Читать книгу Santiago subversivo 1920 - Raymond Craib - Страница 4
Agradecimientos
ОглавлениеEste libro lleva mucho tiempo escribiéndose. Recibí un importante apoyo financiero del Dean’s Fund del College of Arts & Sciences de Cornell, del Franklin Grant de la American Philosophical Society y del Institute for the Social Sciences de Cornell y quien fuese su director, Ken Roberts.
Algunos fragmentos del capítulo 1 aparecieron en español en Martirio, memoria, historia: Sobre los subversivos y la expulsión de Casimiro Barrios, 1920 (Santiago: Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, Serie Signos de la Memoria, 2015) y en inglés («Anarchism and Alterity: The Expulsion of Casimiro Barrios from Chile in 1920», en Barry Maxwell y Raymond Craib, eds., No Gods No Masters No Peripheries: Global Anarchisms. PM Press, 2015), siendo publicado de manera ligeramente modificada en Geoffroy de Laforcade y Kirk Shaffer, eds., In Defiance of Boundaries: Anarchism in Latin American History (University of Florida Press, 2015). Se publicaron fragmentos iniciales del capítulo 2 con el título «Students, Anarchists and Categories of Persecution in Chile, 1920», en A Contracorriente, 8:1 (otoño, 2010).
Muchos colegas y amigos han contribuido a este proyecto leyendo capítulos, escuchando presentaciones, teniendo conversaciones espontáneas, compartiendo hallazgos de archivo o recomendando lecturas. Le agradezco (sin orden en particular) a Alice Michtom, Mary Roldán, Bert Altena, Constance Bantman, Michael Kidd, Jeannine Suzanne Routier-Pucci, Rebecca Tally, Dalia Muller, Camilo Trumper, Hal Langfur, Jonathan Ablard, Ricardo Brodsky, Roberto Brodsky, Robert Travers, Nancy Appelbaum, Nilay Özok-Gündogan, Barry Carr, Bruno Bosteels, Durba Ghosh, Karen Benezra, Gil Joseph, Claudia Verhoeven, Emilia Viotti da Costa, Tom Klubock, Barry Maxwell, Camille Robcis, Lessie Jo Frazier, Jeff Gould, Kyle Harvey, Duane Corpis, Pablo Silva, Silvia Federici, Jim Scott, Danny James, Ryan Edwards, Josh Savala, Jennifer Jolly, María Cristina García, José Luis Gutiérrez Molina, Salah Hassan, Fouad Makki, Susana Romero Sánchez, Shelly Wong, Paul Nadasdy, Leonardo Vargas-Méndez, Neema Kudva, Bill Goldsmith, Ernesto Bassi, Alfonso Salgado, Marianne González le Saux, José Moya, Susan Gauss, Viranjani Munasinghe, David Ethridge, Guillermina Seri, Kirk Shaffer, Martin Oyata, Geoffroy de Laforcade, Heidi Tinsman, Consuelo Figueroa, Steve Hirsch, Ramsey Kanaan, Mark Overmyer-Velázquez, Charles Walker, Tori Langland, Marian Schlotterbeck, Lina del Castillo, Thom Rath, Andrej Grubačić, Federico Finchelstein, Carlos Forment, Jessica Stites-Mor, Shawn McDaniel y Kari Soriano. También recibí una excelente retroalimentación de parte de los y las asistentes al International Planning Series de Cornell en el College of Art, Architecture and Planning; del Departamento de Historia en la Universidad de Connecticut; de la European Social Science History Conference en Glasgow en 2012; del Hemispheric Institute of the Americas en la Universidad de California en Davis; de la conferencia No Gods No Masters No Peripheries en la Universidad de Cornell; del Institute for Comparative Modernities en la Universidad de Cornell; del Latin American Studies Program en la University de Miami; del Departamento de Historia en la Binghamton University; del Transnational Americas Working Group de the University of Buffalo; del taller «Desencuentros» en la Indiana University; del Janey Latin American Studies Program en la New School for Social Research; del New York State Latin American History Workshop; del Departmento de Historia en la University of British Columbia-Okanagan; y del Latin American Studies Program de la University of Bergen. Tuve la oportunidad de presentar parte de este trabajo en la Cátedra de la Memoria, en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos en Santiago en 2014, y fue un honor. Agradezco a Ricardo Brodsky, Carlos Peña y Marc Chirnick por la cordial invitación y a Consuelo Figueroa por sus comentarios.
Me siento particularmente en deuda con algunos investigadores de Chile que están trabajando temas similares. Víctor Muñoz Cortés, Mario Araya, Santiago Aránguiz, Alberto Harambour, Pablo Abufom Silva y Eduardo Godoy Sepúlveda son la máxima expresión del apoyo mutuo. Nunca hubiese encontrado el gran archivo de actas de interrogatorios relacionados con Pedro Gandulfo sin la ayuda de Mario y de Víctor. Los parientes de algunos de los principales personajes de este libro fueron extraordinariamente amables y solidarios. Agradezco a Teresa Lonis, Jorge Andrés Barrios Pulgar, Odette Benavente, María Peñaranda Barrios, Graciela Gandulfo y Quena Blanco. Agradezco especialmente a Juan Luis Gandulfo y su familia, Victoria y Juan Pablo, quienes me recibieron amablemente en su hogar. Juan Luis respondió a mis múltiples preguntas, me envió una gran cantidad de material y me impulsó a seguir adelante con sus amables cartas y correos electrónicos. Otros que respondieron con generosidad a mis preguntas son William Sater, Rudolf de Jong, Melissa Sepúlveda, Sergio Grez, Mieke Izjermans, Oscar Ortiz, Miguel Silva, Rafael Sagredo y Fabián Pavez. Nunca conocí personalmente a Tomás Ireland y Juan Humberto Vera, pero sus correos con preguntas y muestras de apoyo me mantuvieron motivado. Mi investigación fue respaldada por la excelente asistencia de Ryan Edwards, Josh Savala, Jorell Meléndez-Badillo y Claudia Gilardona. Le agradezco a Kyle Harvey, quien me salvó de un desastre de última hora con algunas imágenes.
En Chile, el Grupo de Estudios José Domingo Gómez Rojas, el Archivo La Revuelta, la Librería Proyección y El Surco han creado excelentes espacios políticos e intelectuales para el estudio del anarquismo. Estoy en deuda con los archivistas del Archivo Nacional, el Archivo Nacional de la Administración, la Biblioteca Nacional del Congreso, el archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, la Fundación Pablo Neruda y el Instituto Internacional de Historia Social en Ámsterdam. Agradezco particularmente a Claudia Tapia (en el Archivo del Escritor de la Biblioteca Nacional) y José Huenupi (en el Archivo Nacional).
El manuscrito completo fue leído por Karin Rosemblatt, Paulo Drinot, Sasha Lilley y por lectores de la Oxford University Press, quienes ofrecieron extensos y excelentes comentarios. No he aceptado todos sus consejos, pero espero que vean reflejados sus esfuerzos. David Ethridge hizo los mapas a pesar de los plazos breves. Susan Ferber ha sido una editora ideal. Con mucha paciencia, me ha escuchado hablar de este proyecto por años. Cuando llegó el momento de llevarlo a cabo, hizo memoria de todas esas conversaciones y me ayudó a conducirlo adonde quería que llegase. Estoy muy agradecido con Maya Bringe por supervisar la producción del libro con tanta diligencia.
La Universidad de Cornell sigue siendo un lugar muy productivo y gratificante para trabajar, entre otras cosas debido a mis maravillosos colegas de Historia y el resto del campus. Agradezco especialmente a mis camaradas intelectuales Eric Tagliacozzo, Wendy Wolford, Barry Maxwell, Fouad Makki, Derek Chang, Chuck Geisler, Paul Nadasdy, Steven Wolf, Neema Kudva, Ernesto Bassi, Durba Ghosh, Suman Seth y Robert Travers. Estoy en deuda con el personal del Departamento de Historia (Katie Kristof, Barb Donnell, Judy Yonkin y Katy Stickane) y del Institute for the Social Sciences (Anneliese Truame y Lori Sonken). He aprendido mucho de nuestros estudiantes de posgrado a lo largo de los años, y necesito agradecer particularmente a Ryan Edwards, Josh Savala, Kyle Harvey, Susana Romero Sánchez, Rebecca Tally, Mónica Salas Landa y Daegan Miller por la gran variedad de comentarios y sugerencias que me ofrecieron. Estoy especialmente en deuda con mi ex colega Mary Roldán, con quien tuve muchas conversaciones formativas sobre este proyecto, y con Rick López y Mark Overmyer-Velázquez por más de dos décadas de amistad e intercambio intelectual. Además siento que tengo una deuda significativa con tres personas muy especiales: Thomas Kennedy, cuyo trabajo ha sido inspirador y cuyo apoyo ha sido inquebrantable, y que percibió las estrellas titilando en la noche oscura y despejada; Leonardo Vargas-Méndez, con quien he compartido tantas conversaciones sobre Chile, la izquierda y el futuro; y Tamara Loos, excelente intelectual y máxima expresión de amistad y humanidad. Muchas gracias.
Para esta versión en español, agradezco a Víctor Muñoz, Juan Luis Gandulfo, Paulo Slachevsky y todo el equipo de LOM. En particular, tengo que agradecer a Pablo Abufom Silva por el apoyo, la solidaridad y la excelente traducción.
Tal como ha ocurrido durante más de dos décadas, mi familia ha respaldado mis obsesiones. Agradezco muy profundamente a Mary Brock y mi hermana Linda. A su vez, Cynthia Brock ha sabido enfrentar con generosidad mis múltiples viajes a los archivos lejanos y mis hábitos de escritura con un grado extraordinario de paciencia y amor. Además, su propio ejemplo como centinela fiel (véase el capítulo 1) ha sido una fuente de inspiración permanente. Este libro está dedicado a mis padres (en el año número dieciséis de mi propia experiencia parental comprendo cuánto les debo), a mis hijos Connor y Alana, que han convivido con este libro desde el comienzo, y a Anthony, que se nos sumó en el camino. Espero que este trabajo resuene a través de las generaciones.
Un reconocimiento final: en el Instituto Internacional de Historia Social de Ámsterdam encontré una impresionante colección de materiales relacionados con el tema de este libro en el archivo de un historiador que, justo después del golpe de Estado de 1973 en Chile, había sido encarcelado, torturado y eventualmente exiliado de su hogar en Santiago. Había reunido con diligencia este material para su propio trabajo; un trabajo y una vida interrumpidos por una cruel dictadura. En cada carpeta que abría y en cada página que volteaba sentía a Marcelo Segall Rosenmann. Su trabajo permanece inacabado, pero tengo la esperanza de que este libro servirá para dar testimonio de su labor y del hecho de que ningún archivo es creado en vano.