Читать книгу El juego de los grandes - Pete Newell - Страница 11
ОглавлениеTodos hemos visto alguna vez a un jugador de baloncesto perder el balón en una competición. Por ejemplo, un jugador alto recibe el balón a tres metros de la canasta y acaba haciendo pasos porque nunca se ha visto en esa situación. O piensa en sobrepasar al defensor y penetrar. El que tiene el balón lo ha recuperado y se ve de cara a todos los defen-sores de camino a la otra canasta para finalizar una entrada. Desde ese punto de vista, es como un ejercicio de entradas en dos líneas que se hace todos los días en los calentamientos. Fácil, ¿verdad? El jugador no se mueve en línea recta hacia la canasta, coge el último bote mien-tras pisa con el pie que lo levantará del suelo, da uno o dos pasos más y realiza la entrada. Pero puede que llegue alguien a fastidiarlo todo cuando se realizan estos mecanismos tan sencillos. Durante las entradas anteriores al partido, los jugadores corren a velocidad baja o media y no hay defensa. Cuando un defensor los alcanza, los jugadores con poca experiencia suelen moverse a velocidades que sobrepasan sus capacidades. ¿Qué ocurre? Los movimientos de las manos que botan y los pies que corren pierden coordinación y sincronización, el balón comienza a descontrolarse y el jugador pierde el equilibrio. Esto suele provocar que el jugador pierda el balón, tropiece o intente hacer una entrada poco ortodoxa. Cuando un jugador se mueve tan rápido que pierde el control, ha excedido su velocidad de acción personal.
Se observan muchos ejemplos de jugadores que sobrepasan sus velocidades de acción durante los partidos de baloncesto de formación, sobre todo si un equipo está presionando en toda la cancha. En estos partidos, la acción suele consistir en que un jugador bota, otro le roba el balón y corre hacia el otro extremo, sólo para que otro jugador le dé un manotazo al balón por su lado ciego. Después otro jugador recoge el balón y corre hacia el otro lado, y así continúa el círculo.
La capacidad para maniobrar con control a gran velocidad es necesaria para todos los jugadores. En algunos programas de baloncesto, es algo imperativo. Algunos entrenadores crean partidos con ritmo rápido porque creen que sus equipos obtendrán beneficios. Estos entrenadores entrenan a sus jugadores para que ejecuten ataques a alta velocidad; en la defensa, estos equipos intentan forzar al otro equipo para que juegue más rápido que de costumbre. En general, los jugadores más altos tienen más dificultades para maniobrar con control a altas velocidades; por lo tanto, un jugador más alto puede verse limitado en un equipo en el que se emplea un estilo de juego con dicho ritmo.
La velocidad de acción puede definirse como sigue: “el ritmo más rápido de velocidad que puede mantenerse sin que el cuerpo pierda facultades de control al acelerar, frenar de repente y cambiar de dirección rápidamente”. Cualquier jugador que intente sobrepasar su velocidad de acción personal perderá el control cuando trate de realizar las tres maniobras mencionadas. El jugador tropezará al acelerar, hará pasos cuando pretenda frenar de repente y perderá el equilibrio al querer cambiar de dirección muy rápidamente.
Al igual que en las capacidades con la lectura, la música o las mate-máticas, todos los jugadores tienen un potencial personal para la velocidad de acción. En general, cuanto más alto sea el jugador, menor será su velocidad de acción. Esto se debe principalmente al equilibrio corporal. Los jugadores más altos tienen naturalmente un centro de gravedad más alto; por lo tanto, las paradas en un tiempo, la aceleración y los cambios de dirección son más difíciles. Estas tres acciones, cuanto más cerca del suelo esté el jugador, mejor le saldrán. La velocidad de acción potencial de los jugadores altos nunca será igual que la de los escoltas y aleros. Afortunadamente, se puede trabajar para maximizar la velocidad de acción de cualquier jugador. Muchos jugadores, del pasado y del presente, muestran las ventajas del control corporal a altas velocidades.
La rapidez es uno de los atributos más valiosos de un jugador de baloncesto. Dame cinco jugadores que sean más rápidos que sus cinco oponentes y ganaré –quiero decir, en caso de que puedan jugar a alta velocidad. Uno de los jugadores profesionales más rápidos de la actualidad es Gilbert Arenas. En las situaciones de uno contra uno, puede hacer cosas con el balón que la mayoría de los jugadores no pueden hacer sin tropezarse. Su bote con salida cruzada, sus tiros rápidos y sus repentinos saltos le permiten, una y otra vez, conseguir un tiro indiscutible cuando los defensas aún no están listos para evitar que haga un tiro en suspensión.
El equilibrio y el juego de pies de Gilbert son la clave de su éxito en el uno contra uno. Su cabeza siempre está levantada y por encima de los pies, lo cual le permite hacer rápidos avances, retrocesos y cambios de dirección, todo bajo un control total. Los defensores que intentan enfrentarse a él acaban perdiendo el equilibrio. Cuando Arenas siente que su defensor pierde el equilibrio, salta para hacer un tiro en suspensión. Rara vez consiguen evitar su tiro.
En la NBA actual, el mejor ejemplo de velocidad bajo control lo ofrece el alero Shawn Marion. De una línea de fondo a la otra, Marion es el más rápido. Su gran velocidad de acción y su control corporal se observan cuando ejecuta ganchos. Al final de un contraataque, Shawn puede mantener una velocidad plena para tirar. La mayoría de los jugadores desaceleran cuando intentan hacer un gancho en un contraataque, pero Marion, de alguna manera, es capaz de mantener su velocidad hacia delante cuando se mueve. De nuevo, puede exhibir un gran juego de pies.
Todo está en el juego de pies. En el capítulo 2 se decía que el equilibrio es un prerrequisito para poder desarrollar un buen juego de pies. Un buen juego de pies es la base sobre la que puede mejorar se la velocidad de acción. Muchos grandes jugadores han podido de sarrollar altos niveles de velocidad de acción porque tenían un gran juego de pies. Entonces, ¿cómo desarrolla un jugador la velocidad de acción?
Con un juego de pies y un equilibrio casi perfectos, Gilbert Arenas mantiene siempre el control corporal.
Desarrollo de la velocidad de acción
Los entrenadores deben conocer el potencial de velocidad de acción de cada jugador y han de seguir su progreso. El entrenador también tiene que saber qué obstaculiza el progreso de un jugador. Esto permitirá al entrenador generar fórmulas personalizadas. Por ejemplo, algunos jugadores tienen dificultades para recibir en carrera el balón y botar sin dar pasos. Hay que crear ejercicios para rectificar los elementos que puedan mermar el progreso de los individuos en cuanto al control de las acciones a la velocidad de un partido. Más adelante, en este capítulo, se ofrecen buenos ejercicios. Si es necesario, los entrenadores pueden adaptar estos ejercicios a las necesidades de sus propios jugadores.
Sin embargo, aunque los entrenadores deban ayudar a sus jugadores a aumentar su velocidad de acción en la práctica, no deben permitirles que sobrepasen su velocidad de acción en los partidos. Los entrenamientos sirven para superar los límites, cometer errores y mejorar, pero el partido es para jugar controlando en todo momento. Gracias a los entrenamientos, los jugadores alcanzarán una mayor velocidad de acción en los partidos.
Como ya hemos dicho, la velocidad de acción ha de desarrollarse en las siguientes tres áreas: aceleración, paradas repentinas y cambios de dirección; en otras palabras, arrancar, frenar con control y cambiar de dirección. Para ofrecer una idea más clara de lo que esto significa, explicaremos las tres acciones en el contexto de un ejercicio. A falta de un nombre mejor, llamaremos a este ejercicio “ejercicio de arrancada, parada y cambio de dirección”.
Los jugadores forman una fila detrás de la línea de fondo. El primer jugador se coloca cerca de donde se unen la línea de fondo y el lateral del área de tiro libre. Al sonar el silbato, el primer jugador corre y acelera por el área de tiro libre, y llega con una parada en un tiempo equilibrada con los dos pies al vértice del área de tiro libre. Al sonar el silbato por segunda vez, el jugador hace un pivote de reverso y se pone de cara a la línea de fondo. Al tercer sonido del silbato, el jugador acelera hacia la línea de fondo, cambia rápidamente de dirección y realiza una parada en un tiempo equilibrada en la línea de fondo.
Aceleración
Antes de que suene el primer silbato, el jugador adopta la posición con un centro de gravedad bajo, preparado para esprintar. Al sonar el silbato, el jugador acelera al máximo y alcanza toda la velocidad posible (como si fuera un patinador de velocidad o un velocista olímpico) antes de llegar a la línea de tiro libre. La aceleración máxima se alcanza cuando la parte superior del cuerpo del jugador se aleja mucho de los pies y el jugador comienza a caer. El jugador no inicia la desaceleración hasta justo antes de llegar a la línea de tiro libre.
Parada equilibrada
El jugador debe continuar acelerando todo lo que pueda para que la parada sea lo más difícil posible. Tampoco hay que exagerar. De hecho, el jugador ha de ir tan rápido que parezca imposible parar con control ante la línea de tiro libre. No obstante, cuando está a punto de alcanzar el vértice, el jugador hace una parada en un tiempo con los dos pies. El equilibrio se consigue tocando el suelo con los talones, manteniéndose bajo y balanceándose para alcanzar una posición equilibrada. Un centro de gravedad bajo permite una parada más controlada y evita que nos caigamos hacia delante después de poner los pies en el suelo. Si lo hace correctamente, el jugador no tendrá dificultades para frenar su velocidad hacia delante al poner los pies en el suelo.
Para que el jugador pueda recuperar el equilibrio antes de pivotar, debe mantener la posición tras la parada en un tiempo durante aproximadamente un segundo. Luego, el jugador hace un pivote de reverso manteniéndose bajo.
Cambios de dirección rápidos
El jugador comienza a volver a la línea de fondo con una aceleración moderada, pero, a medio camino, cambia de dirección con un ángulo de 45°, a la izquierda o a la derecha. Tras el corte, el jugador acelera como si intentara ir rápidamente hacia la canasta para hacer un pase o un bote con salida cruzada. Cuando llega a la línea de fondo, el jugador hace otra parada en un tiempo y pone a prueba su equilibrio.
Ejercicios para las acciones rápidas
Para aumentar la velocidad de acción, un jugador debe practicar moviéndose a velocidades en las que el equilibrio se ponga a prueba. Sólo se puede pasar al siguiente nivel cuando se consiga experiencia en el anterior. El hecho de perder el equilibrio al frenar, pivotar y cambiar de dirección ha de ser bien recibido durante los entrenamientos. Llegará un momento en que los jugadores se sientan cómodos con la nueva velocidad. Los siguientes ejercicios se diseñaron para probar la velocidad de acción con combinaciones de arrancada, parada, pivote, giro y cambio de dirección. Algunos son sencillos y otros son más complejos. El aumento de la complejidad de un ejercicio también puede ayudar a los jugadores a superar sus velocidades de acción.
Arrancada, parada equilibrada y cambio de dirección botando el balón
Los jugadores forman una fila tras la línea de fondo. El primer jugador de la fila tiene un balón de baloncesto. Al sonar el silbato, el jugador acelera botando el balón hacia el vértice del área de tiro libre. Al acercarse a la esquina, el jugador realiza una parada en un tiempo con ambos pies –manteniendo el equilibrio– y agarra el balón bajo la barbilla.
Al sonar el silbato por segunda vez, el jugador hace un pivote de reverso (la dirección del pivote la determina el entrenador; la dirección ha de cambiarse durante el ejercicio para que los jugadores desarrollen tanto la izquierda como la derecha). Al sonar el silbato por tercera vez, el jugador le pasa el balón al siguiente jugador de la fila (el entrenador determinará el tipo de pase y, de nuevo, puede cambiar en cualquier momento). Tras pasar el balón, el jugador acelera inmediatamente hacia la línea de fondo. Mientras el primer jugador hace el esprint y corta hacia la línea de fondo, el segundo jugador bota y corre hacia el vértice del tiro libre.
Arrancada y parada
Los jugadores comienzan tras la línea de fondo. Al sonar el silbato, el jugador 1 corre hacia la esquina y hace una parada en un tiempo al llegar. Al sonar el silbato por segunda vez, el jugador 1 corre media cancha y hace lo mismo, mientras que el jugador 2 corre hacia la esquina que había ocupado el jugador 1. La idea del ejercicio es que los jugadores corran y paren, corran y paren, aumentando la aceleración controlada y el control corporal al frenar.
Cambio de dirección y parada
El jugador comienza al final de una línea. Al sonar el silbato, comienza a avanzar por la cancha haciendo cambios rápidos de dirección cada pocos pasos. El jugador acelera cada vez que cambia de dirección. Periódicamente (cuatro o cinco veces mientras el jugador corta desde una línea hasta la otra), el entrenador grita “stop”. El jugador inmediatamente hace una parada en un tiempo. Cuando el silbato vuelve a sonar, el jugador comienza de nuevo a hacer cortes y aceleraciones rápidas. El objetivo consiste en reaccionar rápidamente sin perder el equilibrio.
Giro y parada en un tiempo
El jugador comienza al final de una línea, de espaldas a la cancha. Al sonar el silbato, hace un giro –gira y se pone de cara a la otra línea–, recupera el equilibrio y hace una parada en un tiempo con ambos pies. Al sonar el silbato de nuevo, el jugador hace lo mismo. Continúa este patrón desde una línea hasta la otra. El objetivo consiste en que el jugador recupere el equilibrio después de perderlo. Para que el jugador sobrepase su velocidad de acción, el entrenador tiene que forzarlo.
Conclusión
Cuantos más ejercicios haga un jugador, mejor llegará a ser su velocidad de acción, sobre todo si esos ejercicios se ejecutan a gran velocidad. Sin embargo, el mejor método para mejorar la velocidad de acción de un jugador alto consiste en hacer ejercicios de grupo, especialmente ejercicios que a veces se reservan sólo para escoltas y aleros. Por ejemplo, durante los partidos, no se espera que los jugadores altos boten o defiendan uno contra uno desde la línea de fondo hacia media cancha; estas tareas suelen corresponder a escoltas y aleros. Sin embargo, un jugador alto puede aprovechar los ejercicios en los que se practican estas tareas. Las acciones necesarias para manejar el balón y defender el avance son exactamente las maniobras que hemos tratado en este capítulo: aceleración, parada repentina y cambios de dirección. Lo que hace que esta actividad en particular sea tan valiosa, especialmente al contrarrestar para atacar, es que hace que el jugador se mueva superando su velocidad de maniobra, con lo que pierde el equilibrio y no controla el balón. Los jugadores tienen que trabajar para mejorar su control a estas nuevas velocidades. Un espíritu competitivo y la práctica continuada se traducirán seguramente en el aumento de la velocidad de acción individual.
Los entrenadores han de hacer que todos los ejercicios sean de alta intensidad. Cuando a los jugadores no se les permite “ir revisando los movimientos”, sino que se les anima a hacer todas las maniobras como si estuvieran jugando un partido contra el campeón del año anterior, la velocidad de acción aumenta de forma proporcional. En otras pala-bras, los entrenadores tienen que aprovechar cualquier oportunidad para poner a prueba la velocidad de acción.
La velocidad de maniobra es la tercera parte del trío de prerrequisitos para un pívot. La mejora del equilibrio permite que también mejore el juego de pies, y la mejora del juego de pies facilita que un jugador pueda aumentar su velocidad de acción. Ahora llega el momento de enseñar a los jugadores a emplear el equilibrio, el juego de pies y la velocidad de acción para abrirse para recibir el balón.