Читать книгу Colombia, mi abuelo y yo - Pilar Lozano - Страница 9

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Mi abuelo se llamaba José. Para mostrarle mi cariño, yo le decía Papá Sesé o viejo.

Fue un hombre tierno y muy sabio. A veces también un poquito cascarrabias. Así son todos los abuelos. Pero él tenía algo especial: era muy curioso y un gran aventurero.

Lo que más recuerdo son sus ojos. Parecían los de un niño pícaro y travieso. Siempre usaba un sombrero blanco como su barba, un par de botas de caucho y un pantalón descolorido.

Mi abuelo era como un topo. Todo lo hurgaba. Pertenecía a esa clase de hombres que no se contentan con saber las cosas de oídas; tenía que conocerlas. Si le hablaban del barro, no descansaba hasta embadurnarse con él. Solo así se sentía satisfecho.

Leía mucho, caminaba mucho, viajaba mucho. Todo lo estudiaba y lo observaba. En sus bolsillos siempre cargaba una libreta en la que iba tomando apuntes.

Le hubiera gustado nacer en el siglo XIX, haber sido uno de los hombres que ayudó a abrir montañas para dar paso a los caminos, o arriero de esos que andaban en largas travesías por laderas, picos y valles.

Se sentía orgulloso de conocer su país de norte a sur y de oriente a occidente. “Viajé por ríos y montañas. Solo me acompañaban las constelaciones que me servían de guía”, decía. Amaba las estrellas. La astronomía fue una de sus grandes pasiones. Ya viejo aprendió a usar Internet; dedicaba largas jornadas a navegar por el ciberespacio.

Al morir me dejó un baúl. En él encontré un globo, un telescopio, mapas, libros, fotografías, brújula, escuadra y compás, una plomada, libretas y papeles sueltos repletos de notas. Además, una lista de sus páginas web preferidas. En ellas investigó, en sus últimos años, tratando de descubrir los misterios del universo.


El medio ambiente fue otra de sus grandes pasiones y el calentamiento global, uno de sus dolores de cabeza. “Deberíamos aprender de los indígenas el respeto por la naturaleza”, insistía. Si viviera aún aplaudiría a Greta Thunberg y a todos los jóvenes que, en el mundo entero, exigen a los líderes cuidar “nuestra casa”. Y se hubiera multiplicado su interés por el tema después de ver al mundo paralizado por culpa de un virus.

Colombia, mi abuelo y yo

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