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No diré nada nuevo si afirmo que la creación de las mujeres desde sus orígenes hasta hoy día se encuentra a la enorme sombra de la literatura creada por los hombres. Esta situación se dio por la milenaria dominación del principio masculino en todas las esferas de la vida. Sin importar las latitudes en las que viviéramos las mujeres, ni los sistemas sociales o periodos culturales y artísticos en los que creáramos, tenemos «garantizada» la posición de outsiders y, en ese sentido, Serbia no es una excepción. El principal papel secundario es como define la posición de las mujeres una de las poetas de esta selección, Marija Midžović. Sin duda, hemos sido y, hasta cierto punto, seguimos siendo hijastras de la literatura. Pero, ahora, al menos sabemos que nuestra zapatilla eventualmente perdida no la encontrará ningún príncipe. Por eso nos compramos los zapatos nosotras mismas.

No obstante, aunque nuestra lucha por un trato de iguales en la literatura y por el respeto a nuestra disimilitud aún perdura, tenemos que admitir que a diferencia de otros tiempos nos hemos hecho más visibles; ya no andamos «de puntillas», como dijo en un texto Toni Morrison. Definitivamente, «Vamos llegando, nos vamos multiplicando […] nuestro pie está en la puerta, venimos por lo nuestro», escribí en el poema La nueva estirpe.

Sin embargo, no debemos olvidar cómo fue antes y lo que debemos a nuestras antecesoras. La primera feminista y poeta serbia, Draga Dejanović (1840-1871), escribió el verso «Soy mujer, pero me atrevo». Si esta poeta lo escribió hace un siglo y medio, por qué algo habría de impedirnos hoy realizar nuestra originalidad por completo.

Breve historia de la poesía femenina serbia

En el canon literario serbio del periodo comprendido desde el siglo XIV hasta mediados del siglo XX existen sólo siete poetas mujeres en contraste con un sinnúmero de poetas hombres, lo que desde luego no es exclusivo de Serbia, ya que algo parecido ha ocurrido en la mayoría de las culturas. En el siglo XIV, el canon poético serbio registra a dos poetas, la monja Jefimija, considerada la primera poeta serbia, y Jelena Balšić, hija del duque Lazar. La monja Jefimija quedó recordada por tres obras oratorias que había bordado: una en el reverso de un ícono, otra en una cortina de palacio y la más famosa, «Elogio al duque Lazar», como mortaja para el duque. Jelena Balšić se reconoce como poeta por tres epístolas, de las que sólo una está preservada en su totalidad.

Del siglo XIV al XIX, no tenemos registrada ni una sola poeta porque Serbia estaba bajo el Imperio otomano. En esos tiempos, florece la literatura popular oral, que además de la poesía épica (generalmente creada por los hombres) abarca también la poesía lírica, que componían mujeres anónimas. En el siglo XIX, con el despertar de las ideas nacionales-románticas y la liberación de los estados serbios, se desarrolla el romanticismo en la literatura. En esa época, la poesía de fuerte carga nacionalista la escribe Milica Stojadinović Srpkinja (1828-1878), la trágica heroína de la poesía femenina serbia que, después de la gran fama y aceptación de las eminencias literarias de aquel entonces, acabó su vida mendigando en las calles de Belgrado. En memoria de ella, en 1978 se estableció el premio literario que lleva su nombre, el cual a partir de 2009 se otorga exclusivamente a las poetas, gracias a la influencia de una presencia femenina cada vez mayor y más importante en la escena literaria.

A principios del siglo XX y entre las dos guerras mundiales, hay cuatro poetas importantes, Danica Marković (1879-1932), Jela Spiridonović Savić (1890-1974), Anica Savić Rebac (1892-1953) y Desanka Maksimović (1998-1993), esta última cubriendo con su creación todo el siglo XX. Ella es la más importante (y más querida) poeta serbia que, aún en vida, se volvió legendaria y sinónimo de poesía.

Después de la Segunda Guerra Mundial y un breve periodo de literatura socrealista, en la poesía serbia de los años cincuenta se da un segundo periodo modernista con la aparición de los primeros libros de Vasko Popa y Miodrag Pavlović. En los años sesenta, regresa a la escena, para no irse prácticamente nunca de ella, el neosimbolismo como la corriente literaria más apoyada por parte de los influyentes críticos y teóricos literarios académicos. A la par crean los poetas de orientación modernista, del medio urbano y de sensibilidad moderna, entre los que aparece la poeta Mirjana Stefanović (1939); ella que introduce ese espíritu en la poesía femenina. En los setenta, regresa a la escena la neovanguardia (que existió como movimiento vanguardista entre las dos guerras mundiales), dentro de la cual se inscriben también dos poetas de nacionalidad húngara: Katalin Ladik, que escribe en húngaro, y Judita Šalgo, que escribe en la entonces lengua serbocroata. Katalin Ladik se afirma como poeta que elimina el tabú del género y la sexualidad; las dos poetas participan en prácticas poéticas experimentales y multimedia. A principios de los ochenta, dentro de la corriente poética llamada verismo (interpretación crítico-satírica de la realidad social, que usa como medios poéticos más frecuentes la ironía y el humor, lo grotesco y el absurdo), atraen una mayor atención Radmila Lazić, Ljiljana Đurđić, Mirjana Božin, Tatjana Cvejin… A finales de los ochenta, destacan varias poetas con sus primeros libros de elevado modernismo, entre los que se encuentran Marija Knežević, Nina Živančević, Ivana Milankova, Snežana Minić, Jelena Lengold y otras, aunque en la siguiente década cada una desarrollará su propia poética. En el posmodernismo aparecen una imagen desintegrada del mundo y la deconstrucción del sujeto –que ya no tiene la postura firme de un yo omnisciente–, la desestabilización del sentido, la voz fragmentaria, citas, paráfrasis… Es en los noventa bien avanzados y el final del siglo XX cuando llegan a la escena poética Danica Vukićević, Marija Midžović, Ana Ristović, Jasna Manjulov, Jelena Marinkov…; y luego, en el nuevo siglo, también Dragana Mladenović, Vladislava Vojnović, Milena Marković, Maja Solar, Ana Seferović y otras.

La poesía femenina serbia contemporánea

Un momento notable para la literatura femenina en Serbia es la fundación de la primera revista de literatura y cultura femenina ProFemina, en 1994, creada con la ola del movimiento feminista y antibelicista en Serbia, en la época de Slobodan Milošević y las guerras suscitadas en el espacio yugoslavo (1991-1995). La fundan y editan la socióloga Svetlana Slapšak (que entonces vivía en Liubliana), Radmila Lazić, poeta, Ljiljana Ðurđić, prosista, y Dubravka Đurić, poeta y teórica, quienes viven en Belgrado, sede de la revista. ProFemina trae un cambio revolucionario a la escena literaria en cuanto a la comprensión y trato de las autoras.

En ese tiempo también se crean la revista teórica Estudios femeninos, luego renombrada Género, y después las casas editoriales Feministička 94 (La 94 feminista) y Plavi jahač (Jinete azul). Con la publicación de la antología de poesía femenina contemporánea Mačke ne idu u raj (Las gatas no van al paraíso, de mi autoría) en 2000, se confirman los cambios cada vez más presentes en la escena literaria, de modo que la literatura y escritura femeninas se vuelven en el nuevo milenio términos literarios válidos. En 2004 aparece otra antología, Diskurzivna tela poezije (Los cuerpos discursivos de la poesía), editada por Dubravka Ðurić en coautoría con algunas de las poetas de la generación más joven en ese entonces. A la par sale a la luz la antología del cuento femenino contemporáneo Ženski kontinent (El continente femenino), cuya autora es Ljiljana Ðurđić. Con eso, nuestra misión fue completada y las posteriores críticas y teóricas literarias se han continuado, primero, con la introducción de Estudios Femeninos en la Universidad de Belgrado y, después, mediante la revista online Knjiženstvo y AŽIN (Asociación para la Iniciativa Femenina, por sus siglas en serbio).

En la actual escena poética femenina están presentes poetas de distintas generaciones y poéticas. Pese a ese pluralismo poético, se aprecian dos corrientes paralelas de poesía femenina: la de orientación tradicionalista, que en gran medida imita estrategias de escritura canonizada; y la otra, formada por poetas de expresión modernista y posmodernista, presentadas en esta antología. No obstante las poéticas y estrategias de escritura de estas poetas, mi selección personal se basa en el principio de que un poema tiene que decir algo o dirigirse a alguien. Simplemente, la poesía tiene que estar viva y no ser materia de papel. No debe estar sorda respecto del mundo que le rodea. Tampoco muda para el Otro y el distinto.

Lo que es común a estas poetas es la ausencia del «complejo órfico»; ellas no hablan desde la postura del Predicador y sacerdote de la poesía, ni en nombre de una Verdad eterna o un Principio universal. Tampoco hablan en nombre del colectivo, de la nación o una ideología. La expresión de la identidad subjetiva y no colectiva es su campo de diferenciación de la tradición masculina. Ellas hablan desde la experiencia femenina (ya sea de fémina o de feminista, del mismo sexo o de uno ambivalente) y desde la posición del sujeto que escribe, un sujeto concienciado (pero no omnisciente), y su posición en el mundo, en la sociedad, en la cultura… Estas poetas escriben sobre lo que les concierne y no sobre lo que debe concernirles (canon, historia literaria, ideología, estatus…). Además, establecen una relación crítica con la tradición y los mitos del pasado, los mitologemas de la cotidianeidad, la cultura, la subcultura, la ciencia y la teoría.

Aparte de la experiencia literaria, poseen la experiencia de la opresión, de la guerra, de la transición, del exilio, así como la experiencia del amor, de la maternidad y la «hijaldad», de la frustración, la indignación, las pérdidas, la zozobra y el temor, la esperanza, la empatía con el Otro, del encantamiento y la fascinación por lo diferente… Eros y Tánatos, autoerotismo, identidad ambivalente o no homogénea, sujeto completo o variable…, el habla del Ser, el habla del Cuerpo o el habla de la Lengua. Todo eso está inscrito en la poesía de estas autoras.

RADMILA LAZIĆ

NINA ŽIVANČEVIĆ. Posee una rica biografía artística y su obra abarca poesía, prosa, teatro, performance y otras actividades relacionadas con las prácticas artísticas de la neovanguardia. Colaboró con los poetas beat y los de la Escuela de Nueva York, con The Living Theater, así como con filósofos y lingüistas franceses. Su poesía es comunicativa. Dispone de una rica erudición poética y diversificación asociativa, la capacidad de percepción verista y de descripción de escenas y ambientes de distintos segmentos de la vida, desde lo cotidiano y trivial hasta lo sublime de elevada lírica. La metatextualidad y referencias culturológicas, literarias y filosóficas están presentes en su poesía a la par que el lirismo subjetivo. En los últimos años escribe poemas largos, de compromiso crítico con respecto a la organización globalizadora del mundo, los cambios y los defectos del régimen capitalista liberal, los cuales por su extensión no figuran entre los seleccionados.

SNEŽANA MINIĆ. La primera parte de la trayectoria literaria de esta poeta (que incluye tres libros) está marcada por las imágenes urbanas inusuales y fantasmagóricas, y escenas de una realidad desintegrada. En los años noventa (durante las guerras de la ex-Yugoslavia) se va con su familia a Alemania. Allí inicia una fase nueva de su creación y su expresión poética se vuelve narrativa. Escribe poemas en prosa, Nemačke pesme (Poemas alemanes), en los que su mundo poético se literaturiza a través de viajes reales y mentales, eventos reales e imaginados, y escenas de obras literarias y artísticas. La posición nómada del sujeto lírico en este libro habla del tambaleo del mundo real y de la necesidad de encontrar estabilidad en el mundo de la literatura y la imaginación. En su último libro, Zlato i srebro (Oro y plata), la poeta regresa al verso y habla desde la perspectiva del sujeto lírico, colocado en la posición de persona desplazada en busca de refugio, el que encuentra solamente en la lengua y en el recuerdo, regresando poéticamente al terruño, a las reminiscencias de la infancia, la familia, los ancestros y la poesía popular oral. Con este libro alcanza la madurez poética completa.

JELENA LENGOLD. Apareció en la escena poética en los años ochenta del siglo pasado entre las poetas de orientación modernista. Se distinguía de sus coetáneas por la excepcional riqueza lingüística, la fluidez y sensualidad de las palabras que trazaban el erotismo del texto. Tenía la habilidad de crear imágenes particularmente emotivas y erotizadas, pero también fantasmagóricas y sobrenaturales. De ese periodo es su asombroso poema «Passion». Tras varios libros de poesía transita a la prosa y alcanza gran éxito como prosista. No obstante, veinte años después de publicar su último poemario, en 2011, publica el excelente libro de poemas Bunar teških reči (El pozo de palabras pesadas). Su expresión poética experimentó un cambio. El lenguaje se volvió más económico, depurado, conciso y soberano. A sus temas constantes de relaciones de pareja entre el hombre y la mujer añadió otros –situacionales, cotidianos, pero también eternos– como el amor, el envejecimiento y la reflexión sobre la muerte.

DANICA VUKIĆEVIĆ. Su poesía se caracteriza por la fragmentación y una imagen desintegrada del mundo. La estructura de su verso no está normada, ya que escribe poemas de forma abierta y del «quiebre de la lengua». Su expresión poética se ve intensificada por una tensión constante entre el «yo» lírico y el mundo amenazante. Sabe dar un sentido superior a escenas y eventos aparentemente muy comunes y cotidianos. Además, posee la capacidad de devolver el sentido primigenio a las palabras poéticas «desgastadas», a los así llamados lugares comunes (vida, amor, muerte…). El apremio y el desasosiego de su expresión poética se esfuerzan constantemente por abarcar la totalidad de la existencia, lo que hace de su poesía un lugar sumamente emocionante para seguir imaginando. En el centro de su creación está el mundo marginado de expectativas frustradas. Un campo temático particular en su poesía lo ocupan el mundo y la experiencia femeninos, así como la relación entre mujeres parientes (como en su «pariente poética» Louise Glück), lo cual es una novedad en la poesía femenina serbia.

MARIJA MIDŽOVIĆ apareció relativamente tarde en la escena poética. Sin embargo, después de tan sólo dos libros se volvió una figura reconocible, inusual de la poesía. Su voz poética es fragmentaria, de aliento breve, semánticamente dispersa. El mundo de su poesía es un mundo virtual, de espectáculos, fantasmas posmodernos, cultura popular, sexualidad y erotismo, lo que le otorga una aureola de exclusividad. Su inventario poético abarca mitologemas de la sociedad de consumo, la industria del cine, la subcultura, la literatura… El sujeto lírico de Marija Midžović es de una identidad inestable, múltiple y cambiante, con lo que cuestiona los roles diferenciados de los sexos. Su escritura es la expresión de una femineidad posmoderna «no castrada», que en el «travestismo de la historia» ve la posibilidad de la autorrealización.

MARIJA KNEŽEVIĆ. Una poeta importante que ha sido más traducida que premiada en Serbia. La peculiaridad de su poesía son los largos poemas-ríos, cada uno con su curso único, sin embargo, reconocible, teñido de melancolía. La estructura de sus poemas tiene múltiples capas. Buscando sentido en todo a su alrededor, a veces es descriptiva, a veces didáctica, pero eso nunca afecta al ritmo y al inusual carácter melodioso de su poesía. Ésta se desarrolla por medio de mitologemas de lo cotidiano, encontrando en ellos verdades fundamentales y universales. Aparte de un lirismo indisputable, esta poeta posee el don de las paradojas y de la condensación aforística de la reflexión en forma de mensajes o enseñanzas que revelan el sentido de todo el poema. En el centro de sus cantos está el sujeto lírico que habla la «lengua del deseo». Ella pertenece con certeza a la «estirpe poética del amor», como Neruda o Lorca, en cuyos poemas, sin importar de lo que traten, late el «corazón de amor»; no obstante, eso no la priva de la posibilidad de crítica.

JELENA MARINKOV. El mundo poético de esta poeta es el mundo hiperrealista de las formas irreales de existencia. Tal vez un mundo futuro, compuesto por imágenes míticas, visiones del porvenir, signos de civilización tecnológica, héroes y heroínas de comics, cuentos de hadas, la subcultura…, compuesto de micromundos que no estriban en nuestra noción del mundo. Podríamos decir que se trata de un mundo posterior al fin de la utopía. Su obra pertenece a la poética de la indefinición. La estructura lingüística de sus versos no es convencional, las palabras están liberadas de la obligación de expresar y representar, no forman un discurso completo. El sujeto poético está desmigajado, su identidad es inconsistente, nómada. Junto con Marija Midžović y Maja Solar, Jelena Marinkov representa un importante polo discursivo de la poesía femenina posmoderna; podemos considerarlas predecesoras de una ola grande de poetas que aparecieron después del 2000, de las que pocas permanecieron fieles a este discurso; la mayoría dejó de escribir poesía, dedicándose al trabajo teórico.

DRAGICA STOJANOVIĆ es una auténtica lírica. Habla desde la posición de la mujer y de su experiencia en un entorno social patriarcal, sin socavar los roles natos estables, sino mostrándolos tal como son en la realidad, con lo que de hecho los desenmascara. El «yo» lírico y el «yo» poético son lo mismo en sus poemas, por lo cual no sorprende que iguale la poesía con la vida. Su poesía es neorromántica, con una tonalidad de escala menor y voz melancólica. Sabe articular el estado y la emoción líricos, situándolos inequívocamente en una determinada puesta en escena, por lo general rural (como Emily Dickinson), pero aun cuando usa artefactos contemporáneos, éstos no disminuyen la pátina de antigüedad del poema lírico.

DEJANA NIKOLIĆ es una figura poética singular en esta selección. La fusión de lo tradicional y lo moderno da un sello poético especial a su poesía. Sus poemas son de expresión condensada, breves y concisos, dan la impresión de algo camerístico. En un mar de poetas narrativas y de poemas largos, ella destaca formalmente. El mundo del que habla es temáticamente diverso. El encanto de su poesía radica en la lengua y en los significados que ésta conlleva de manera discreta, sin la intención de estar subordinada exclusivamente al sentido. Su léxico es excepcional, el sonido de sus palabras es claro y agudo. Lo que la distingue de las demás también es el atrevido giro del pensamiento, que expande el campo significativo, lo que a menudo consigue con el uso inesperado de aforismos, dichos o versos de la poesía popular. Así se da un choque de mundos de distintos significados que tiene un efecto sobre el sujeto lírico, pero también en el lector, a modo de epifanía.

VLADISLAVA VOJNOVIĆ. He aquí una mujer inteligente, sagaz, intransigente y demandante, y una autora multifacética (escribe poesía, prosa y literatura infantil, hace cine…). Así es también su poesía, siempre por qué y siempre en contra. A ella no se le puede poner un bozal, está en contra de las convenciones y normas establecidas, ya sean sociales, ideológicas, de género…, en contra de principios religiosos, dogmas y dictados, autoridades falsas, jerarquías, mediocridades, hipocresía, pequeña burguesía… Su poesía es, antes que nada, un asunto mental, un acto voluntario de no aceptación y resistencia, es decir, subversiva. Los poemas tienen una estructura narrativa, son retóricos, a veces demasiado, pues escribe poemas cada vez más largos. El discurso poético está marcado por la ironía y auto-ironía, sarcasmo, incluso cinismo, con los que socava, refuta y desenmascara las leyes patriarcales y tabúes no escritos. Su poesía representa el acto de una femineidad emancipada y concienciada.

ANA RISTOVIĆ. Es una poeta de cambio. Su obra, que consta de diez poemarios, ha experimentado varias fases poéticas distintas. Los dos primeros libros estaban marcados por la herencia simbolista. Su transformación se ha reflejado también en el uso del material lingüístico, el cual en los primeros dos libros estaba lleno de imágenes y visiones de un mundo revestido de fantasía, mientras que en los siguientes dos libros, Zabava za dokone kćeri y Život na razglednici (Diversión para las hijas ociosas y La vida en una postal), entra en el mundo de la realidad y de una acentuada subjetividad, en donde el sujeto poético atraviesa diversas situaciones y eventos. Estos poemas reflejan la experiencia femenina de la vida en pareja y la sexualidad, pero también la experiencia del sujeto sacado de su lugar de residencia, clima y lengua. El erotismo y autoerotismo en la obra de esta poeta representan una contribución valiosa a la destabuización de la sexualidad femenina. En los últimos libros, el foco de su poesía se traslada de una vivencia del mundo subjetiva a la descriptiva. Al decidirme por el periodo intermedio de la obra poética de Ana Ristović quise destacar la parte temática de su creación que hacía falta en el escenario poético general de Serbia.

NATAŠA ŽIŽOVIĆ. Hasta ahora ha escrito sólo dos libros de poesía, no obstante, éstos han bastado para que entrara en las antologías más recientes de la poesía serbia. Su poética se caracteriza por la imagen del mundo desintegrada y el sujeto no homogéneo. Su mundo poético, aunque posiblemente reconocible, es intrigante y provocativo. Es una amalgama de lo posible e imposible. Los elementos opuestos de la realidad en su poesía hacen que el poema se vaya deslizando por el mismo borde del idioma y del sentido. La intertextualidad no es rara en su poesía; al contrario, además de las referencias literarias, ella incorpora en sus poemas las partes originales de la poesía de Edgar Allan Poe o Wordsworth, lo que expande su campo poético tanto en el sentido formal como significativo. La apertura lingüística y la jugabilidad de sus versos son particularmente seductoras.

MILENA MARKOVIĆ. Es una poeta que no da importancia a las reglas y poses poéticas, las normas y convenciones o lo políticamente correcto. Su poesía es pseudoconfesional, donde el yo lírico y el yo empírico son lo mismo, pero eso no significa que sólo hable de sí misma, sino que habla desde sí misma. Su discurso poético es vivaz y sugerente, compuesto del material crudo, sin embellecimiento, emocionante e irrestricto, salvaje. Habla la lengua coloquial, la lengua de la calle. En ella no existe la autocensura en términos de temas, motivos y léxico. Es profundamente personal y no lo oculta. Todo en ella se basa en la postura y la fe en la veracidad del acto. Sus baladas blues hablan el idioma de las emociones. Ella tiene sensibilidad para la gente marginada, para los pobres, perdidos, desconsolados… La escena del poema «Gigante» es una de las más eróticas en la poesía serbia. En este momento, es la poeta contemporánea más popular y ha influido en poetas de generaciones posteriores.

ANA SEFEROVIĆ. Es una poeta que ha ido cambiando paulatinamente de un libro a otro. Perteneció a un grupo de poetas vinculadas a la escuela de poesía de Ažin, pero no siguió sus postulados, que se inspiraban en los poetas del lenguaje norteamericanos, sino que tomó su propio camino usando medios lingüísticos reducidos, «imágenes congeladas», hasta emplear, en el último de sus cuatro libros, Materina (Materna), el procedimiento narrativo-fragmentario, escribiendo poemas de formas indentadas. Este libro se puede leer también como una moderna epopeya, compuesta de una serie de poemas narrativos de realidad mitologizada e imágenes utópicas extrañas y sensuales de mundos-no mundos. El sujeto lírico en su poesía no es consistente sino transformativo, «flotante», cambiante por naturaleza. El lenguaje ya no es desnudo ni económico, sino de una percepción rica y capaz de abarcar distintos mundos en su no-linealidad temporal. El último poema de esta selección pertenece a su libro Materina.

DRAGANA MLADENOVIĆ es una figura poética autóctona, comprometida y de carácter subversivo. Tiene interés por destinos humanos particulares, por fenómenos y situaciones sociales al estilo de un prosista, el cual, con realismo y de manera casi documental, escoge y presenta el reverso de los fenómenos que tenemos ante nosotros. Su modo, con su desnudez, desenmascara tanto el ámbito patriarcal y familiar como las desviaciones y deformaciones sociales. Ella introduce en su poesía la realidad cruda, nada poética, la vida sencilla de la gente común, hablando por ellos desde la perspectiva del héroe o de la heroína literarios. Insiste en lo no atractivo, inaceptable, feo, bizarro…, sin utilizar adornos lingüísticos ni decoración poética. Por eso, sólo ella puede decir «No hay nada de poesía en eso», porque no la hay, ya que alrededor nuestro están las guerras, el nacionalismo, la tortura, la discriminación, el feminicidio (Femicit i druge pesme, Femicidio y otros poemas, es su último libro). Es valioso para cualquier cultura tener una poeta como ésta.

MAJA SOLAR ha logrado desarrollar una personalidad poética propia, basada en el hipertexto y la multidiscursividad. Hoy es, desde luego, la figura poética más radical, que ha construido un nuevo paradigma poético, el cual podría llamarse discurso poético interpretativo. Un camino natural para ella siendo filósofa de formación. Al mezclar el discurso de la teoría (política, feminista, filosófica…) con el de la poesía, se produce en el cuerpo mismo del poema una tensión multidiscursiva y la desestabilización del significado. En Maja Solar, el sujeto de la escritura y el sujeto del poema (ya sea transformativo o heterónomo) están en constante traslape y, a la vez, en un intento de superarse mutuamente, lo que otorga a sus poemas una estructura textual vibrante y erotizante. Si a eso agregamos que sus textos/poemas son gráfica y visualmente inusuales, tenemos como resultado una subversión múltiple: en el plano de la forma, de la estructura y del significado. La socavación de convenciones literarias y de jerarquías políticas, sociales, ideológicas, nacionales, sexuales (y natas) establecidas es lo que representa el compromiso continuo de Maja Solar y de su praxis textual.

ČARNA POPOVIĆ, aunque es la más joven de las poetas seleccionadas, ya ha pasado por una fase poética de enfoque no convencional y lúdico del mundo, así como por la escritura-exploración de la sexualidad y los roles natos. Ahora escribe poesía no narrativa con recursos minimalistas, tratando de percibir lo de detrás y lo de dentro de una escena, una situación o un evento. Son momentos personales, íntimos, casi de epifanía, cuando el yo lírico descubre el sentido en lo no sucedido, lo insensato, lo invisible, en aquello que no está expuesto a la descomposición, con una sabiduría casi chamánica. Si aún estamos viviendo la época posmoderna, entonces es posible que en ella reactualicemos algunas de las prácticas poéticas anteriores. Basándonos en la última fase poética de Čarna Popović, podríamos denominar su poesía como el lirismo posmoderno de tipo reflexivo. Pero creo que eso no es su última res-puesta poética.

Ligera vuela la sombra

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