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ОглавлениеIntroducción (parte I)
“Si hoy no das un paso hacia adelante,
siempre estarás en el mismo lugar”
“Tu mañana empieza hoy”, es una clara advertencia de que todo lo que ocurra en tu porvenir, dependerá de cómo actúes, cómo pienses y lo que hagas en éste presente. Hoy es el día donde arrancan esos sueños y deseos más profundos. Atrás quedaron las excusas, y de aquí en adelante solo habrá lugar para avanzar por un camino lleno de esperanza y optimismo, tratando de conseguir aquellas metas que tanto deseas. “Toda persona puede cambiar su futuro, con solo cambiar su actitud frente a la vida”.
Es ahora el momento de poner en marcha ese motor de la confianza, y no detenernos hasta alcanzar aquellos objetivos postergados. Acá comienza ésta carrera. Una carrera inclusiva donde todos los participantes somos iguales, puesto que interiormente tenemos las mismas herramientas y actitudes para superarnos; hombres, mujeres, niños, adolescentes, adultos, personas mayores, individuos con problemas de salud, emocionales, o existenciales... no importa en qué condiciones físicas o en cuál etapa de tu vida te encuentres, porque a la única persona que aquí deberás superar, “será a ti mismo”.
Cuando empecé a escribir “Tu mañana empieza hoy”, decidí crear un ambicioso plan de superación personal y ponerme mis propios desafíos. Fue así como convertí un pequeño cuarto deshabitado en un mini gimnasio y, posteriormente, éste se fue transformando en un improvisado laboratorio de ideas y pensamientos que dieron lugar a éstas páginas.
Necesitaba experimentar en carne propia, (de principio a fin) por el término de 100 días, todas esas sensaciones, vivencias y sacrificios, que un individuo debe realizar si desea alcanzar su objetivo.
Para mi sorpresa, a los pocos días de iniciada esta investigación, me percaté que todas esas reflexiones que en principio solo apuntaban a conseguir un fin determinado, eran perfectamente adaptables a cualquier otro programa de superación personal, tales como; abandonar vicios nocivos para la salud, curar enfermedades delicadas, mejorar marcas en lo deportivo, sobrellevar con entusiasmo una carrera universitaria, o perseguir diversos planes de crecimiento laboral.
Todas las recetas, palabras, y mensajes que iba descubriendo en el camino, giraban siempre cercanos a un mismo eje: “encontrar la motivación para empezar, y ser perseverante en ese propósito hasta alcanzarlo”.
Partamos de la base, que “hoy somos el resultado de todo lo que hicimos ayer”. Entonces, debemos admitir que por muchos descuidos del pasado, ahora somos los principales responsables de nuestros problemas, dificultades, enfermedades, o vicios adquiridos.
Primer consejo... “Aprovechemos todo lo aprendido”
Anoche vino a mi memoria una hermosa reflexión que escuché hace años de una maestra jardinera, y mencionaba que “todo lo que hay que saber sobre cómo vivir, qué hacer y cómo debo ser”, se aprende en el propio jardín de infantes... porque según me explicaba esa docente; -la sabiduría no está en la cima de la universidad, sino allí “en el mismísimo arenero”-.
Estos son algunos de los conceptos que por entonces atesoré:
- Compártelo todo/ Juega limpio/ No pelees con tus compañeros/ Vuelve a poner las cosas donde las encontraste/ Limpia siempre lo que ensucies/ No te lleves lo que no es tuyo/ pide perdón cuando lastimes a alguien... (entre otros muchos consejos recibidos). Según nos repetía esa maestra con gran sabiduría... “La vida es inmensamente larga; trabaja, aprende, piensa, ríe, canta, dibuja, pinta, baila, y descansa bien cada día”.
Toma cualquiera de estos ítems, tradúcelo en términos adultos, y aplícalos a tu vida familiar, a tu trabajo, a tu rutina, y veras que aquellos conceptos se mantienen vigentes, claros y firmes. Lamentablemente, con los años vamos perdiendo muchos de esos valores, y actuamos de forma inconsciente aun sabiendo que nuestros actos y conductas son perjudiciales para nuestra salud tanto física como emocional.
Aun recuerdo la voz de aquella maestra repitiendo enérgicamente; - “Si rompes algo repáralo”-. Con esa misma autoridad ya en la adultez deberíamos repetirnos en voz alta: “Si hice algo malo en la vida, o perjudicial para mi salud, ahora es mi obligación corregirlo”. Porque si hoy somos responsables directos de todos los problemas que nos perturban, también tenemos el compromiso, el poder, y el deber de solucionarlos lo antes posible.
No confíes solo en tu suerte, no implores al cielo, no hagas promesas, no esperes milagros... porque el único milagro está en el poder infinito de tu mente, en tu particular fe, y en esa descomunal energía que tu propio cuerpo genera.
¡Mucha Suerte a todos! y espero nos reencontremos al final de éste largo recorrido... allá, en esa delgada línea que separará nuestro descolorido presente, de un futuro multicolor.
Rafael González