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VALORES CONTRA EL BULLYING EL BULLYING Y LA SOCIEDAD
Оглавление«Hoy voy a intentar ahorcarme. Espero que funcione», dijo una niña llamada Beatriz que era atormentada por Camila, que era cabecilla de las compañeras que la golpearon, la insultaron personalmente y a través de las redes. El colegio no le daba importancia a la situación, a pesar de que hubo varias quejas y algunos presenciaron en una oportunidad la violencia física. Los padres de Beatriz le dijeron que no tenía que ser hombre para aprender a defenderse. Y la niña, la víctima, optó por callarse en los futuros ataques, ya que no encontraba ayuda. Las amenazas continuaron y la desesperación se apoderó de ella, porque sentía que no conseguía ningún apoyo. La carta de Beatriz hablaba de sentirse sola y que nadie, absolutamente nadie, la comprendía. En julio del 2017 cumplió tres años de fallecida.
Como Beatriz, hay muchos casos que se dan con frecuencia y pasan desapercibidos en la sociedad. Y es que el problema debe ser resuelto por todos: padres, profesores, alumnos, autoridades y la sociedad en su conjunto.
«Un hombre no es más que el producto de sus pensamientos. Lo que él piensa, él se convierte».
Mahatma Gandhi
La sociedad ha contribuido a incrementar la ruptura de las relaciones familiares, consecuentemente, males como el bullying acrecientan su estadística en vez de decrecer.
Hoy en día, es mayor el número de problemas familiares, el abuso de internet, de los juegos electrónicos, de la brecha cada vez más grande de comunicación entre padres e hijos, han aparecido las conductas negativas y destructivas de los niños y que devienen en un comportamiento de agresor o de víctima, en el ya conocido bullying. Los países de mañana son los niños de mañana. Es un tema que no nos debe preocupar solamente, sino que nos debe ocupar. Cuando hay una crisis, hay una oportunidad y un cambio.
La oportunidad es de traer a los padres a las escuelas, involucrarlos y hacerlos participar. Y marcar los patrones de convivencia en las instituciones educativas. Los patrones de conducta deben ser los más importantes, porque sabemos que la actitud cambiará el logro personal de resultados en las notas. Generamos una actitud para tener éxito y para ello debemos implementar campañas dentro de las escuelas para lograr “formar”, lo que es algo estratégico y clave para realizar un cambio y desterrar el bullying.
Y el mal va creciendo en forma exponencial y se debe generar teorías y talleres para formar a los padres y, por consiguiente, se formará a los hijos.
«Nadie me puede hacer daño sin mi permiso».
Mahatma Gandhi
El futuro del mundo pende de los niños que van a la escuela. Está colgado de esta medición, si nuestros niños están mal, entonces tendremos más violencia intrafamiliar, violencia sexual, dado que son 7 de cada 30 familias en promedio en Latinoamérica. Y en el caso del bullying, tenemos una creciente intimidación o acoso escolar de 5 de cada 30 alumnos por aula, una estadística preocupante que nos delinea el futuro.
«… Hace tiempo vi un bellísimo vídeo en el que un niño pedía a Santa Claus que en la escuela dejen de molestar a su hermanita melliza, Amber, quien padece obesidad. La carta es verdaderamente emotiva, habla del gran amor entre hermanos y nos invita a que nosotros tomemos también cartas en el asunto.
Para empezar, me pregunto: si por primera vez en la historia se están llevando a cabo tantas campañas para erradicar el bullying o acoso escolar, ¿cómo es posible que suceda todo lo contrario?». Yordanka Pérez Giraldo.
El 65 % de los niños han visto bullying o lo han sufrido en menor o mayor grado. El acoso escolar es una forma agresiva de una o varias personas hacia otra con o sin razón. Es intencionado, agresivo y repetitivo, sino no es bullying. Tenemos que identificar a los acosadores o victimarios y a los acosados o víctimas.
«La chica que llamas GORDA, pasa días sin comer para bajar de peso.
El chico a quien le dices feo pasa horas arreglándose para lucir bien, para que personas como tú lo acepten.
El chico o la chica, de quienes te burlas en la escuela, debe ser aceptado tal cual es, valorándolo, integrándolo y aceptándolo en su totalidad».
Los acosadores son personas que necesitan tener el dominio sobre otro para sentirse poderosos y así ser reconocidos. Y carecen de habilidades sociales y no muestran ningún tipo de capacidad de empatía, suelen tener problemas de violencia en su propio hogar y no tienen capacidad de autocrítica y manipulan a su antojo la realidad.
Mientras que el perfil de los acosados arroja que son sumisos, tienen baja autoestima y además no poseen una personalidad segura. Además, presentan una incapacidad absoluta para defenderse por sí mismos, apegados demasiado a la familia, carecen de autonomía plena, y, por lo tanto, suelen presentar algún tipo de diferencia con el resto de sus compañeros de clase, en relación a raza, religión, físico, opción sexual, entre muchas otras.
Una vez identificados los acosadores y los acosados debemos hacerles seguimiento. Pero insisto, todo comienza con la formación de maestros, padres y alumnos.
La sociedad torna entonces su mirada a los docentes, en busca de la solución a un problema que aparentemente nace y se enquista en la escuela; y nosotros, en pose de inocentes, nos escudamos en manuales de convivencia, en cátedras de ética y valores, en castigos que no hacen efecto y en excusas para disfrazar un problema, que creemos ajeno, frente al que nos consideramos impotentes.
Si bien es cierto que en ocasiones la sociedad le asigna a la escuela misiones que no le competen, en su totalidad también lo es, que los docentes hemos olvidado el compromiso que nuestra profesión nos exige, además del rol de la escuela como institución educadora y formadora.
Así las cosas, el acoso escolar o bullying es un fenómeno que puede reflejar malestares sociales, más allá de lo que pasa en un salón de clase o el patio de un colegio, no siendo esto excusa para que los docentes y las escuelas dejen de asumir una postura que ayude a minar dicho malestar.
Y los padres también son parte responsable al compartir los problemas de los niños, pero en forma defensiva, como si el mundo los atacara y la familia, de alguna manera, fuera discriminada. «Si te dicen algo malo, le pegas» o «no te invitó a la fiesta, entonces no le hables», son comentarios que a menudo dicen los padres y que los hijos los graban permanentemente.
El presente es un regalo por eso se llama presente. Y debemos trabajar el presente para ese futuro que esperamos.
Las consecuencias del acoso escolar son muchas y profundas. En la víctima de acoso escolar, las consecuencias se notan con una evidente baja autoestima, inseguridad, actitudes pasivas, trastornos emocionales, problemas psicosomáticos, depresión, ansiedad o pensamientos suicidas. También se suman a esta lista, la pérdida de interés por las cuestiones relativas a los estudios, lo que puede desencadenar en una situación de fracaso escolar, así como la aparición de trastornos fóbicos de difícil resolución.
«La violencia es miedo de las ideas de los demás y poca fe de las propias».
Antio Fraguas.
Las víctimas de acoso escolar suelen caracterizarse por presentar un constante aspecto contrariado, triste, deprimido o afligido, por faltar frecuentemente y tener miedo a las clases, o por tener un bajo rendimiento escolar. En el apartado físico, estas víctimas suelen somatizar su problema, presentando dificultad para conciliar el sueño, dolores en el estómago, el pecho, de cabeza, náuseas y vómitos, así como llanto constante. Sin embargo, esto no quiere decir que todos los niños que presenten este cuadro o síndrome estén sufriendo un acoso escolar. Antes de hacer un diagnóstico del problema, es necesario investigar y observar más al niño.
En cuanto a los efectos del bullying sobre los propios agresores, algunos estudios indican que los ejecutores pueden encontrarse en la antesala de las conductas delictivas. También el resto de espectadores, la masa silenciosa de compañeros que, de un modo u otro, se sienten amedrentados por la violencia de la que son testigos, se sienten afectados, pudiendo provocar en ellos cierta sensación de que ningún esfuerzo vale la pena en la construcción de relaciones positivas.
Para el agresor, el bullying le dificulta la convivencia con los demás niños, le hace actuar de forma autoritaria y violenta, llegando en muchos casos a convertirse en un delincuente o criminal. Normalmente, el agresor se comporta de una forma irritada, impulsiva e intolerante. No saben perder, necesitan imponerse a través del poder, la fuerza y la amenaza, se meten en las discusiones, cogen el material del compañero sin su consentimiento y exteriorizan constantemente una autoridad abusiva y exagerada.
Cada día están más niños expuestos al bullying. Ahora pasa desapercibido. Y si un padre escucha algo respecto a esto, le dice al niño: “Hazte hombre”, una conducta totalmente incorrecta.