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La Información es el verdadero sentido de la evolución

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El sentido de la evolución prioritario, era la captación de información; sin información, el individuo que fuese no podría sobrevivir. De acuerdo que el motor principal de la selección de las especies era poder adaptarse en el medio que fuese, pero sin información, sería imposible saber dirigirse a la fuente nutricional, así como el de tener el conocimiento necesario para poder defenderse de los peligros externos.

Las mutaciones favorables de las especies para adaptarse al medio que le había tocado vivir, se transmitían posteriormente y favorecían la propagación de esa especie con esas características, pero las mutaciones más importantes eran aquellas que afectaban al desarrollo de ese neuroeje que facilitaba enormemente la información. Tanta importancia llegó a tener, que posiblemente pasó a ser lo primordial para asegurar la supervivencia de los seres vivos.

Y lo que en un principio no se cuestionó, como podía ser la cantidad de células nerviosas y su funcionamiento, llegó a ser planteado por la propia naturaleza, dada la importancia creciente que el hecho tenía. Tal vez, para seres vivos de órdenes inferiores fuese suficiente con unas pocas células, como el ectoplasma de los pececitos del periodo cámbrico, y puede ser que tampoco necesitasen muchas neuronas algunas de las variedades que poblaban el subsuelo amazónico, pero de lo que no cabe la más mínima duda es que el hombre, aspirante a dominar la propia naturaleza, necesitaba cantidad ingente de neuronas, para conseguir la mayor información posible.

Y en este aspecto, la bipedestación fue crucial en la eclosión cerebral de los homínidos. Sin ella no habría podido llegar el hombre a las actuales cotas intelectuales, aún muy por debajo de su verdadera potencialidad.

Con la bipedestación, el cerebro se liberó de sus ataduras craneales y liberó gran espacio físico para miles de millones de neuronas y trillones de conexiones sinápticas. La información triunfaba en grado máximo.

El hombre no era el rey de la creación, sino el cerebro, esa materia gris llena de circunvoluciones, para asegurarse mayor almacenamiento. El cerebro dominaba tanta información que incluso podía permitirse el lujo de emplear una parte de la misma en un aspecto puramente lúdico, muchas conexiones neuronales no eran para asegurar su futura supervivencia, sino para lograr únicamente el placer de vivir.

Pero al margen de ello, no podían descuidarse funciones típicamente fundamentales para afrontar el riesgo de la vida, así como ejercer la posibilidad de trasladar esa materia mágica de neuronas por espacios diferentes.

Y la solución fue simplista en grado máximo, aprovechar en el filo, los sistemas nerviosos de otras especies anteriores: invertebrados, para filtrar todos los estímulos del entorno; reptiles, para la función de coordinar el movimiento, mantener el tono muscular y regular los procesos vegetativos tales como, la respiración, presión sanguínea; mamíferos, para activar el organismo, con un estado de alerta general para una posible situación de “lucha o huida”, ante una amenaza inminente, y el de los homínidos, encargados de las funciones típicamente humanas, pensamiento, lenguaje, creatividad, y coordinar todos los sistemas nerviosos entre sí, ejerciendo funciones directivas y “tomando la última decisión”, con algunas excepciones muy especiales.

Nuestro cerebro había conseguido su propósito, ser lo más fascinante de cuánto existe. El neocórtex, el telencéfalo, no era una cantidad más o menos variable de tejido adiposo, sino el sustrato mismo de la Conciencia humana, capacitado para recibir información continua y variable, analizarla y sacar sus propias conclusiones, así como proporcionar al organismo actividades diversas, algunas muy placenteras, y para no vivir encerrado dentro de su segura bóveda craneana, lo que le hubiera supuesto su desaparición inmediata por inacción; se había válido del phylum de otras estructuras anteriores, para captar y visionar toda clase de estímulos externos e internos y lo que es tan crucial, el poder trasladarse de un lugar a otro con sus miembros inferiores y superiores. De esta manera no sólo disponía de excelente información, sino que podía seguir buscando estímulos de toda clase en el medio y sacar el máximo provecho de ellos.

El Universo, su conciencia cuántica  y tu cerebro

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