Читать книгу Qué salvará al mundo. Poesía, prosa - Протоиерей Олег Штельман - Страница 6

Poesía
Bautismo de Jesús

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El mar ha visto y ha huido, el Jordán se ha vuelto…

Dios mandó que el profeta

El pueblo bautice en el río,

Que avise al planeta

Y se deshace de lo sombrío.


Como un trueno en desierto.

La palabra llegó a la gente:

«El reino de Dios se ha abierto

Para esclavo y para gerente.


Camino abierto a todos,

Si con silencio son amigos,

Si no tienen ningunos apodos,

Si de la alteza son los testigos.


Arrepintiéndonos en puro,

Confiándonos en el Señor,

Sigámoslo con dignidad, seguro,

Multiplicando su amor.


Nadie anda desbocado

Por el camino hacia Dios.

Con agua del Jordán lavado

Dile gracias y adiós.


No te opongas al destino

Con tu astucia y marullo.

La verdad sea tu camino,

Y olvida del orgullo.


Árbol cortado con hacha.

Árbol sin frutos ni flor,

Cortado con ira y racha,

Quemado su exterior».


La gente apuntó en cola

Al río desde todos los lados,

Y él con diestra sola

Promulgó las leyes dadas.


«Con agua os bautizo,

Pero el que tras está,

Bautizará con vis macizo,

Su bendición ofrecerá.


Porque yo soy soldado mero,

Preparo su camino bien.

Y una cosa la que quiero —

Servirle de sostén.


Él toma pala en su mano,

Por limpiar de todo, recoger

El trigo como ser humano,

Luego la paja componer».


Al otro día San Juan

Notó el porvenir de Cristo:

«Aquí está, con su afán

Por todas partes visto.


El gran Cordero en persona viene

Sacrificar su cuerpo, corazón.

Al levantarse, se empeñe

En seguir con su función».


Señor se acerca al profeta,

Se agacha en resignación:

«Hijo mío, cumple con tu meta,

Educa toda la nación».


Profeta toca al Cordero

Se mete en las aguas de cristal.

Tomó pecados, Cristo mero

Oyó la voz fundamental:


«Tú eres mi amado hijo,

Para todos un placer».

El Padre lanza el crucifijo

Y su señal al amanecer.


Volando cerca del Señor

Con alas blancas de paloma,

Luciendo rayos de color,

Detrás de nubes se asoma.


La naturaleza toda consternada,

Al ver el fin divino,

Las aguas paradas,

Fluyendo a otro destino.


Y el mar salió de su boca

A ver lo que pasó.

Vio solo una roca,

Por eso se huyó.


Le miraron con respeto

Los testigos del milagro,

Dispuestos a seguir el reto

A pesar de su sabor amargo.


Y San Juan en voz aguda

Rompió el silencio pesado:

«Él me mandó, no tengáis duda,

A revelar secreto elevado.


Al Espíritu Santo lo he visto,

Se cernía por encima.

Lo predijo Jesucristo.

Su palabra nos anima.


Ahora tengo que partir,

Él ya está en su camino,

Mi propia ruta quiero elegir,

Seguir mi propio destino».


Qué salvará al mundo. Poesía, prosa

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