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Prólogo

Comenzar este prólogo desde el más sincero amor a la creación escénica y al arte del teatro tiene un objetivo: anteponer al impulso una estrategia necesaria. En esta travesía sin fin por la que navegamos en el siglo XXI, necesitamos que el teatro sea más atractivo que en otros tiempos: por su técnica, actores, arte, textos y un riguroso diseño de viaje.

Quien emprenda la aventura del teatro se comprenderá rápidamente nómade y viajero de un transcurrir colectivo, lleno de reflexión, disfrute, encuentro, comunicación e imaginación. Donde siendo partícipe o espectador del hecho ficcional se hallará, en un espacio quimérico, celebrando la humanidad.

Con el timón de Don Raúl S. Algán, que nos adentrará en su investigación, varios de nosotros podremos ser facilitadores de un navío colectivo que lleva como destino la producción infinita de escenas. Gestionando lo inmaterial de la experiencia y la materialidad del acto, obtendremos un beneficio mayor al leer, releer y estudiar. Sacar de las experiencias millas, haciendo hincapié en zonas de la creación teatral de Buenos Aires, que reveladoras e ineludibles en nuestro oficio, servirán como soporte para que nuestra travesía escénica no se hunda.

El viajero, de ahora en más, tendrá que tener un diseño desde el qué, cómo y para quién, antes de emprender la travesía. Ya que en el trajín de la odisea, el peregrino aprenderá que aquel que solo se lanza por pretensión o envión, naufraga. La alternativa está entre quedarse anegado en alguna isla que nos prometa esperanza de subsistencia o sumarle millaje a la experiencia, sobre un archipiélago infinito, que se hace y constituye desde el universo escénico.

Para que esto suceda, necesitamos del diseño de una producción. Y para poder hacerlo, tendremos que entender su etimología. Ya que sin repasar nuestra procedencia, el teatro se imposibilita.

A principios del siglo pasado, por 1930, en los inicios del teatro independiente, Roberto Arlt, poeta de ensueños y crudas realidades, inspiró a nuevas generaciones dejando como legado este pensamiento: “El futuro es nuestro por prepotencia de trabajo”. Seguro, bajo el influjo provocador de Leónidas Barletta, quien lo invitara a ser partícipe de la gesta heroica, altruista y nigromántica del hacer independiente, matriz de nuestro teatro porteño. Aún se escucha repiquetear su campana del Teatro del Pueblo con una incitación a transformar el futuro en teatro, resignificando la frase en un pensamiento de nuestro sistema teatral: “El teatro se hace por prepotencia de trabajo”. Este enunciado nos llevó a una tendencia, impulso y acción agrupada para hacer Teatro desde nuestra prepotencia. Hasta hoy, de una manera inconsciente colectiva, nos cargamos por mucho y por todo de lo que somos y hacemos en el presente teatral.

Me atrevo a decir que Buenos Aires es, actualmente, una de las capitales con más desarrollo de teatro Independiente en el mundo. Un teatro soberano que nutre y se nutre del teatro empresarial (comercial) y el oficial. Somos merecedores de ese impulso creativo, pero es hora de avanzar unas cuantas millas más para lograr la seducción de un teatro acorde al siglo XXI.

Llegó el momento de entrar y ahondar en un nuevo paradigma para con el teatro, “la vela que nos falta”, la del productor ejecutivo en el teatro independiente. Justo y necesario. Y será el que, componiendo y ocupándose del diseño de la producción, tenga la visión y función para desarrollar mayores riquezas del hecho escénico para quienes hacemos, en conjunto y de manera colaborativa, teatro.

Profundizar sobre los derechos, las leyes y los roles nos ayudará, para sumar desde esta nueva etapa y de forma ordenada, a la mejora de la escena teatral. Son necesarios un pensamiento académico y a la vez experiencias actualizadas para ir descubriendo y darle sentido a este nuevo o renovado rol.

Estudiemos, trabajemos, colaboremos entre nosotros y si este libro te inspira para sumarte como productor en esta aventura, más que bienvenido serás en la odisea.

Por el arte del presente, por el camino recorrido, por todo lo que está por venir, solo me queda decir que es un orgullo y honor personal ser el prologuista de tan poderoso estudio. El trabajo que encontrarán aquí es importante, justo y necesario.

Buena lectura,

Alejandro Casavalle

Mercado teatral y cadena de valor

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