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PREFACIO
ОглавлениеEn ocasiones a la teología histórica reformada se le llama teología del pacto. Es verdad que hay un enfoque en los pactos dentro de la teología reformada. Sin embargo, nunca he apreciado mucho este apodo porque creo que todas las ramas de la teología, hasta cierto punto, reconocen la importancia de los pactos bíblicos para comprender la redención. En otras palabras, los pactos forman la estructura básica de la historia de la redención.
La función principal de los pactos en la historia de la redención es la relación entre promesa y cumplimiento. Nosotros existimos como el pueblo de Dios porque Él ha hecho y ha guardado las promesas a Su pueblo. Podemos ser parte de la familia de Dios solo porque nuestro Dios hace y guarda pactos. Dios nunca rompe ni cambia Sus promesas. Son promesas eternas con las que Dios se ha comprometido para siempre. Por ejemplo, cuando María, bajo la influencia del Espíritu Santo, cantó su Magnificat, declaró que Dios había recordado la promesa que le había hecho a Abraham (Lucas 1:54-55). María entendió su lugar en la historia de la iglesia en términos del cumplimiento de un pacto.
Lo más difícil en el mundo para el cristiano es vivir por fe y no por vista. Es difícil porque nunca vemos a Dios. No fuimos testigos presenciales de la resurrección, como lo fueron los apóstoles del primer siglo. Vivimos sobre la base del testimonio de aquellos que nos precedieron, lo cual significa que debemos caminar por fe. Somos justificados por la fe, y eso significa confiar en la Palabra de Dios. Sin embargo, una cosa es creer en Dios —creer que hay un Dios— y otra cosa es creerle a Dios. Pero la fe viva implica confiar en las promesas de Dios.
Incluso cuando todo lo que nos rodea parece dar testimonio de la vanidad de nuestras vidas, haciendo que perdamos la esperanza, nos encontramos en una relación de pacto con Dios. Por lo tanto, somos personas que viven por la confianza en Sus promesas. Nosotros rompemos las promesas que hacemos a otros. Rompemos nuestras promesas a Dios. Pero Dios nunca rompe Sus promesas hacia nosotros. A lo largo de la historia, Dios ha demostrado que Él es sumamente confiable. Por eso, en cierto sentido, nada podría ser más tonto que no confiar en las promesas de Dios.
Espero que este libro sobre los pactos bíblicos de Dios te ayude a confiar en todas las promesas de Dios. Adoramos y servimos a un Dios que hace pactos y que guarda los pactos, y Él es digno de toda nuestra confianza.
—R. C. SproulSanford, Floridaseptiembre de 2012