Читать книгу Tu Mañana empieza Hoy - Rafael González - Страница 13
ОглавлениеSuperar los miedos
“Todo lo que deseas,
está al otro lado de tus miedos”
Los miedos, a menudo nos bloquean e impiden que avancemos hacia nuestros sueños... por ese motivo será primordial saber cómo afrontarlos y qué hacer para vencerlos. ¿Cuántas veces has querido ir tras un objetivo, probar un mejor empleo, o intentar una nueva relación afectiva, pero no lo has hecho por temor a lo que ocurra después?
Hace ya un tiempo, llegué a la conclusión que todos los trastornos existenciales que nos perturban, ineludiblemente tienen su origen en algún infundado temor. Es infinita la variedad de miedos que existen, y también es difícil de explicar las diversas sensaciones que ellos nos provocan. El miedo es un enemigo invisible, una especie de virus que nos ataca cuando estamos con un bajo poder de optimismo o autoestima para contrarrestarlo. El miedo a perder algo que poseemos, o alguien a quien queremos, es uno de los temores más recurrentes que afligen al ser humano. Ante el alejamiento o la pérdida de un ser querido, de un empleo, o de nuestra salud, sentimos que todo nuestro universo se desmorona, y el miedo a cómo seguir, qué hacer, o por dónde ir, se adueña de todas nuestras emociones.
No hay que tener miedo a sentir miedo, porque el mismo funciona como una alarma que se enciende ante un peligro inminente. Esa molesta alerta que se dispara no es para que nos “asustemos o inmovilicemos”, sino todo lo contrario, cumple el rol de advertirnos que algo no está bien, para que reaccionemos y actuemos en consecuencia.
De ese modo, el miedo se convierte en una herramienta que nos ayudará a identificar los problemas y resolverlos de forma efectiva.
Cuando sientas temor hacia situaciones o personas desconocidas, tómalo como una señal que debes conocer más a fondo a ese individuo o a esa situación.
Para tu tranquilidad, casi puedo afirmarte que no existe un solo ser humano en este mundo que no le tema a algo. “Todos, sin excepción, tenemos miedos sin resolver”.
De pequeños, es común temerle a la oscuridad, a seres imaginarios, a ser objeto de burlas, a no aprobar asignaturas, a ruidos desconocidos, a ciertos insectos, a la soledad, y a muchas otras cosas. Lo cierto es que no todos esos temores desaparecen con la vida adulta, sino que mutan hacia preocupaciones mucho más profundas e inquietantes, tales como...
• miedo a sufrir enfermedades
• a la inestabilidad económica
• al futuro de nuestros hijos
• miedo a la muerte
• al qué dirán
• a perder el empleo
• a los accidentes
• a las pérdidas de seres queridos
• y a muchísimas otras cosas que nos perturban a diario
De pequeños, no dudábamos en acudir a nuestros padres o hermanos mayores para enfrentar y superar esos miedos, porque sentirnos acompañados por alguien que consideramos más fuerte o inteligente, es una forma de envalentonarnos ante lo desconocido. La diferencia con la vida adulta, radica en que a veces por vergüenza escondemos o camuflamos los miedos, y no exteriorizamos esa emoción por temor a quedar en ridículo, o a mostrar ciertas debilidades en nuestro carácter. “Esto es un grave error”, porque a esas extrañas sensaciones deberías compartirlas con personas de tu entorno cercano para resolverlas, o de ser necesario, consultarlas con “profesionales” que puedan ayudarte a enfrentar esas fobias muchas veces infundadas.
Aprovechar el poder del miedo
La mayoría de las personas experimenta el miedo mucho antes de ocurrir un determinado acontecimiento, pero no sienten pánico cuando están en el medio de una situación apremiante. Una de las ventajas de tener miedo, es que ese temor agudiza todos tus sentidos, y de esa manera, encontrarás la habilidad a como desempeñarte de forma eficiente y poderosa para enfrentarlo.
Empieza a mirar al miedo como una oportunidad. Una vez que pase la incomodidad inicial del miedo, examínalo más de cerca para observar lo que puedes aprender de él.
La confianza es la mejor arma
Nunca huyas del miedo, porque esa no es la solución... cuando intentas huir comienzas a crear excusas, pero esa actitud solo agranda la barrera que te impide superar ese miedo y conquistar lo que anhelas.
Debes enfrentarlo, y pensar que, “Todo lo que deseas, está al otro lado del miedo”. Recuerda que ese temor que hoy sientes, podría estar bloqueando esa puerta de ingreso a una gran posibilidad de superarte, y desafiarlo, será la única oportunidad que tienes de pasar al lugar que aspiras. Una vez que hayas vencido el miedo por primera vez, puedes tener la completa seguridad que a la siguiente será mucho más fácil, y así sucesivamente. Por ejemplo, el primer día que llegas a una playa de veraneo, temes meterte al agua y enfrentar el impulso de la primera ola, pero una vez que la superas, todas las olas que vienen detrás ya no te asustan y comienzas a disfrutarlas.
Solo tienes que confiar en ti mismo, y verás que cuando lo sobrepases y sigas adelante, ganarás en autoestima y confianza para ahora ir por todo lo que sueñas.
La fábula del marinero miedoso
Cuenta esta historia, que allá por siglo XVII una vieja nave de guerra ancló frente al puerto de las Antillas, en donde su experimentado capitán reclutó a medio centenar de jóvenes para servir como marineros. A pocas horas de zarpar, uno de los novatos entro en pánico al aproximarse una tormenta, y comenzó a llorar pidiendo que lo devuelvan al puerto.
Preso del miedo, entre gritos maldecía haber abordado aquella embarcación, (argumentando que la vieja nave era insegura, que la madera estaba agujereada, que las velas estaban desechas, y advertía que una gran ola los iba a dar vuelta). El capitán, temiendo que tanto pesimismo contagiara al resto de los marinos, ordenó que amarraran un pequeño bote a la popa del barco.
Observando que aquel novato no paraba de gritar y repetir improperios, mandó a varios tripulantes a poner a ese muchacho dentro del bote, y lo arrojaran al océano para no tener que escucharlo. Una vez que este joven y su barcaza tocaron el mar, la desesperación que sentía se multiplicó por cien al verse en soledad, sintiendo que las olas lo superaban llenando su bote de agua, y viendo que los tiburones merodeaban a su alrededor. Cansado de hacer desesperadas señas sin obtener resultados, por un instinto mismo de supervivencia, no le quedó otro remedio que empezar a sacar el agua del bote con un jarrito, espantar con los remos a los tiburones, y hasta tuvo que pescar con sus propias manos para alimentarse. Por la noche, el capitán consideró ya suficiente escarmiento, y ordenó subir al joven castigado nuevamente a cubierta. Una vez en el barco, el temeroso marinero se sentó en total silencio al borde de un barril, y cuando el capitán le preguntó si tenía algo que acotar de aquella averiada embarcación, él solo atinó a decir: - “Ahora siento que estoy en el lugar más seguro del mundo”.
Puede que esta historia del marinero, se parezca mucho a esas sensaciones de pánico que a veces nos doblegan y desbordan. Creemos en ese momento que no existe algo peor a ese temor que sentimos, hasta que aparece otro miedo con verdaderos argumentos para sentirse mal, y recién entonces descubrimos lo infundado e insignificante que resultaba “aquel primer miedo”... dándonos cuenta que lo único que teníamos que hacer para superarlo, era enfrentarlo.
*Cuenta la historia del marinero miedoso, que aquel muchacho timorato se convirtió con el tiempo en el más capaz, experimentado y leal ayudante de aquel capitán que le había ayudado a vencer su terrible miedo a navegar.
“Sólo una cosa vuelve un sueño imposible:
el miedo a fracasar” –(P. Coelho)