidas dificultades se asimilan con mayor eficacia en la práctica directa con los textos.

Este método es el fruto de mi trabajo académico desplegado en el Seminario Pontificio Mayor de Santiago y en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Sin la más mínima duda, quienes me han estimulado a concebir, elaborar y finalmente producir un manuscrito de aquel, son mis apreciados alumnos, cuyas perspicaces observaciones y amables sugerencias contribuyeron a una esperable claridad y nítido estructuramiento de este instrumento de traducción. Dejo constancia de que estoy dispuesto a ir perfeccionándolo con futuros anexos de sintaxis superior y todo lo requerible para que se transforme en un método lo más completo posible.

Quiero agradecer infinitamente a mi estimado seminarista y alumno Francisco Araya González, del Seminario Pontificio Mayor de Santiago, sin cuyo auxilio en aspectos didácticos y férrea disciplina en digitalizarlo, este método habría permanecido indefinidamente como un manuscrito de circulación estrictamente privada.

Espero que mis alumnos y personas atraídas por la lectura de los textos latinos oficiales del Concilio Vaticano II, encuentren en este inédito y prototípico método un eficaz instrumento que sirva para afianzar los estudios teológicos en los que sean exigibles las fuentes magisteriales latinas en virtud del rigor académico en sus grados elementales y superiores.

PATRICIO SERRANO GUEVARA

Traducir el Concilio Vaticano II

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