Читать книгу El Universo, su conciencia cuántica y tu cerebro - Pedro Blanco Naveros - Страница 10
La Conciencia en el reino animal
ОглавлениеLa ciencia ortodoxa ha reconocido recientemente conciencia en animales no-humanos, específicamente los mamíferos, las aves y los pulpos.
La Declaración de Cambridge sobre la conciencia, se firmó el 7 de julio de 2012, en la Universidad de Cambrigde, tras una serie de conferencias sobre la conciencia y concluyó que los animales no-humanos tienen conciencia. “The Cambridge Declaration on Consciousness” fue suscrita por un grupo internacional de científicos prominentes, de diversas áreas, neurocientíficos cognitivos, fisiólogos, anatomistas, neurofarmacológicos, computacionales, encontrándose entre ellos el prestigioso físico teórico británico, Stephen Hawking y el ya citado neurólogo americano Christof Koch.
Philip Low, eminente investigador de la Universidad de Stanford y de MIT (Massachusetts Institute of Technology), de los Estados Unidos, en la presentación de la Declaración, manifestó:
“Decidimos llegar a un consenso y hacer una declaración para el público que no es científico. Es obvio para todos en este salón que los animales tienen conciencia, pero no es obvio para el resto del mundo. No es obvio para el resto del mundo occidental ni el lejano Oriente, no es algo obvio para la sociedad”.
En la declaración, los científicos afirman que:
“De la ausencia de neocórtex no parece concluirse que un organismo no experimente estados afectivos. Las evidencias convergentes indican que los animales no humanos tienen los sustratos neuroanatómicos, neuroquímicos y neurofisiológicos de los estados de conciencia junto con la capacidad de exhibir conductas intencionales. Consecuentemente, el grueso de la evidencia indica que los humanos no somos los únicos en poseer la base neurológica que da lugar a la conciencia. Los animales no humanos, incluyendo a todos los mamíferos y pájaros, y otras muchas criaturas, incluyendo a los pulpos, también poseen sustratos neurológicos.” Cambridge University, UK.
Además, la investigación no solo ha demostrado la capacidad de los animales para percibirse a sí mismos en su contexto dentro de la naturaleza, sino que la Neurociencia ha descubierto que las áreas cerebrales que nos diferencian a los seres humanos del resto de las especies animales, no son las que originan la conciencia, porque “las estructuras cerebrales responsables por los procesos que generan la conciencia en los humanos y otros animales son equivalentes”
Tal vez sea este último apartado el más interesante de toda la Declaración, y el que mayores implicaciones tiene a la hora de desarrollar la teoría de la conciencia como una verdad fundamental de la naturaleza, que siempre ha estado ahí, a disposición de todos los seres vivos.
La presencia del neocórtex no es la responsable de la emergencia de la conciencia, puesto que animales que carecen de dicha estructura, sí presentan signos de conciencia.
El neocórtex es la estructura que hace posible lo que se conoce como conciencia reflexiva, que es la que permite el proceso de integración, es decir ser consciente de nuestro conocimiento. Los investigadores también consideran que la reflexión es la que posibilita la auto-consciencia. Sin embargo la conciencia primaria es la que permite experimentar sensaciones, memoria, ensueños, etcétera. Por tanto los seres humanos tienen conciencia primaria y conciencia reflexiva, ésta última gracias al desarrollo de su neocórtex.
Los animales no humanos, solo tendrían conciencia primaria, conciencia sensorial, pero la realidad indica que hay especies que también son autoconscientes, aunque carezcan de estructuras corticales superiores y aunque aparentemente no tengan facultad de integrar toda la información que reciben, es evidente la capacidad de auto-consciencia que presentan, los animales son conscientes de su propia existencia, lo que implica que tienen conciencia por lo menos a nivel de definición básica del diccionario: la conciencia es la consciencia de la propia existencia.
Lo que no parece albergar la más mínima duda es que los animales sufren y experimentan placer de forma muy similar a la de los seres humanos. Esa manifestación de Descartes de que los animales son incapaces de sentir dolor porque carecen de alma o ese postulado teológico de dominio recogido en el Génesis, donde es dado a Adán el dominio del mundo no humano, son obsoletos y fuera de contexto de los avances tanto tecnológicos como de pensamiento de los tiempos que vivimos.
El auto reconocimiento en un espejo se da en muchas especies animales, elefantes, ballenas, chimpancés, gorilas, orangutanes, perros, delfines, urracas, etcétera.
El conteo es una capacidad que demuestra inteligencia, el ejemplo más notable lo presentan los cormoranes, aves acuáticas que capturan peces al zambullirse en el agua, y que los emplean los pescadores chinos para pescar, dándoles como recompensa el octavo pez de los que pescan, por lo que cuando han capturado ocho peces, se niegan a seguir zambulléndose mientras no reciban su premio.
Hay una especie de cuervo que usa un palo para sacar insectos de los troncos de los árboles y otra clase de cuervos japoneses se han hecho urbanos en el incesante tráfico de las gran ciudad, arrojando nueces en los cruces peatonales de calles muy frecuentadas, para que sean aplastadas por las ruedas de los automóviles que circulan sin cesar, hasta que el semáforo se pone verde para los peatones y rojo para los vehículos, momento que aprovechan para recuperar las nueces partidas.
Hay investigaciones que indican que no sólo existen determinadas especies de aves que se comunican entre sí con el canto, sino que entienden estructuras gramaticales que combinan según unas reglas sintácticas específicas.
El delfin mular de Australia, es conocido por la tradición de colocarse esponjas marinas que previamente rompen, para adaptarlas a su hocico y con las que se sumergen en el fondo marino en busca de alimento. La explicación se debe a que hay peces que se entierran en la arena, entre piedras, para no ser localizados por la ecolocalización de los delfines que emplean precisamente este sistema para detectar su alimento. Comoquiera que los delfines conocen esta técnica mimetizadora, remueven el fondo para descubrir a los embozados pececillos y engullirlos rápidamente. Las esponjas tienen la finalidad de proteger sus hocicos de posibles cortaduras y golpes contra las piedras y contornos escarpados, mientras ejecutan dicha exploración.
Del pulpo se dice que es el más inteligente de todos los invertebrados. El pulpo es un cefalópodo octópodo, por sus ocho brazos llenos de ventosas y no tiene esqueleto óseo ni caparazón alguno, por lo que le resulta muy fácil huir por las oquedades más inverosímiles, debido a su gran capacidad para estirar su cuerpo y adaptarlo al contorno por el que circula, es el mejor mago del escapismo. Su única defensa es su pico, similar al de los loros y que se encuentra en su boca con el que inocula un veneno paralizante para sus presas y que en el caso de los pulpos de anillos azules es mortal para el hombre.
Famoso fue el pulpo que se encontraba recluido en un acuario de un centro de investigación y que por las noches cuando no había ningún vigilante a su alrededor, salía sigilosamente de su encierro y transitaba por el laboratorio hasta llegar a otro acuario que albergaba cangrejos, situado encima de una mesa bastante alta, por lo que trepaba por la misma, se introducía en el acuario y se comía dos o tres cangrejos, hasta que recorría el camino inverso y se introducía en su hábitat artificial. Fue descubierto por una cámara de video vigilancia puesta al efecto, al observar el encargado del recinto la visible merma de cangrejos en el transcurso de un mes.
Quiero citar el comportamiento colectivo de unas abejas nativas japonesas, que han aprendido a desarrollar una técnica grupal para defenderse de los ataques cruentos de los avispones gigantes exploradores. Éstos realizan sus incursiones mandando exploradores individuales (de aquí su nombre), para localizar ubicaciones de nidos de abejas; una vez encontrados, depositan una feromona para que les sirva de identificación del lugar y más tarde retornan con un ejército de avispones que mata a todas las abejas, se comen su miel y se llevan sus larvas para que sirvan de alimento para sus crías.
Hay que tener en cuenta que 30 avispones pueden acabar con 30.000 abejas, sufriendo escasas bajas, dada la diferencia enorme de tamaño y de defensas; los avispones con sus mandíbulas trocean fácilmente los cuerpos de las abejas y les cortan de un bocado sus cabezas, además soportan muy bien las picaduras que reciben de ellas, teniendo que recibir muchísimos aguijones para que les sobrevenga la muerte.
Pues bien, las abejas japonesas, más fuertes en este aspecto evolutivo que sus parientes las abejas europeas, al constatar cerca de su nido la presencia de un avispón, en vez de atacarlo para ahuyentarlo, sabedoras de que la única misión que le trae, es marcar con una señal, una feromona, la ubicación del lugar donde se encuentran, y que el peligro vendrá después, se mantienen pasivas incitando así en cierta manera al avispón para que penetre en la colmena, cosa que al final suele hacer y cuando éste empieza a segregar la feromona, las abejas se comunican entre sí mediante movimientos abdominales, y a una señal determinada, todas a una, como en Fuenteovejuna, (pieza teatral del dramaturgo español Lope de Vega), se lanzan contra el invasor rodeándolo completamente mientras agitan sin cesar sus alas, produciendo de esta manera una vibración colectiva. No le clavan sus aguijones, tan sólo un baile frenético de vibraciones de alas, que conlleva un aumento de energía dentro de sus cuerpos y por consiguiente un aumento de la temperatura que se crea alrededor del avispón, hasta alcanzar los 47ºC; las abejas soportan temperaturas de hasta 48ºC, mientras que el avispón sólo hasta 46ºC, por lo que cae fulminado, asado lentamente en la parrilla formada por los cuerpos de las abejas emitiendo calor. De esta manera nunca podrá regresar y comunicar la presencia de lo que consideraba supondría un excelente festín.
Este comportamiento es francamente extraordinario, pues además de coordinar una defensa colectiva que requiere una comunicación muy eficaz para desarrollar el ataque al alimón, que impida la huída o la defensa del avispón, utilizan una estrategia obtenida de la propia naturaleza, una ley física, que predice que el movimiento acelerado de los átomos produce aumento de energía y aumento por consiguiente de calor, por lo que aletean sin cesar a la vez, para conseguir la temperatura de defensa adecuada. Sería interesante adivinar cómo saben que su temperatura corporal aguanta un grado más que el de los avispones, lo que seguramente habrá supuesto un aprendizaje en el tiempo de una forma azarosa o tal vez, por qué no, una conducta instintiva, ciertamente inteligente, contenida desde sus genes ancestrales y que les permitió en su día, poder establecerse en un estamento determinado de la naturaleza, gracias a su especialización, con la que podían defenderse de sus potentes vecinos depredadores y así poder sobrevivir.
Más adelante nos detendremos más en profundidad en el estudio de los microtúbulos, cadenas moleculares de forma cilíndrica, que constituyen el citoesqueleto de todas las células animales, incluyendo a las neuronas. Según el médico estadounidense Stuart Hameroff, anestesista y profesor de la Universidad de Arizona, muy conocido por sus estudios científicos de la conciencia, es en los microtúbulos donde se producen los procesos que hacen emerger la conciencia, siendo las unidades básicas para que ello ocurra, en lugar de las neuronas, como se cree en la inmensa mayoría de las teorías actuales.
Hameroff observando a los paramecios, animales unicelulares que presentan una conducta bastante inteligente y tienen diversas funciones cognitivas, siendo capaces de encontrar alimento, evitar a sus depredadores, e incluso de aprender nuevas conductas, lo atribuyó a que tienen microtúbulos, pues además carecen de neuronas, por lo que dedujo que eran los microtúbulos los causantes de dicha cognición.
Ello explicaría, que cualquier ser vivo, para poder poseer conciencia no es necesario que tenga neo-córtex, puesto que al parecer la conciencia emerge gracias a otras áreas subcorticales, presentes tanto en el ser humano como en el reino animal no humano.
Nunca he llegado a dudar de la conciencia de los animales, es más, a lo largo de mi vida he sido testigo de comportamientos que van más allá que la mera intuición o el propio instinto de supervivencia.
Una noche que llegué a casa tarde, sobre la una de la madrugada, después de haber cenado en casa de unos amigos, en la que se prolongó la sobremesa, (vivía en aquel entonces en la bella ciudad de San Cristóbal de la Laguna, en un segundo piso de un edificio de cuatro plantas), nada más acostarme para recuperar fuerzas para el día siguiente, casi adormilado vencido por el cansancio, empecé a oír un ruido como si alguien estuviese hurgando en la cerradura de la puerta de acceso a la calle, por lo que preocupado, me levanté sigiloso y me acerqué al lugar de donde procedía el ruido y efectivamente era notorio, que alguien que se encontraba al otro lado estaba golpeando la puerta con golpes no muy fuertes pero sí insistentes.
Miré por la mirilla y cuál fue mi asombro que observé lo que parecía un perro de buen tamaño sentado sobre sus nalgas, arañando la puerta con una de sus patas delanteras.
Decidí abrir la puerta aunque con algún recelo y a media apertura, un bóxer marrón oscuro me lanzó al aire un aullido lastimero, tenía un gesto de dolor en su cara, por lo que le abrí la puerta de par en par y fue entonces cuando al ponerse de pie y penetrar resueltamente en mi vivienda, advertí que cojeaba y la causa era que tenia la pata derecha visiblemente partida.
Le di un poco de agua y tendí una manta sobre el salón y con solo una pequeña indicación se tumbó de lado sobre la manta sobre su pata sana, con lo que me facilitó que pudiera hacerle un vendaje de emergencia encima de la fractura, aguantando estoico el dolor sin hacer ningún amago de querer morderme. Le eché otra manta por encima y me fui a dormir, hasta que a primera hora ayudado por un familiar lo llevamos en brazos a mi coche y lo llevé al veterinario.
Hizo falta una pequeña intervención quirúrgica para reducirle la fractura y compartió conmigo su convalecencia totalmente integrado en la familia. Cuando estuvo restablecido lo adoptó un gran amigo mío y siempre que el bóxer me veía, incluso transcurrido mucho tiempo, festejaba con gran alegría nuestro encuentro. Siempre pensé que debió pillarlo algún vehículo cerca de mi domicilio, lo que le produjo la lesión y sintiéndose herido, al verme llegar me siguió como pudo, guiándose más bien con su olfato, para pedirme auxilio.
Tampoco puedo olvidar, mientras navegaba por el mar de Alborán con unos amigos en una motora de unos 8 metros de eslora, la presencia de un delfín, muy frecuente su presencia en aquellas aguas, que aparentemente herido, se acercó a nuestra embarcación cuando estaba detenida mientras nos preparábamos un refrigerio, era evidente que estaba herido y que pedía ayuda, presentaba un enrollamiento muy tenso de hilo de nylon de pesca alrededor de medio cuerpo, que le atravesaba en gran parte la piel exterior y culminaba con un gran anzuelo que tenía clavado dentro de su boca.
Uno de mis acompañantes, médico de profesión, sin pensárselo dos veces, con ayuda de otro tripulante lo izó asiendo entre los dos sus aletas anteriores y lo depositaron en la plataforma anexa a la bañera posterior de la embarcación. Una vez allí, el médico con unas tijeras muy finas fue cortando todo el nylon que oprimía al cetáceo, mientras los demás le íbamos echando agua de mar en cantidades pequeñas por las abiertas heridas, hasta que sólo quedó el temible anzuelo. El médico siguió con su trabajo, como si supiese con certeza que el delfín no le iba a hacer ningún daño, y así fue, después de dos minutos angustiosos extrajo completo el gancho asesino, ante la pasividad total del animal, que sí expresó más de un quejido a lo largo de la laboriosa operación.
Una vez libre del lacerante aparejo, el delfín hizo varias cabriolas y piruetas sobre el agua y navegó a nuestro lado al reanudar nuestra marcha, como unos quince minutos, luego desapareció en el fondo de la inmensa mar. Aquello resultó ser un encuentro increíble entre el hombre y el segundo animal más inteligente del planeta, por delante incluso de los grandes simios, según numerosos investigadores al respecto, que se basan al afirmarlo, en el gran cerebro que poseen, (superior en tamaño incluso al de los seres humanos), en su lenguaje, su auto-reconocimiento en un espejo, uso de herramientas, capacidad de aprendizaje, etcétera, siendo famoso el delfín bautizado como K-Dog, entrenado por la marina estadounidense para encontrar minas y trampas submarinas, que mediante saltos espectaculares mostraba la posición exacta donde se encontraba el dispositivo buscado.
Otro ejemplo notable le ocurrió a un familiar cercano, era invierno y nevaba en Madrid, cuando nada más iniciar su comida de mediodía oyó ruidos en el cristal de una ventana exterior, se trataba de un periquito que golpeaba el cristal con su pico mientras luchaba contra los copos de nieve que le iban cayendo. Nada más ser abierta la ventana el periquito levantó el vuelo y se introdujo para siempre en la vivienda y nunca se escapó al exterior pese a vivir en situación de semilibertad, con una jaula con la puerta siempre abierta, de la que podía entrar y salír cuando le apeteciera.
Son otros ejemplos a incorporar a las numerosas y curiosas investigaciones que se están llevando al efecto y estoy firmemente convencido de la dignidad que merece el reino animal no humano, que comparte con nosotros este planeta.
Al margen de disquisiciones en torno a las necesidades alimentarias, en las que el ser humano ocupa la cima de la pirámide, siendo el máximo depredador de todas las especies conocidas, no propongo que nos convirtamos de la noche a la mañana en veganos, pero sí que recapacitemos acerca de nuestras relaciones con nuestros vecinos y compañeros de travesía y seamos capaces de eliminar cualquier procedimiento que lleve crueldad e indiferencia no sólo a los mataderos respectivos y a las granjas de producción, sino de primar instalaciones y procedimientos que velen por el bienestar animal y su trato ético, haciéndolo extensivo a los centros de investigación que usan a los animales para sus experimentos científicos, así como terminar de una vez con las reminiscencias medievales de muchos pueblos y culturas, que acostumbran a celebrar sus festejos con maltratos y matanzas en ciertos casos, de aves, de perros, de toros, de cerdos, etcétera, para que sirvan de jolgorio y espectáculo de sus ciudadanos.
Es evidente que se hace necesaria una reglamentación mundial que regule toda esta problemática y vincule a los países a cumplirla y al igual que existe una Declaración Universal de los Derechos Humanos, (DUDH), adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 en París, que en 30 artículos recoge los derechos humanos que se consideran básicos, que plasmados luego en pactos y en tratados internacionales, son obligatorios su cumplimiento para los Estados firmantes, no estaría de más una declaración de los derechos de los integrantes del reino animal, no humanos, que complemente las corrientes de pensamiento de los movimientos de liberación animal y los consideren sujetos de derecho, sin confundirlo con el derecho animal que se enseña en numerosas facultades de derecho de muchos países, en donde incluso existe jurisprudencia al respecto, siendo el objeto de derecho, la naturaleza legal y biológica de los animales. No debemos olvidar que son anteriores en el filo a los seres humanos y que todos venimos del mismo origen, de la espuma burbujeante de los coacervados o yéndonos aún más lejos, de las fluctuaciones cuánticas que se producen sin cesar en lo que llamamos la nada.
Como caso más reciente, citar el ejemplo de “Cecilia”, una chimpacé residente en un zoo de Mendoza, (Argentina), que quedó sola al morir sus dos compañeros de jaula, lo que le provocó un estado depresivo con la agravante de que en su jaula nunca daba el sol. “Afada”, una asociación por los “Derechos de los Animales”, solicitó un habeas corpus, que es el procedimiento que se utiliza solo para defender a seres humanos, al considerar que comparativamente podría serle de aplicación a la chimpacé.
La jueza del caso María Alejandra Mauricio, ha sentado un precedente insólito al declarar a Cecilia como “sujeto de derecho no humano”, y no como mero objeto, propiedad de alguien, dando lugar a una jurisprudencia de reconocimiento a los derechos animales inusual por el momento.
En su sentencia, ha ordenado el traslado de la chimpacé a Säo Paulo, (Brasil), a un centro de protección de primates, (GAP), para que pueda convivir con sujetos de su propia especie.
“Si atendemos a su bienestar no será Cecilia quien estará en deuda con nosotros, sino nosotros, que deberemos agradecerle la oportunidad de crecer como colectividad y de sentirnos un poco más humanos”, recoge textualmente la jueza.
Después de este último relato, podemos concluir que vamos por buen camino.