Читать книгу Predicando desde la tumba - Phodidas Ndamyumugabe - Страница 7
Reconocimientos
ОглавлениеVarios amigos me motivaron a escribir esta historia porque sentían que animaría y fortalecería la fe de los creyentes por todo el mundo. Muchas personas han contribuido de diferentes formas para que este libro sea una realidad. Me gustaría agradecer al Dr. Zvandasara Nkoziyabo, quien me motivó a escribir y aceptó ser coautor de la primera versión de mi testimonio. Un agradecimiento especial al Dr. Verlyn Bendon y a Anita Benson por su ánimo y apoyo, que realmente necesité para producir esta historia.
También quiero agradecer a Donald Macintosh, mi pastor en la Iglesia Adventista de Weimar, por su apoyo moral y las diversas formas en que me ayudó. Quisiera expresar mi gratitud a otros amigos del Instituto Weimar y de otras partes, que contribuyeron también. Me han brindado apoyo moral, han leído y presentado el libro, y hay colaborado en la edición y el diseño del libro. De forma especial, agradezco a Trina Feliciano, quien incansablemente dedicó tiempo de calidad y en cantidad para editar el manuscrito.
Quisiera agradecer además a los ruandeses que dieron testimonio de su certeza de que todos los seres humanos merecen amor, porque Dios los creó a su imagen. Esto incluye a soldados del FPR y a algunos hutus que sacrificaron todo intentando salvar vidas. Ellos llegaron a ser instrumentos en las manos de Dios, trabajando para rescatar víctimas de las garras de los asesinos, y para restaurar la paz y la unidad entre los ruandeses.
No puedo olvidarme de agradecer a los líderes en Ruanda que, durante las últimas dos décadas, han trabajado con mucho esfuerzo para restaurar y mantener la paz. Han alentado la unidad, la reconciliación y el amor entre la gente de Ruanda. Los líderes gubernamentales y religiosos han realizado la casi imposible tarea de unir a todos los ruandeses como un solo pueblo, a pesar de lo ocurrido en el país.
Finalmente, digo: ¡A Dios sea la gloria por todo lo que ha hecho! Si el Señor no hubiera estado ahí cuando los hombres buscaban terminar con mi vida, estaría descansando en una tumba. Pero alabado sea el nombre del Señor, quien me permitió salir de mi tumba, vivir más años y escribir esta historia sobre sus promesas eternas. Mi ayuda está en el nombre del Señor, creador del cielo y de la Tierra (ver Sal. 124).